01 marzo 2010

ESPECTADOR DEL MORBO ÈL O ELLA (Minerva P. Bañuelos Cárdenas)


Comenzó el protocolo en aquél café de intelectuales. Las pocas personas que se dieron cita a la presentación de libro de la “mujer”, mentían. En algunas miradas irradiaba la envidia, casi estoy segura que eran sus ex compañeros de la licenciatura en Letras Hispanoamericanas; otros se mostraban falsamente amables, aparentemente despreocupados, pero en sus cerebros, aseguro que reventaban constantes reproches por no ser ellos quienes estuviesen platicando su experiencia de escribir un libro, y más aun, por la osadía de publicarlo. También llegaron, unos cuantos turistas de exposiciones culturales de improvisto al evento; el resto de ese conjunto de individuos, eran los paracaidistas del entremés, que buscaban siempre la manera de tomar alcohol aunque fuera en porciones diminutas y aunque a veces , se vieran sometidos a tomar vino tinto con bocadillos gourmet, que no eran de su agrado. Pero siempre se aguantaban y se los tragaban, porque todo ese festín era gratis y sólo a eso iban. Y en medio de ese espacio, la “mujer poeta”, se sentía sola. Cuando el maestro de ceremonia le cedió la palabra, para que explicara al público el por qué de cada verso en sus poemas, ella se mostraba indiferente, seria; forzaba su boca para recrear el movimiento de la elocuencia de su discurso, su mirada se veía posicionada en un puntito infinito del universo, sus oídos estaban sordos de toda adulación; pareciese que los focos incandescentes se hubieran cambiado por una luz azul para mostrar su cuerpo congelado. Ni siquiera buscaba entre las primeras filas los ojos maternales, los ojos paternales, las miradas de un cálido orgullo. Era claro que sus padres no estaban allí, tal vez ya habían muerto o probablemente era huérfana ¿Y que había del esposo? ¿Del novio? ¿Del amor humano? ¿Del amante quizás? ¡Ése sí que tendría que estar allí! Él o ella, eran mi única esperanza para que ella buscara entre la afluencia, el júbilo, la celebración sigilosa que le haría cambiar su incomprensible actitud, pero ¿Por qué èl o ella nunca aparecieron? Sí ella le había llorado en cada poema, le había dedicado pedazos de su alma cuando recordaba su perfidia en cada verso. ¿Por qué èl o ella no estaban allí? Después de acabar la ceremonia, me fui disgustada. Caminé de prisa y un bulto en la banqueta me hizo tropezar, volteé para ver si nadie había notado mi desafortunado percance. Recorrí con mis pies ese obstáculo, pero noté que dentro de ese volumen había un montón de papeles recortados y una fotografía de un hermoso mar; detrás de ella, señalaba una próxima exposición fotográfica en el Café Terrestre. Inmediatamente saqué mi agenda y anoté la fecha. Estaba segura que en esa exposición, entendería mejor la conducta del siguiente artista, y que de seguro, los misterios en terrenos de amoríos no estarían tan herméticos como lo fue de la “ mujer poeta”. Y bien, ahora que ya lo sabes ¡Calla! Y no me juzgues. ¡Dime que yo no tengo la culpa! ¿Verdad que me han acostumbrado a que todo acto humano siempre tenga un final? Sí, por eso me fui inmediatamente de allí, porque no había encontrado el desenlace, la clave de la situación, el momento del éxtasis. Yo quería disfrutar de la cursilería en otras personas, ver besos, abrazos, caricias físicas, èsas que me han hecho falta, pero que con verlas, me harían feliz. Sí, me sentí engañada, pues yo siempre había encontrado lo que las cosas pretenden ser. Y aquélla noche no pude.

LAS HUELLAS - (Por: Blanca Dayanne Castro)


Las huellas de cuatro pies se dibujaban en la arena de la playa; si observamos a lo lejos vemos una pareja tomados de la mano, jugando de vez en cuando con las solas que llegan.
No saben cuando pasó, pero ya no se quieren y aunque recordaban esos atardeceres el amor escapó como velero impulsado por el viento…. ¿y ahora qué seguía?... caminando de nuevo por la playa pensando cada quien en sus propios negocios.
La estrellas ya no eran suficientes, ni la luna llena los impulsaba a hacer locuras; simplemente seguían caminando pero las huellas ya no estaba tan juntas ni las olas jugaban con los dedos de sus pies. Habían sido víctimas del tiempo y la rutina y el amor quedó escondido detrás de la lista de pendientes y los víveres para comprar en la semana.
Caminando ahora sin tomarse de la mano, transitando en una banqueta llena de hojas del otoño. De repente ella resbala y él se apresura a tomarla de la mano… sus ojos se encuentran y en breves minutos volvieron a aquella playa donde se enamoraron

IGUAL . (Por: Magnolia Flores Tapia)


Se conocieron un verano que pasaron en el mar, él iba con sus amigos, ella con sus primas… estaban en uno de esos hoteles de 5 estrellas, todo incluido. El flechazo fue inmediato y unos cuantos años después tenían todo lo que suele atribuir la gente a una vida exitosa; una casa linda, coches bonitos, vacaciones una o dos veces al año en hoteles de lujo… aunque, todos sus días eran casi igual.
Despertaban a la misma hora, él se bañaba mientras ella preparaba café, jugo de naranja y revolvía unos huevos o tostaba unos panes para el desayuno de ambos. Desayunaban juntos pero no decían mucho, a veces leían, a veces veían TV, pero la mayoría de las veces solo callaban. La primera frase del día que salía de su boca era “llego pronto” y “que te vaya bien”. Después ella se arreglaba, ponía en orden la casa y se iba su oficina. Ella era diseñadora de interiores y él arquitecto.
Era raro que comieran juntos, aunque se veían en la tarde hasta en la noche, a la hora de la cena era cuando volvían a estar juntos. Resumían su día en unos cuantos minutos de platica, discutían algún tema en común que surgía efímeramente, solo se alargaba la conversación si se trataba de cuentas o compras. Después cada quien a lo suyo y a dormir.
Los fines de semana veían alguna película en casa o en el cine. En algunas ocasiones salían con amigos donde siempre eran (o aparentaban ser) la pareja perfecta, esas 3 eran sus actividades principales de cada fin de semana.
Cuando alguno de los dos salía de viaje ya no existían esas despedidas y bienvenidas efusivas y cariñosas en el aeropuerto. Ya no había detalles, quedaban pocas risas y esporádicos besos. Todo parecía dar igual.
Hasta que una mañana salió de la rutina, era de esos días que no había lectura ni TV, solo silencio, silencio que fue interrumpido por ella quien después de tomar un trago de jugo dijo pasivamente – creo que debemos separarnos. Él terminó de tomar un sorbo de su café, dejó la taza, observó su reloj, se puso el saco y dijo – eso mismo estaba pensando. Tomo su maletín y salió de la casa. Ella recogió los trastes y siguió con su rutina. No hubo lágrimas, lamentos o cosas similares. Todo siguió igual.

EVOCACION A UN HORIZONTE ROJO - (Por: Loscar Fandiolis Agraz)

Desperté; recuerdo el viento moviendo mis apenas 100 cabellos de un lado hacia el otro rosando mi rostro y a veces dejando ver parte de mi frente; el agua, limpia y verde en su vaivén taciturno, me acariciaba los pies y empapaba los sueños que me dejaste sin razón. Hace dos días que estoy sin ver la luz, desde que desapareciste, el sol se niega a salir, y el mar reflejando la luna ya no es romántico si no estás tú a mi lado para contemplarlo.

Otro día mas, otra luna, cada vez más oscuro se torna mi pensar; he deseado tantas veces salir corriendo y entrarme al agua para que me trague por completo, y encontrarme contigo, con tus recuerdos que tirados por la borda; Ojala pudiera ahogarme en mis propias lagrimas, que son tan vastas como los mares en el cielo y tan hondas como el cielo en el mar; pero soy cobarde, por eso te perdí....

Sigo buscándote, camino vagabundo entre la gente recorriendo el malecón de un lado a otro, algunas veces me parece verte en los brazos de otros amantes, disfrutando de la vida, dando vueltas alrededor del mundo con los ojos cerrados en perfecto éxtasis; sería imperfectamente inútil pronunciar tu nombre; soy un mudo frio desde el día que te marchaste montada a pelo en el unicornio anfibio del placer inmenso que nos da el amar.

Cerré los ojos y recordé que me gustaba soñar:

-Yannel, amor. Estas despierta….

-si, dime.

-me das café, quiero yo despertar.

