01 marzo 2010

EVOCACION A UN HORIZONTE ROJO - (Por: Loscar Fandiolis Agraz)

Desperté; recuerdo el viento moviendo mis apenas 100 cabellos de un lado hacia el otro rosando mi rostro y a veces dejando ver parte de mi frente; el agua, limpia y verde en su vaivén taciturno, me acariciaba los pies y empapaba los sueños que me dejaste sin razón. Hace dos días que estoy sin ver la luz, desde que desapareciste, el sol se niega a salir, y el mar reflejando la luna ya no es romántico si no estás tú a mi lado para contemplarlo.

Otro día mas, otra luna, cada vez más oscuro se torna mi pensar; he deseado tantas veces salir corriendo y entrarme al agua para que me trague por completo, y encontrarme contigo, con tus recuerdos que tirados por la borda; Ojala pudiera ahogarme en mis propias lagrimas, que son tan vastas como los mares en el cielo y tan hondas como el cielo en el mar; pero soy cobarde, por eso te perdí....

Sigo buscándote, camino vagabundo entre la gente recorriendo el malecón de un lado a otro, algunas veces me parece verte en los brazos de otros amantes, disfrutando de la vida, dando vueltas alrededor del mundo con los ojos cerrados en perfecto éxtasis; sería imperfectamente inútil pronunciar tu nombre; soy un mudo frio desde el día que te marchaste montada a pelo en el unicornio anfibio del placer inmenso que nos da el amar.

Cerré los ojos y recordé que me gustaba soñar:

-Yannel, amor. Estas despierta….

-si, dime.

-me das café, quiero yo despertar.

-¿Despertar de que?, no dijiste que preferías cerrar los ojos y no enfrentar mas las realidades porque te parecían mórbidas.

-no dije mórbido, quizá obsceno; y no es la realidad, prefiero el mundo onírico, es tan mágico como tu cuerpo, ya no quiero café, quiero tu piel. Regresemos a soñar.

-siempre viviendo de sueños Horacio, cuando vas a madurar.

-……

-estoy cansada de esto, yo sigo creciendo y ¿tú?, sigues siendo lo mismo.

- Yannel, tu eres una niña que juega a ser adulto. Yo soy un adulto que adora ser un niño.

-Horacio….

Te esfumaste, fuiste como el viento, que nunca se queda, solo pasa y no se ve, mi libertad te encadenaba.

Hace trescientos y dos días que te espero, se perfectamente que no volverás, pero no me queda mas propósito para la vida que pensarte; te he idealizado como agua del mundo; tan amarga como salada, tan llena de vida, tu eres el mar, mi mar; y solo ahogándome en tu ser he de volver a estar contigo. Abrázame con tus olas y devórame.

Esta amaneciendo. El sol por fin ha regresado y esta clareando el horizonte, el mar y el cielo son de nuevo una misma cosa, como tu yo lo fuimos ayer, hace tiempo y primavera, a mi me toco perder esta vez, el amor es como las olas del mar, se encuentran en un vaivén constante, y si uno va de tras de él, te golpea hasta dejarte noqueado.

Donde quiera que este; recordare el dolor que me causo tu partida, tú no eres mi mar, ni mi sol ni mi nada. Tú eres el mayor amor que no he tenido

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