-¿Despertar de que?, no dijiste que preferías cerrar los ojos y no enfrentar mas las realidades porque te parecían mórbidas.

-no dije mórbido, quizá obsceno; y no es la realidad, prefiero el mundo onírico, es tan mágico como tu cuerpo, ya no quiero café, quiero tu piel. Regresemos a soñar.

-siempre viviendo de sueños Horacio, cuando vas a madurar.

-……

-estoy cansada de esto, yo sigo creciendo y ¿tú?, sigues siendo lo mismo.

- Yannel, tu eres una niña que juega a ser adulto. Yo soy un adulto que adora ser un niño.

-Horacio….

Te esfumaste, fuiste como el viento, que nunca se queda, solo pasa y no se ve, mi libertad te encadenaba.

Hace trescientos y dos días que te espero, se perfectamente que no volverás, pero no me queda mas propósito para la vida que pensarte; te he idealizado como agua del mundo; tan amarga como salada, tan llena de vida, tu eres el mar, mi mar; y solo ahogándome en tu ser he de volver a estar contigo. Abrázame con tus olas y devórame.

Esta amaneciendo. El sol por fin ha regresado y esta clareando el horizonte, el mar y el cielo son de nuevo una misma cosa, como tu yo lo fuimos ayer, hace tiempo y primavera, a mi me toco perder esta vez, el amor es como las olas del mar, se encuentran en un vaivén constante, y si uno va de tras de él, te golpea hasta dejarte noqueado.

Donde quiera que este; recordare el dolor que me causo tu partida, tú no eres mi mar, ni mi sol ni mi nada. Tú eres el mayor amor que no he tenido

17 febrero 2010

HOMBRECILLO ( por Minerva P.Bañuelos Càrdenas)


Aún no puedo concebir la ingeniosa estupefacción que me atrajo ese ser humano.
Estaba desilusionada por no encontrar esencia autentica en los individuos; por no sentir una excitación imperante en el momento de querer conversar con alguien; por no vibrar de emoción para poder inmediatamente, caminar por la urbe y poder perder la noción del tiempo.
En una tarde lluviosa me esperaban el tiempo y el espacio, una sorpresa…
Salí de la biblioteca pública, iba sosteniendo un paragüas de segunda; regalo de mi abuela Lola de su viaje a Los Ángeles. Me sostenía firmemente a él, para no caer entre los inmensos charcos encapsulados. Mis pies estaban como paletas en el freezer, me exigían una calurosa guarida. A la siguiente cuadra, me encontraba en un café tradicional de la ciudad; siempre que pasaba por allí, sentía la inmensa curiosidad de sentarme a observar a los dinosaurios sabios. Sin embargo, todo el tiempo tenía algo en mente para hacer y, nunca me lo permitía. Ese día ya había llegado. Abrí la puerta grisácea y crucé la frontera etárea. Pensé que alguien se sorprendería, que algún individuo me vería con resentimiento o lástima. Pero no. Todos estaban concentrados en sus libros, en sus periódicos, en sus conversaciones intelectuales, en sus tertulias. Todos cantando unánime una misma melodía. No había tiempo para voltear a ver a una jovencita con los zapatos ahogados por las melancólicas lágrimas de las nubes. No existía la posibilidad de importarles ver mi vestuario excéntrico, combinado con un cabello abultado de escopeta. Yo era un ente más, que osadamente se arriesgaba a olfatear: ropero añejo con libros húmedos, fusión de colonia de aramis (regalo quizás de sus nietas) con cigarrillos delicados. Tal vez pensaban que la juventud no tenía nada de extraordinario, que por lo contrario, la esperanza de crear movimientos intelectuales revolucionarios, se habían mermado por la falta de crítica y reflexión. Aunque indudablemente, ésa, no era toda nuestra culpa, y dicha suposición me entretuvo unos minutos parada frente a la barra de la maquina de expreso. Empecé a analizar el por qué de la ausencia de las frescas mentes, deduje, que tal vez aquí no hablaban el mismo lenguaje y que probablemente ellos eran culpables de nuestra apatía, puesto que, no compartían su conocimiento más que con sus contemporáneos, y que de todas las veces que pasaba por allí, ni un letrero escrito en letra bastardilla incitaba a la dormida sociedad para acercarse a un círculo de estudio o conversación que ellos hacían. Porque si bien, Aristóteles dijo algo cierto: “todo aquello que de imitar al ser humano, extrae un placer cuyo gozo es connatural a su carácter, así como también su mero gusto por aprender”. Y por lo consiguiente, me parecía que también ellos se habían encerrado en un paradigma, al creer que todos éramos iguales y no sentíamos la inquietud de buscar conocimiento. Eso los convertía en intelectuales egoístas e inmovibles parásitos, que pensaban que la gente importante, solamente había surgido en los pasados siglos y que un posible aparecimiento de grandes ideas, era una superflua utopía.
Dejé a un lado mis sigilosas inferencias y ordené una taza de té de paciflora, mientras mis pensamientos seguían multiplicándose. Después de depositar dos cucharadas de azúcar a mi bebida. Algo intrigante sucedió, parecía como si el fantasma de la ópera se hubiese apoderado dentro del café., se apagaron los focos y apareció una luminosidad cenital, en la última mesa de la hilera lateral. Alguien en la lejanía de la ínfula intelectual, estaba reposando su masa corporal en un sillón deshilachado color cobre. La diáfana luz me permitió distinguir unas pálidas manos que sostenían un tazón de café. En un repentino movimiento, su rostro fino permaneció fijo hacia mí; sus ojos pequeños, ocultos entre sus anteojos de fondo de botella me observaron sin recelo, de lo contrario, sentí que me habían visto unos cuantos segundos con cierto aire de indiferencia y luego, volvió a plasmar sus labios delgados en la superficie de porcelana. Tenía una tez clara, su camisa color verde seco se reflejaba en sus lisas mejillas, su pantalón amarillo paja combinaba con sus botines color caquis. No tenía nada diferente que hiciera reírme discretamente de él, excepto de su cabello teñido por un tinte corriente del supermercado, creo yo, que lo hacía para ocultar sus plumillas de nieve y contrastar con sus perlas amarillentas desacomodadas por falta de un tratamiento odontológico. ¡Ja! Y s u compacto cuerpecillo como el de una maleta vieja. Pero estas características eran comunes entre los transeúntes de la ciudad. No existía visualmente una rareza que sobresaltara mi curiosidad. Sin embargo, me inquietaba su obvia timidez y su despiste genuino. Ese ser vivo, irradiaba una singularidad inexplicable, y yo por fin estaba en lugar y el espacio para descifrar dicha seducción. Sí, de aquél hombrecillo.
CONTINUARÀ, TAL VEZ...

16 febrero 2010

LO MÁS RARO QUE ME HA PASADO... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Era uno de esos días, de esos que seguramente ustedes también han tenido, no creo ser la única. De esos que parecen ser grises.
Tras una mala noche a causa de no sé que, desperté sin muchas ganas de levantarme de la cama, pero tampoco tenía muchas ganas de permanecer en ella, así que me levanté. Puse música para tratar de animarme un poco y no funciono, me estaba alterando, así que, prendí el televisor, solo para que hubiera ruido porque realmente ni recuerdo que estaban diciendo los conductores del programa.
Me duché, me arregle, desayuné más por no tener el estomago vacío que por hambre y salí de mi casa. El trabajo estaba escaso para una fotógrafa freelance como yo, de hecho, últimamente solía preguntante a menudo “¿por qué no habré estudiado algo más útil?” como muchas veces me habían dicho mis familiares. Amo la fotografía, pero realmente estaba dudando en sí estaba en el camino adecuado, gritaba por una señal que me indicara lo correcto.
Aún así, aquel día me llevé mi cámara y traía la idea de imprimir algunas fotos, mientras pensaba me gustaba tomar fotos, disparos al azar, sin mucha técnica, solo por robar momentos e imágenes de personas, animales, cosas, lugares. Aquel día de verdad tenía mucho que pensar, me sentía estática, atrapada, dudosa y hasta con ese miedo que provoca nervios y ansiedad casi extrema.
Fui a dejar las imágenes que quería imprimir, y caminé y caminé mucho con mis audífonos y mi cámara a pesar de que me sentía una zombie todo transcurría normal, hasta que se hizo el momento de ir a recoger mis fotos, estaba ansiosa. Cuando las vi me provocaron una sonrisa, e iba caminando sin despegarles la vista cuando choqué fuertísimo con alguien y mis fotos se esparcieron todas, las junté rápidamente y solo faltó una que la tomó otra mano. La mano de quién choco conmigo.
Era un chico, vestía todo de azul, en diferentes tonos, pero azul en total, pantalón y chamarra de mezclilla y playera de algodón. Miró la foto por largo tiempo; era una de mis favoritas, un tren en medio de la nada con un atardecer de fondo, de esos con tonos naranjas, rosas y lilas.
Nos levantamos casi al mismo tiempo, pero él siguió viendo la foto, hasta que levantó la mirada y vi sus ojos, eran azules, los más azules que había visto en mi vida. Cuando me miró sentí una paz impresionante. Preguntó si la foto era mía y me pidió que se la obsequiara, al parecer le había gustado mucho. Yo acepté pero a cambio de tomarle una foto… él aceptó pero con la advertencia de qué podría tomar solo una.
Tome la fotografía, él agradeció la foto y después dijo con una voz tiernamente envolvente… “vas por el camino correcto, pues el correcto no es el que está exento de dolor, sino, el que te ayuda a soportarlo, el que te hace sortear obstáculos y seguir adelante”. Después de decir esto besó mi mejilla y una sensación de tranquilidad y bienestar me invadió. Se despidió con la mano y le dije adiós igual. Me quedé parada y él caminó, yo lo seguía con la mirada, hasta que sentí que vibró mi celular, al distraerme en mirarlo y volver la mirada al chico ya no lo vi, lo único que apareció en ese momento fue un delicioso y muy dulce aroma como a bombones, bastante intenso y que tardó un momento en dispersarse. Después de eso, me invitaron a exhibir en una galería. Y ha sido lo más raro que me ha pasado.

¿ME HAS SOÑADO? - (Por: Banca Dayanne Castro)


Eran las 5:34 de la mañana cuando subí al tren, justo antes de que partiera; estaba tan cansada que me acomodé en la primera cabina que encontré y me quedé profundamente dormida con el vaivén de las vías y el humo de carbón delineándose en el horizonte.
Cuando desperté había un hombre sonriente enfrente de mí y yo para evitar el primer contacto miré a la ventana para observar el sol ocultándose. El paisaje avanzaba pero cada que volteaba él seguía sonriendo mirándome con unos ojos azules infinitos hasta que la noche se adueñó de la cabina y entonces me confesó que durante 40 años me había soñado, en un sueño raro habitado por duendes que danzaban en una playa desierta.
Yo solo podía ver el reflejo de la luna en sus ojos, pero el tono de su voz me tranquilizaba mientras me imaginaba vestida con un vestido blanco, acompañando a la coreografía poco ensayada de esos duendes extraños.
El tren nos llevaba cada vez más cerca de nuestro destino y me contaba que de chico hacía dibujos de mi rostro, sacó un cuaderno amarillento para mostrármelos y nuestras manos se rozaron produciendo un escalofrío. En esos dibujos aparecía yo en mis diferentes etapas de vida, creciendo con sus sueños…
- Y tu preciosa ¿me has soñado alguna vez?
Yo recordaba vagamente esos ojos azules y me recargué en su hombro para soñar juntos, celebrando con los duendes, con el tren llevándonos al amanecer de un nuevo día

01 febrero 2010

EL FIN DE LA ERA - (Por: Magnolia Flores Tapia)



Este inicio de año fue diferente a los anteriores, ¿de qué forma?, realmente no sabría decirlo, solo que es diferente. Son cosas que uno simplemente siente y realmente nada de lo que he sentido a lo largo de los años ha sido equivoco, para bien o para mal.

El aire se sentía diferente, el ánimo de las personas se sentía diferente, el clima no es como el de años anteriores, es como si algo nos quisiera ser comunicado, como si hubiera una señal de alarma constante, un eterno foco rojo parpadeante, que a cada momento dice “cuidado”, como si algo fuera a pasar.

El clima e cada vez más extraño, no son malos los cambios, pero este sí es como una advertencia, los animales se extinguen y las personas… las personas son cada vez más desconfiadas, más individualistas, se la pasan llorando por los rincones y diciendo que son incomprendidos pero cuando alguien les tiende la mano suele echarlo todo a perder, se aprovechan, se burlan, dudan, todo lo ponen a prueba. No sería mejor aceptar cuando se necesita algo y aceptar ese algo cuando alguien nos lo brinda, ¿por qué siempre buscamos el camino difícil?

Ahora ya todo el mundo gira en torno a un solo Dios, ahora sí, después de todo, la humanidad puede presumir que comparten un solo culto… el dinero, ese Dios es el único capaz de solucionar problemas, mejorar vidas, secar lagrimas y provocar sonrisas. ¿Cuánto dinero tienes?, ¿cuánto ganas?, ¿tienes cuenta en el banco?, ¿cuántas tarjetas de crédito tienes?... todo se transforma en ¿cuánto tienes, cuánto vales?, ahora es cuando un bien material pesa más que una risa, que un abrazo, que un atardecer o una estrella.

Ya todo el mundo comienza a oler a podrido, no hace falta que el mundo se acabe con catástrofes para morir, a veces creo que todos en el mundo ya estamos muertos desde hace años. Morimos cuando se nos olvida sonreír, seguimos andando como muertos vivientes y ya después solo nos entierran para hacernos polvo. Tantas obligaciones, tanto pendiente con el tiempo y el dinero nos han hecho muertos vivientes grises, grises tal cual, sin ningún matiz.

Realmente lo único que pasará, es que el mundo como lo conocemos ya no funcionará más y me alegro por eso, desde hace tiempo he sentido que todo esto tiene que acabar ya y afortunadamente eso es lo que presiento, todo cambiará, esta podrida era al fin parece que se acabará, espero que realmente este cambio venga para mejorar.

Esmeralda se acomodó el cabello, levantó su mirada, secó las lágrimas que habían estado derramando sus enormes y hermosos ojos verdes y salió de la tienda donde en lugar de leerle la mano a aquella misteriosa chica había mantenido una extraña plática.

LA VERDAD (Primera y única profecía de Rantes Cachemira) Editor y corrector de estilo: Carlos J. Castro

Permítanme penetrar en las viscosas mentes, en las secas, en las polvorientas, en las líquidas, en las patéticas, en las geniales. Permítanme por su bien y el de sus hijos, nietos y por la paz de su abolengo.

Les prometo que vibro hasta sus ojos asqueado de sinceridad. Nauseabundo porque hablo con tanta verdad, una verdad objetiva y esto no está hecho para los hombres, solo para un teofago.
¡Deténganse! Interrumpan la cascada. Solo necesito de un destello de su perdida y deficiente atención. Ya después decidirán si vuelven a su país de las maravilla, heredado a vuestras mentes desde la teta de su madre. Sí, porque la mejor manera de contagiar el pavor es por entre las fauces.

Primero les diré lo que no ocurrirá.
1. No se caerá el cielo.
2. No hervirán los lagos y charcos, ríos y océanos.
3. La tierra permanecerá inmóvil, imperturbable.

¡Los jinetes murieron ya, hace muchos millones de años!

¡De dios solo quedan sus torres, castillos y elefantes de oro!

¡Deja de saltar y aplaudir y mira la calavera del que ya no te puede cuidar, del que ya no sabe tu pasado y futuro!

¡Crece!

Tu especie ha echado raíces. Tu mentira también.
Demente, escaso de memoria, así seguras. ¡Esto SI ocurrirá! ¡Seguirás desangrando el útero de tu madre! ¡Seguirás perdiendo tu tiempo! ¡Seguirás desperdiciando las vidas de tus hijos! ¡Y tu delirio aparentará no tener fin! … Claro, al menos de que te sueltes y dejes su aroma planear como papalote.

15 enero 2010

EXTREMOS - Por: Magnolia Flores Tapia



¿Qué tan lejos estamos de lo que tanto odiamos?... dicen que odio y amor están en la misma línea recta, a la misma altura solo que en sentido contrario, que son lo mismo pero en distinta dirección. Nunca creí que cosa tal fuera del todo cierta pero a estas alturas siento que me he tenido que tragar mis palabras.
¿Realmente se puede amar y odiar a la misma persona?, siempre decía que no, que o era amor o era odio, pero no ambas, o se ama o se odia, cómo podría amar a alguien a quien he detestado, puedo dejar de odiarlo, por meras buenas vibras, pero de ahí a otra cosa faltaría mucho. Me comí mis palabras, mis pensamientos y mis conclusiones como si fuera una sopa de letras servida en frío y sin tener ganas.
“Del odio al amor siempre hay un paso” me dijeron mis amigas burlescamente aquella tarde que llegué quejándome y a punto de colapsarme a causa de un “tipo” – como lo llamé aquella vez – que se la pasó haciéndome la vida de cuadritos un día antes durante todo el trayecto a mi casa y que para colmo se estacionó en mi cajón de estacionamiento y que al parecer resultó ser el nuevo vecino.
En poco tiempo se convirtió en la persona más odiosa que conocía o hubiera conocido antes, se la pasaba cometiendo errores intencionales en mi contra y ni siquiera se disculpaba, era un cínico.
Realmente no lo soportaba, pero ah el destino, Dios, la vida, o como quieran decirlo, aquel día se iba a divertir conmigo, al llegar al departamento lo vi, sí, lavando su auto, por primera vez no se había estacionado en mi lugar y noté algo diferente… no traía sus gafas oscuras de siempre, pude ver sus ojos, eran hermosos y quedé totalmente perdida.
A partir de ahí lo único que odiaba era que él seguía siendo igual de odioso y yo ya no era la misma, pensaba en esos ojos, en su voz, en sus manos… odiaba esa intranquilidad de sentirme atraída y nada correspondida. Era increíble que una persona pudiera llevarme al borde de una locura incomprensible, podía llevarme a esos dos extremos; seguridad y celos; llanto o carcajadas y era algo que en mi interior sucedía provocado con su sola presencia. Mi interior era un caos hasta que en una de esas peleas cuando yo justamente comenzaba a percatarme de el daño que me empezaban a hacer ese tipo de riñas que antes casi disfrutaba, él sonrió de la nada con una ternura capaz de derretir al hielo... y me besó

ENCUENTRO - Por: Blanca Dayanne Castro

Inténtalo, repite muchas veces su nombre y verás que no tiene significado. Pero no lo repitas rápido, haz una pausa y reflexiona… vamos, no me creas e inténtalo.
Si, se puede odiar a una persona por el solo hecho de cómo camina, ver cómo entra en esa casa vieja estilo francés y envidiar su vida. Imaginar cómo son sus comidas rodeado el lugar de antigüedades caras. Odias que pueda dormir en una recámara 10 veces más grande que la tuya y despertar admirando los jardines llenos de malvas.
Y para colmo ni si quiera voltea a verte, sientes que se te sube la bilis cuando arranca en su automóvil del año dejando tras de sí una oleada de perfume… de regreso pasabas por ahí y escuchaste un llanto; te impresionó que pudiera estar triste con una vida tan perfecta así que te sientas a su lado y sus ojos te cambian la vida.
Desde entonces se besan en cada cuarto de la casa, detrás de las malvas pasean tomados de la mano y su nombre entonces adquiere sentido en tu vida

ASÍ ES... ESTAMOS DE VUELTA...

20 octubre 2009

EL MENSAJE - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Realmente ya no tengo nada que perder, ya lo he perdido todo. Me siento libre, por primera vez me siento libre, pero, no fue fácil, primero llegó la angustia, la desesperación, el llanto, el mundo se cerraba y hasta daban ganas de no vivir, pero de pronto todo se tranquilizó, y vi todo eso que antes no veía. Sí ya saben, la brisa de las fuentes, las sonrisas de los niños, los arcoíris, la luna, la neblina, los rayos del sol que reverdecen las hojas en las mañanas de domingo. Todas esas cosas que el dinero no puede comprar y que son más valiosas que todo lo que siempre nos preocupa.
Hice todo lo que en algún momento olvide hacer, hice todo lo que en algún momento quise hacer. No tenia trabajo, ni dinero, ni casa, ni pareja… me fui a la aventura, de mochilazo como siempre lo soñé al mar, yo solo, caminando, pidiendo “aventón”, durmiendo en lugares baratos, conociendo personas, lugares, paisajes atesorados en mi memoria. Por fin llegue a la playa, estaba atardeciendo, me senté a descansar mientras escuchaba el oleaje, mientras admiraba al sol hundiéndose en el mar, la tranquilidad total como nunca la imagine. De pronto un mensaje en una botella llegó hasta mi, decía “te llamaran loco, pero serás realmente feliz”. Fue como un sueño, pero al fin lo comprendí, al fin era de nuevo yo, al fin…

BODA PIRATA - (Por: Blanca Dayanne Castro)


La invitación de la boda vino de una manera muy original: dentro de una botella, asemejando esos mensajes que flotan en altamar buscando su lector.
Quitas el corcho mientras te das cuenta que hasta arena se molestaron en poner en el fondo junto con unos minúsculos caracoles que se mueven al compás de tus manos. Dicen que los caracoles guardan el sonido del mar ¿será acaso que añoran la tranquilidad?... curioso, solo te adjuntaron un boleto para la fiesta lo cual te indica que tendrás que soportar las miradas compasivas de los demás comensales preguntándose si la soledad es buscada o solo es una forma de llamar la atención.
Temes desenrollar la invitación porque entonces te toparás con su nombre y una bola de recuerdos junto con eso, pero el martirio es inevitable y al estirar el papel gritas, lloras, pataleas… marcas su número telefónico que te manda al buzón.
El día marcado con rojo en tu agenda te arreglas, te pones tu perfume de marca para esas ocasiones, te miras 3 veces al espejo mirando tu atuendo, buscando que todo esté perfecto y tomas el solitario boleto que en el reverso trae un mapa como para buscar un tesoro.
Escuchas la ceremonia, sales antes para participar arrojando arroz a la feliz pareja como señal de buena suerte y marchas a la fiesta.
Por su puesto, ahí está como ha estado todo el día: con una sonrisa abrazando a las personas que llegan cargando regalos para la ocasión. Tomas la daga que traes guardada y te acercas disfrutando su mirada de asombro… se abrazan y entonces decides que su nombre y el tuyo figurarán juntos en algún periódico amarillista. La daga cae al suelo llena de sangre mientras las miradas de los comensales piensan el la palabra locura.

10 octubre 2009

RUTINA (Por: Magnolia Flores Tapia)


No puedo creer que las horas transcurran tan lento en este lugar. No me había dado cuenta de cuán rutinaria es mi vida. Desde hace años es siempre lo mismo…levantarme temprano, arreglarme, poner mi desayuno en la misma vasija de siempre, tomar el autobús y llegar a mi lugar de trabajo: el supermercado, a ver familias de todos los tipos, personas variadas, formas de hablar diversas… poco me había cuestionado todo, la mayoría de las veces mi expectativa de un día iba hacía esperar que terminara mi jornada laboral para ir a casa a ver alguno de mis programas favoritos. Tengo pocas amigas así que salgo poco, tengo un perro y no tengo novio, no sé ni por qué, pero no tengo, supongo que no soy el tipo de chica que tendría novios.
No sé cuanto tenía sin darme cuenta que mis ojos no brillaban, realmente no sé si me di cuenta alguna vez de que mis ojos no brillaban, tal vez fue justo en el momento en que se escuchó la voz rara aquella que decía “Asociada Fátima a departamento de Salchichonería” y vi a una pareja como de mi edad con todo lo que yo alguna vez soñé.
Mi rutina terminó en aquel lugar, mi rutina de trabajo, porque continué con la de mi vida, siempre lo mismo, compraba algo para preparar mi cena, llegaba por una revista, algún pan dulce y llegaba a mi departamento a alimentar a mi perro y a ver la televisión… a decir verdad, creo que prefiero volver a mi trabajo… tanto vacio… mañana haré horas extras... ah sí, esto también es rutina.

DEL PUERTO... (Por: Marcela Dávila)



La Cruz… en sus labios se dibujaba una sonrisa cada vez que a su mente volvía el claro recuerdo del Puerto de la Cruz.

Eran días de Julio en los que los pescadores se preparaban para la celebración de la virgen del Carmen, el aroma a chocolate inundaba las angostas calles de la isla y los cantos de las mujeres que ya preparaban sus vestidos para la noche de fiesta, se dejaban oír por doquier. Llegó en un barco proveniente de Cádiz, que bordeando de costa en costa el sagrado desierto del Sahara, tenía como destino final Santa Cruz de Tenerife en las Canarias.

Antes de todo aquello, nunca se había considerado hombre de aventuras, siempre tan inmerso en su formal empleo de Relacionista Público, puesto que desempeñaba para una compañía multinacional de plásticos en Madrid. Había logrado viajar y conocer diversos sitios del mundo desempeñando su profesión y por supuesto que no encajaba en el perfil de un iletrado; a decir verdad era bastante hábil en diversas áreas muy separadas las unas de las otras e ingenioso para la resolución de problemas, por ello su cabeza valía mucho en el mercado y sus créditos académicos y profesionales no mostraban menor mérito que eso, sin embargo, existía algo que aún no lograba encontrar, la pieza clave de la completa rendición que nunca se había dado el tiempo de alcanzar.

Así que Sí… un día muy similar a los demás, sentado tras el diario a cuya lectura se aferraba cada mañana para preservar en su mente la ilusión de no haber abandonado su gran pasión por la lectura… y ,ahí mismo, en absoluta contemplación de la taza de café que esperaba impaciente a que su mano derecha se decidiera a llevársela a los labios para beber su contenido, extrañó más que nunca el sabor de un beso y el cálido palpitar de unos labios contra los suyos en una tarde de verano. Pero el café le dejaba mal aliento, el diario era intrascendente y lo único que podía recordar de toda aquella ráfaga de repentino deseo era un nombre que alguna presencia atrapada en la calamidad de su propia perfección, residente de sus días, ya le estaba susurrando al oído… “Puerto de La Cruz”.

Movido por alguna clase de ansiedad que se presenta tras una secuencia de emociones reprimidas, casi tan absurdas como el acto de guardar lágrimas en frascos de gotas para ojos, se levantó de su asiento, arrojó el periódico en la silla y tomando su cartera, abandonó el café sobre la mesa; la puerta cerrándose tras de sí representó el inicio de toda aquella revolución.

Y está de más decir que tomó el primer tren a Cádiz y luego el transbordador… pero ahí estaba, hospedado en un pequeño hotel de la zona cuyos paquetes de fósforos llevaban impreso el nombre “Casa del Sol”. Y bien, lo había dejado todo atrás… el estrés de la ciudad, el periódico de la mañana, el café… el mal aliento… y sin embargo sus labios seguían tan ausentes de un beso como frente a la mesa de su cocina en el desayuno.

Salió a caminar por el pueblo. En la habitación su teléfono celular yacía apagado, por primera vez desde su adquisición hacía algunos años, y al otro lado de la línea entre tanta llamada perdida para cuestionar el motivo de su ausencia en el trabajo o uno que otro sujeto de traje con alguna importante posición, una llamada nunca entró… No registrados en su agenda, los ojos verdes que la efectuaron esperaban contactar al desconocido que había olvidado su billetera en el transbordador. Sosteniendo en una mano el auricular y en la otra la tarjeta de presentación que había hallado con una decena más al interior de la cartera del extraño, la joven terminaba la llamada y se decidía a seguir caminando por el puerto.

Y algún tiempo después, le hubiera gustado a cualquiera de los dos, contar la historia de cómo fue que el destino los llevó a encontrarse el uno al otro en ese pequeño rincón español, pero la realidad es que… aún estando tan cerca, aún habiendo cruzado sus pasos en la fonda “El Faro” en donde almorzaron, él al interior en una esquina del lugar y ella en el balcón con vista al mar, a la misma precisa hora del condenado día de julio, la propia búsqueda de lo inesperado no culminó en un romántico encuentro al estilo comedia “Holliwoodense” en donde los personajes son guiados por un macabro guionista que se basó en algún modelo extraído de los libros, para contentar al público con un final feliz.

Cuatro días fueron suficientes para que él comenzara a sentir el aburrimiento producido por la ausencia de la acción que su trabajo le otorgaba cada día, pues el diario y el café no lo eran todo, y la relación con los medios y nuevas personas era algo que en verdad gozaba. Sumido en tales reflexiones, comprendió que la mayor ansiedad había sido la de permanecer encerrado en sí mismo y, agradeciéndose el respiro, decidió volver a casa, alimentar a su pez y seguir con la vida tal cual la recordaba. En Madrid nada había cambiado sin su presencia, la fuente de Apolo seguía en su lugar y el Goya de bronce aún miraba inquisitivamente por el paseo del Prado, pero en la puerta de su apartamento, justo bajo el trece que enmarcaba el gris de su color, una nota escrita en tinta azul esperaba su llegada: “ Habéis olvidado vuestra billetera en el transbordador a “La Cuz” , para recuperarla : 91 394 208 Alina.

Extrayendo de su bolsillo el teléfono celular, marcó los números escritos en el papel y tras un par de tonos y una hermosa voz al otro lado de la línea, exclamó: ¿Alina?

DESPUÉS DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)

Nunca pensé que estuviera frente a ti de nuevo, después de tanto tiempo y menos que estuvieras esperando de esta forma tan cálida, tan silenciosa… liberadora.
Vuelvo a ese tiempo de ayer cuando quería que todo fuese diferente, pero tu siempre estabas como ahora: sin apoyarme o rebatirme; es desesperante créeme.
Tu nombre lo dejé de pronunciar en una inútil rebeldía que solo trajo mas vacío, mas impotencia y ahora frente a ti ni si quiera sé por dónde empezar.
Odio el silencio, mi vida fue de fritos, de amenazas, me enfrenté al mundo como los caballeros de la edad media: la espada por delante y una armadura de indiferencia. Sigo sin entender cómo pudiste sacrificar tu vida por una causa tan vaga y difusa…
Cielos, no recordaba cuánto me gustan las iglesias y ahora tengo que admitir que te necesito, te necesito más de lo que tus brazos están abiertos en esa cruz, mis sentidos no lo pueden expresar, el pensamiento no lo puede digerir. Dime a dónde vamos, ¿a dónde tu mano santa guiará a mis pecados?...
Mis ideales de fuerza, valor y libertad es lo que te puedo ofrecer, tú me enseñarás la paz de tu silencio: apuesto a que los dos aprenderemos algo de esto.

Y SE ABRIÓ LA CATAPICSIA O CATAPIXIA POR EL PROPAGANDA BOY PARTE 2 (MINERVA P. BAÑUELOS CÁRDENAS)

Sus ojos se vieron hipnotizados por un inmenso letrero de una tienda monopolista. Sí, creyó haber encontrado una pista en ese gran almacén. Pronto entró, y su piel se enchinó como el de una gallina. Se escuchaba música new age dentro del almacén provocando comprar sin remordimientos. De repente, esa armonía creada para el consumidor se vio interrumpida por otro mensaje subliminal:---- En el departamento de salchichónería tenemos la promoción de jamón de pavo El Modesto al 2 x1. En los oídos de Cristina se distorsionó el mensaje, y prácticamente ese mensaje emitido, para ella fue: En el departamento de salchichonería tenemos la promoción de un mamón del nabo, Modesto ven y bésalo. ---¡!!!!!Que!!!!!!!!!! – ¡Qué clase de tienda es esta! ¡Como permiten a un hombre auto venderse! Y sobre todo en el departamento de salchichonería. ¡Esto es una aberración! Y aparte, ¿¡Modesto!?
Empezó desesperada a buscar a ese propaganda boy, quería ver sus ojos, quería ver su rostro. Empezó a formular varias preguntas en su mente para él: ¿Por cuánto dinero aceptaste vender tu boca, tu espíritu, tu dignidad, tu orgullo, Modesto? ¿Por cuánto?
¡Por favor! Dime que esta fue tu última opción, por que la siguiente sería robar o secuestrar, y te parecía menos grave.
De repente, Cristina se encontraba en el mostrador de las salchichas selectas, de los jamones gigantescos envueltos de conservadores calculadoramente ordenados de mayor precio a menor.
No vio a ningún hombre con labios provocadores, ni a las mujeres haciendo fila para ello. Al contario, ella se situaba sola, en esa helada sección pero, en unos segundos se levantó una masa de carne viviente, envuelta de un monocromático y aburrido uniforme. Una cara llena de granos y ventanas oscuras, por las prolongadas horas de cubrir 24 x 24 horas, una nariz pequeña y unos labios morados acompañados de unos increíblemente separados dientes. Era él, el repartidor de besos, él de las promociones, el propaganda boy, Modesto.
Ella parecía más confundida que cuando lo estaba, en su desesperación de plasmar sus ideas. Quedó estupefacta, y él, intentó mirarla con dulzura. Ella agachó la mirada, y la fijó en la etiqueta de Súper salchichas.----¿ Qué va llevar? ¿Viene por la promoción 2 x 1 de salchichas El Modesto?
Cristina era como tú, como yo. No era extraordinaria, ni diferente, ni única. Y si alguna vez creyó sentirse de una raza superior con intelecto elevado comparada con sus contemporáneos, ella solo se engañaba. Sus ideas eran manipuladas, por el cuarto, tercero, segundo, primer poder. Era esclava de su propia mente, nunca podría impartir justicia. Ella también creía en los paradigmas impuestos por la belleza hollywoodense, creyó que Modesto era bello, alto, blanco, se envolvió en el morbo de encontrar a esa persona perfecta haciendo publicidad gracias a sus dotes. Y el hecho, no es que le pareciera sorprendente, sino más bien, Cristina estaba agotada de ver tanta publicidad en todas partes que le parecía repugnante, que hasta para vender salchichas y jamones, está, utilizará el repartimiento de besos. Pero ,nunca imaginó encontrarse a una albóndiga abrupta repartiéndolos, eso sí era una arbitrariedad. Según ella, según tú, según yo. !Noooooo!Seguimos sin grandes ideas, somos lo mismo, esclavos de ellos.

La doble vida (Jonathan Mata)

Mi vida es como la de todo el mundo, por la mañana trabajo en el departamento de carne y salchichonería de un gran almacén y por la noche soy asesino. Es fácil para mi trabajar en ambas cosas, en los dos sitios trabajo con carne fría y muerta, pero la diferencia es el salario, gano poco en el almacén, pero necesito sentirme normal de repente, sentir que tengo una vida como la de todo el mundo. Soy asesino por placer, no por dinero y aunque a veces la moral juega sucio, se que nací para hacer esto. Mi tienda tiene la mejor carne de la ciudad, ¿Qué por que lo se? Porque en las noches la “consigo” y por las mañana la vendo.

02 octubre 2009

EL AUTOBÚS. ( POR: Marcela Dávila)


Engaño… engaño creer que mirar al pasado no es cerrar los ojos al presente y dejar que los segundos se vayan en vano… engaño el de creer que se puede mirar lo que existe más allá de la niebla espesa y oscura… engaño no confiar… engaño no olvidar… engaño de la vida, engaño de uno mismo, engaño que engaña al subconsciente, que penetra y aprisiona…

Engañarse es dejar de soñar para recordar con el propósito de vivir en el recuerdo, abrir los ojos es dejar de ocultarse bajo las sábanas ya frías y salir a respirar el aire que yace afuera… y de facto vivir, así que de esta forma arrojo mi temor y estoy lista para dar el paso, sea cual fuere…

Y ella terminó de redactar estas palabras en una carta dirigida a su amiga, cerró el sobre y tras sentir el añejo sabor de una estampilla filatélica que llevaba años conservando en un cajón, tras haber sido regalo de un viejo amor, arrojó sus letras ahora inmortales, a un destino en concreto. El sobre blanco con letras negras que viajaría primero en manos de un responsable del Servicio Postal Canadiense, después en un avión con destino a México para terminar el recorrido en una oficina de correos en algún lugar de la República, en el bolso de cuero de algún cartero en bicicleta para que su amiga pudiere abrir el buzón un par de semanas después y leer su contenido.

Pensó todo esto brevemente, mientras se alejaba del buzón, era una noche agradable recién entrado el Otoño; habría unos dos grados Celsius en el ambiente y un viento que le arrebataba la bufanda de rayas azules del cuello… corrió a la parada del autobús con la esperanza de que a esa hora aún alcanzaría un transporte para volver a casa. Se había demorado escribiendo en la biblioteca de la escuela aquellas letras de libertad y ahora esperaba paciente de pie en la caseta de la parada, pegando su espalda al cristal para tratar de mantenerse a temperatura.

Engaño no soltar el tiempo ya vivido… eso es vivir en todo tiempo en el engaño… Repetía en su mente las líneas de las cuales su mano derecha aún podía sentir el calor tras haberlas plasmado en el papel… De pronto un viento fuerte le arrancó los pensamientos y trajo consigo una lluvia de hojas que la hizo salir de la caseta y cerrar los ojos para sentir una vez más la caricia dorada que había traído el otoño, una caricia nueva alejada de todo recuerdo.

De pronto una voz interrumpió el suspiro con el cual recibía la brisa helada cubierta de hojas y al levantar la mirada para conocer su origen, unos ojos verdes se interpusieron en su camino, sin conocer bien el origen del extraño o la razón que en ese instante lo traía a su camino, supo que cualquiera que esta fuera, representaba una nueva etapa de su existencia y el viento se había llevado sus recuerdos con el verano que se acababa de marchar. Tras estrechar manos, abordaron el autobús número 8 con destino a Abotsfield. Ya no eran dos extraños...

01 octubre 2009

LA CATAPICSIA BUENO PS, CATAFIXIA PARTE 1 ! ( Minerva P. Bañuelos Càrdenas)


Ella estaba allí, caminando sobre una calle cerrada., Poco después, se dio cuenta de eso, fijó su mirada en el reloj de su muñeca, y pensó – Es tiempo de volver, hace calor y aún no encuentro la inspiración.-- Es decir, ya tengo las ideas, unas en la pared de mi cuarto, otras volando entre el aire cargado de polución, es más, en este preciso momento ¡Ya tengo brillantes ideas! Pero, al parecer me he tardado en plasmarlas., ¿O será acaso que todavía no es el tiempo?
Minutos después, se dirigió a la avenida principal y tomó la ruta 676, rumbo al Norte de la ciudad.
Raramente es difícil no encontrarse con el disturbio urbano., Y es que, uno se va acostumbrando a los vendedores ambulantes: chicles por peso, lapiceras mágicas, tres canciones y una paleta y lo que guste cooperar. Al igual que, caridad precoz: mi madre me abandonó y ahora busco una monedita para comer, y que decir de los enfermos de enfermedad juro por Dios que sí: Mi abuelo esta enfermo tiene cáncer, necesitamos recuperar fondos para su tratamiento. En fin, un tornado de existencialismo.
Y bien, ya hasta flojera me dio de no más escribirlo pero, no podía olvidar esos rostros demacrados, ojeras tipo oso Towi en los estudiantes, en los trabajadores, en los ciudadanos. Que se ven indirectamente invitados al festín de los olores: olor a salón de clase, el olor al ensamble de un automóvil, olor a maquilas y colorantes, olor al alcohol y a la sangre, olor a la cebolla y al cilantro del desayuno de tres tacos por quince pesos. Sí, en realidad es una percha sensacional, y sobre todo o lo disfrutas o te acostumbras, por solo dos cincuenta en transvales o cinco pesos en efectivo.
Totalmente, Cristina se situaba en esa atmosfera pero, parecía que el Universo conspiraba a su favor por que dicho ruido visual y auditivo, no la inmutaba. Al contrario, parecía que su mente la seguía martirizando con sus grandiosas ideas, y su mirada estaba solo enfocada en la abultada cabellera de carrizos, que estaba enfrente de ella. ¿Sería posible que ese peinado, por decirlo así, le ocasionaría alguna inspiración? Puedo asegurar que sí.
Conforme la ruta avanzaba, el trafico empezó a congestionarse, y las llantas parecían moverse al ritmo de la canción de las tablas: 2 por 1 , 2, 2 por 2, 4 , 2 por 3, 6……del casete de Cri Cri.
De repente, una mano pálida timbró a la mitad del parque Unido. Cristina escuchó el estridente timbre, e inconscientemente se bajó en la siguiente parada. Sus pies tocaron el cemento quebrado de la banqueta. No obstante, esta vez parecía que entraba en la realidad con su alrededor, y cómo en los premios de Chabelo, se abrió una inmensa catapicsia o catafixia, para los que bien mejor hablan eda.
Continuará…….

HUYENDO DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)


No, no estoy muerto… solo dejé de respirar como 10 minutos a lo sumo así que no puedo estarlo. Tengo muchas actividades que realizar porque ni creas que les voy a dejar el fruto de mi trabajo, mis desvelos y falta de vida social me han costado llegar hasta donde estoy.
No puedo estar muerto si sigo pensando, así que yo haré como que mi corazón sigue funcionando. Están tocando la puerta y mis pasos retumban hacia ella, no puedo abrir; ¡maldita chapa oxidada! De cualquier forma ha de haber sido un vendedor el que tocaba o niñas queriendo vender sus galletas de exploradora así que no me preocupo. Yo sigo pensando y mi risa se escucha en las noches cuando regreso de mi trabajo.
La muerte no es mi color preferido, nunca me ha gustado así que yo solamente sigo existiendo aquí entre estas paredes cubiertas de moho, con los muebles cubiertos de sábanas para que no se llenen de tierra y los cubiertos de plata dispuestos en la mesa para admirarlos cada mañana. La muerte no es para mí, mis monedas de oro las enterré junto con mis sueños de la infancia.
¡No estoy muerto te digo! Toda a la puerta… y aunque nadie te abra escucharás unos pasos y por fin saldrás corriendo después de escuchar mi risa, burlándome de tus miedos, crucifijos y agua bendita. Esta casa es mía y de nadie mas.

AVANZANDO - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Cinco años era lo que Elisa llevaba a lado de su novio Roberto, ella siempre creyó que él era el hombre de su vida y la prueba era el hermoso anillo con un enorme diamante que portaba en el anular de la mano izquierda. Ya no sabía muy bien qué significaba la palabra “compromiso” o más bien porque era algo tan difícil de sobrellevar al menos para los demás. Claro que había tenido fallas, como humana era natural que fuera un ser imperfecto, aunque siempre trato de ser lo más apegado a las necesidades de él. Y ahora un extraño frío envolvía a su corazón, ese corazón que al inicio del día se sentía tan dichosamente enamorado y que antes de que muriera el día había sido brutalmente destrozado.
Solo estaba esperando que llegara, ya casi eran las 8 de la noche y no debía tardar mucho. Se escuchó el sonido del cerrojo al ser abierto, se escucharon sus pasos, su voz, la puerta de la habitación al abrirse y el olor de su perfume fue de nuevo percibido por ella, quien respiró hondo, se paró frente a él y sin decir nada lo besó en la mejilla… Roberto se estremeció sabía que ese beso era diferente a todos los besos que siempre recibía al llegar, y efectivamente, tras ese arrumaco sintió que la mano de ella ponía entre la suya algo… el anillo de compromiso.
Él miró a Elisa con gesto interrogatorio, ella solamente dijo – gracias por todo, sobre la cama está la explicación al por qué de mi partida. Por favor, no me busques jamás. Roberto la miró helado, no supo qué decir o qué hacer, no comprendía nada, solo la observó en su trayecto al salir de la habitación, minutos después descubrió una nota de una de sus tantas aventuras, tarde o temprano sabía que lo descubrirían. No hay crimen perfecto. No lo hay.
Sería difícil saber que era todo lo que pasaba por la mente de aquella mujer, solo me contó alguna vez que se sentía en un laberinto confuso, inexistente y algo aterrador, pero al mismo tiempo se sentía la fuerza para no dejar de avanzar.

30 septiembre 2009

Grito de guerra Por Carlos Castro

He escuchado la verdad pero solo yo la entiendo, los demás la creen locura. Mañana se arderá el cuerpo. Mañana habrá limpieza moral.

Rostros conspicuos que forman una montaña frente a este narrador dotándolo de razón por la cual latir- porqués de muecas y reacomodos viscerales- de los que repta, apoyándose de la comisura de los labios, un viento que canta como el de la caverna del extinto dragón en donde solo reposan muebles de huesos y revolotea el olor a muerto.

¡Ya no dicen nada!

Esta es la era en donde extinguimos la novedad por aporrearla como golfa de carnaval que arrebata amor de las pepitas de oro que le hinchan el vientre.

Este es mi semen en forma de sonidos y grabados, lo único decente que este humilde ladrador puede excretar inspirado por esta realidad que percibe como El Engaño de los predecesores.


El rebelde improvisa: ¡que arda el mapa!, ¡el mapa no es el territorio! ¡El rumbo no existe!

Y le escupo por el megáfono: Eres el elefante desembocado en el delirio tras la descodificación causada por la esclavitud, ¡no dejas de ser el excremento viscoso que se escapa entre la flatulencia que se desea esconder! ¡Ya ninguna de tus andadas es nueva! Ven a mi boca que te quiero suspirar al oído: pronto… pronto habremos sido. Amen.

Solo en las sincronías del sueño y la vigilia se nos suspira la sangría de la verdad.


P.D. (…) la Trinidad resistió el golpe. Solo cambiaron las palabras. El Padre se convirtió en la Evolución, el Hijo en el Progreso, el Espíritu Santo en la Historia.
(…) poned en duda la Evolución. Entonces, la noción de Progreso fallará por su base; perderá su valor de absoluto; se despojará de su naturaleza casi religiosa. Y, en consecuencia, la Historia dejará de ser necesariamente ascendente. Hela aquí desprovista de mesianismo, reducida a pura crónica. (…) Un paisaje para adultos libres, salidos de la tibieza de la matriz.

LA REBELIÓN DE LOS
BRUJOS.
Louis Pauwels
Jacques Bergier

20 septiembre 2009

LOS AÑOS PASAN... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Dicen que a veces tenemos que perdernos para encontrarnos de verdad… Pues bien, por donde empezar mi historia… bueno, pues como dicen, hay que empezar por el principio, y ese está exactamente hace unos años atrás, varios, cuando era a penas un adolescente, unos 16 años tendría, pues bien, mi familia era un caos total, mis padres en proceso de divorcio y siempre de pleito, trataba de ignorar eso, aunque más bien lo interiorizaba, ahora lo comprendo, pero en ese momento no comprendía nada, la adolescencia me pegó duro, era un rebelde sin causa y lo único que quería era huir de todo ese mundo que me rodeaba, buscar “mi felicidad”, bueno no sé si mi felicidad, creo que simplemente quería huir de ahí, de todo eso, aún así, no todo era malo, yo pasaba casi todo el día todos los días con mis abuelos, los padres de mi madre, porque claro, ella estaba ocupada con sus asuntos y con el pleito con mi padre, ninguno de los dos tenía tiempo mas que para comer alguna tarde esporádica conmigo y claro, durante esa comida se quejaba uno del otro, pero en fin, estar con mis abuelos era muy agradable, gran parte de lo que soy se lo debo a ellos, creo que mi abuela en gran medida me motivó a ir tras lo que yo buscaba. Además otra de las ventajas de vivir con ellos pues fue… ella, Marina, mi primer amor, vivía justo en la esquina de la misma calle por la que vivían mis abuelos, recuerdo la primera vez que la vi, me quedé pasmado y mudo, a penas pude sonreírle y prometí que la siguiente vez que la viera no dejaría que se fuera sin platicar con ella un poco al menos. Así lo hice, platicamos un momento aquella tarde y muchas más, después de unas cuantas semanas y de notar que no le era indiferente nos hicimos novios, un año duró nuestro idilio hasta que yo no aguante más y me fui de la casa “a buscar mi sueño” como me dijo mi abuela, fue realmente decirle adiós, entre lagrimas de despedí de ella, no le pedí nada pero le prometí volver a su lado, sin importar cual fuera la situación la vería de nuevo.
Los años pasan, la gente cambia y yo tuve que irme para volver, para encontrarme a mi mismo, para no dejar de soñar, para darme cuenta de que este siempre ha sido mi lugar, que bueno que me fui, pues ansiaba regresar y así lo hice… volví, con las ansias de reencontrarme con todo, de mostrar que ahora era más “yo” que nunca, y de nuevo con esa maleta llena de sueños. Conforme me acercaba a aquella colonia, a aquella casa mi corazón latía como loco, y realmente también siempre había tenido la ilusión callada de reencontrarme con María, de saber cómo estaba, cómo era ahora. Había tenido amores, pero, aún sentía esa loca ilusión extraña… sí, mi corazón casi se salía de mi pecho.
No quise llegar en taxi, quería recorrer esas calles caminando, y fue cuando me di cuenta una vez más de que los años pasan, la gente cambia… realmente todo cambia, su casa ya no estaba… el barrio seguía siendo tranquilo, más bohemio, había casas remodeladas, personas extrañas y un magnifico edificio en el lugar donde di mi primer beso, donde tuve mi primer amor, mi primera ilusión, mi primera taquicardia… los años pasan, la gente cambia… ¿qué habrá sido de Marina?.

¿Cómo empezar? (Minerva P. Bañuelos Cárdenas)


Otra vez, otra vez, otra vez…………
Cuatro paredes llenas de papeles, pósters, recortes, rayones, dibujos, y tu fotografía. Sí, y tú, en ésa fotografía. A veces ignoras que estas en ella. Todo el tiempo estas haciendo múltiples actividades queriendo conquistar el mundo. Y nunca haces nada. Te has olvidado de ti, crees que viendo la televisión y durmiendo más de diez horas, tu cuerpo y mente están bien. ¡Tonta! ¡Tonto!
¿Cuánto tiempo esperarás para dejar esa maldita pereza? ¡Por favor! ¡Ya calla al señor conciencia! Te estas enfermando, te sigue enfermando, ¡Perdónate!, ¡Hazlo ya!, ¡Hazlo ya! Quieres llorar y llenar cinco mil vasos con saladas lágrimas, quieres subirte al edificio más alto y gritar fuertemente que te duele , que te sigue doliendo pero ,que esta vez , todo será diferente y que ya comenzarás a quererte.
Como es posible que no lo puedas hacer. Continúas en el mismo capítulo, mientras que ves a otras personas logrando sus objetivos. Y que te importa verdad, eso dices cuando ves que estás en ése inmenso hoyo. Si te importa, porque, tú, sufres al verte en la misma mierda, y cuando corres te das cuenta que por mucho que lo hagas no llegarás de esa manera a la meta. ! Deja de llorar!, ¡Estúpida!, ¡Estúpido!, ¡Infante de leche amarga!
¿Querías saber como es vivir? Pues ya lo estas sabiendo. Y te sigues quejando como un civil mexicano en tus tiempos, y ya los estás escuchando: el gobierno no hace nada. ¿Pero los viste? Parecían borregos con sus banderitas tricolores en sus mejillas gritando: ¡Viva México! Así eres tú, te quejas, te quejas y ahora mismo te estas quejando. ¡Levántate! Tú siempre demuestras ser fuerte, porque no dejas de fingir y en verdad actúas, quiero ver hechos, yo quiero verte feliz. Haz te feliz, te lo mereces, aunque, esa felicidad sea efímera pero hazla constante, estarás mejor, tu rostro se verá menos arrugado.
Prométeme que desde el día de hoy, y no el de mañana, te vas a amar como a nadie en este mundo, que vas a empezar con los pequeños detalles, y que tu cara, en esa nueva fotografía que pondrás en la pared de tu cuarto, será de una persona feliz. Que dices, ¿Verdad que vas a sonreír en el siguiente shoot fotográfico? Te amo, como te amo, te amo, como te amo.
ATTE.
Yo, la persona que más te ama en este mundo. Yo, la que hoy y siempre es feliz.

P.D. En los siguientes años no quiero verte de esta manera, prométetelo.

MARIA - (Por: Blanca Dayanne Castro)

Un sobre amarillento contenía un gran secreto, guardado en un rincón del ropero aguardando que se leyera en el tiempo propicio, pero eso nunca pasó.
María era una maestra normalista, empujada a esa profesión por una caída que sufriera su madre la cual fracturó su cadera y parte del coxis. En esos tiempos de 1930, en un pueblo alejado de la capital era imposible pensar en una operación y con 6 hermanos más chicos y sin padre legítimo ella se encaminó a mantener a la familia.
Los años pasaron y nunca se casó; con tanto hermano y primo que cuidar en su mente no anidó la idea de tener hijos, ella vivía a través de sus alumnos y ahijados mientras el tiempo hizo mella en su belleza. No obstante a las 7 de la noche se presentaba un caballero de porte elegante a cenar en su casa, curiosamente desde que su prima abandonara a su marido y se fuera con sus hijas a otra ciudad.
En el sobre estaba detallada la relación de María con aquél caballero, pero a través de los años su lector indicado aún no ha llegado. Si lo quieres buscar está en el cuarto con la ventana al jardín, en el ropero de la esquina guardado bajo llave, debajo de sus mantillas y chales; lo reconocerás por un sobre amarillo desgastado por el tiempo, tamaño francés y con olor a lavanda.

Del penúltimo juicio (Carlos Castro)

He utilizado mi lógica al máximo y hoy digo: la libertad individual nos ha hundido en la más onda depresión que hayamos visitado. Me exprese mal: lo que creemos libertad nos ha separado. Quiero decir: Entre tú, yo y la voz se expande blanda y pesada una dimensión llamada libertad individual. Dijeron y seguimos, molestos, cansados, sumergidos hasta el cuello en la garganta de un coloso ideológico que comienza a sufrir una combustión espontánea, aunque volviendo a mirarle pido se me permita cambiar mi veredicto y se me entienda que opino que: se encuentra ya en su última imponente flama, furia que al final perece, ¿pero todo perece, y florece no, padre? No estas observando la big Picture, esto se llama tiempo, míranos con el criterio de un niño que ve por primera vez una colonia de hormigas, tu entender es el néctar de la que tu crees es una monotonía.
La flor se desdobla y su tela al caer imita un caballo galopando. Desplaza la telaraña, cual penetración de la aguja en la piel, un cilindro de luz que lo abduce. Relincha al ser montado por un alienígena que irradia fluorescencia y que mastica una pregunta, ¿Qué soy? ¡Peces de un mar negro que actúan como palometas atraídos por luciérnagas! guiados por luciérnagas, hipnotizado por otros insectos, así es, si ocurre es porque esta permitido, esta es, dicen por ahí, la única ley del universo.

Tan rápido como se va la luz volvemos a las cavernas.

11 septiembre 2009

LANCELOT - (Por: Blanca Dayanne Castro)


Lancelot, caballero armado de los templarios, cuyos ojos han visto tierras lejanas. Lancelot, has puesto tu mirada en una princesa, dejaste tu armadura delante de ella, dispusiste espada y voluntad a sus servicios. Es tan extraño el sentimiento que se vuelve adicción, obsesión por su perfume y tu aliento tocando sus labios color carmín.
El tiempo deja de correr en su presencia; Lancelot, sus órdenes se convierten en tus deseos. Es incuestionable la decisión de ofrecer tu vida por un roce de su piel y que el pensamiento evoque tu nombre en suspiros y sueños.
Es muy extraño: mientras más te adentras en la sensación de servirle, en el sentimiento de complacerla menos quieres salir, aunque sabes perfectamente que entras en un laberinto y que en cualquier esquina puede estar el minotauro dispuesto a devorarte.
Lancelot, te pones tu armadura de gala sabiendo que a ella le gusta verte así, se acercan y ella toma tu mano… te arrodillas frente a ella.
- Princesa ¿puedo besarte?
- No lo se.
Lancelot la besa lentamente recorriendo su piel con las manos. De lo lento el beso se torna apasionado, ansioso y el mundo simplemente deja de existir por unos instantes.

PARA VOS (Por: Marcela Dávila)

Ya no oigo nada entre los pálidos muros de este espacio que encontré frente a mí, tras abrir los ojos después de un largo sueño; sólo mis pasos y, al afinar el oído en la blancura de esta nueva ruta, puedo escuchar el latido del corazón que llevo dentro.

Citando el eco de tus propias palabras, puedo decir que reservaría una vida en el tiempo que nos resta, que es eterno, para vivirla entera a tu lado y usar los tantos pasos que le queden a mi presente, para aprender a amarte mejor… para no buscarte en este laberinto, sino simplemente encontrarte en el punto exacto de lo imperfecto; y a la fecha que titula el episodio que representa el día de hoy, darle espacio para soltar tu corazón… por ahora…

Y hay rutas, hay calles, miradas inalcanzables que pueblan el maravilloso mundo en el que nos tocó vivir y puedo decir que he conocido sus montañas, he mirado atardeceres tras la ventanilla de trenes, he andado pasos en estaciones repletas de gente, he probado el sabor de la nieve al mirar al cielo mientras extiendo los brazos, cierro los ojos y como una niña busco su textura… y también puedo afirmar entre tanta situación, que conozco el amor…

Es la hoja que cede al viento al caer del árbol en otoño, dorada y mágica… es el susurro de la montaña cuando no hay nada más que el viento del norte, eres la huella que recuerdo en la arena al sentir su calor bajo mis pies; la moneda que cae al agua de una fuente tras pedir un deseo… y hoy, eres también libre de mí…me voy lejos, te llevo en el corazón y te espero, en alguna vida, en algún rincón, para perderme en ti, abrazarte y hacerte escuchar las palabras que debes conocer…

Mientras tanto, doy tregua al universo para vivir la vida… Hasta entonces…

10 septiembre 2009

De hoja en hoja se acaba el libro. Por Samsa

Una cueva. En su interior un hombre. En el hombre una idea, una espera, un motivo por el que rascarse la barba se libra de pretensión intelectual.

Provocando la perdida de pelo en su espalda una mochila manifiesta visiblemente un movimiento peristáltico de sus vísceras. Con un piquete pretende ofuscar lo inevitable, lo que tendrá que pasar.

Entre sus pies, secuestradas por la gravedad, un par de hormigas patrullan siguiendo un circuito laberíntico, van, regresan, caminan por donde mismo, más nunca en reversa, siempre al frente.

No tiene sentido, le dice el sentido común. Algo esta por ocurrir, le dice la superstición. Y en verdad algo esta por ocurrir. Algo esta por aterrizar. Algo que oscurecerá el interior de esta caverna e iluminará la bóveda debajo del cuero cabelludo, debajo del hueso.

En siete minutos atravesará la atmósfera y contagiará todo. En siete minutos se escurrirá entre el espacio que existe entre las células, zona que se dilatará haciéndolas rotar. Después del giro parpadeará en mil novecientos ochenta y cinco, en el momento preciso en que ella le sonríe y a él se le congela la planta del pie izquierdo, siete minutos antes de leer: Fin.