31 marzo 2009

NI MODO (Por: Minerva Patricia Bañuelos)

¡Un ladrón entró y se llevó el dinero del gasto de la Sra. Rodríguez!
El detective observa cuidadosamente la sala para tratar de encontrar una pista. La encuentra y descubre así al culpable entre el grupo de maleantes se reúne en el callejón de Gato. Observa los dibujos hasta descubrir quien es el ladrón.


¿Quién fue? Nunca me interesaba resolver esos acertijos de los libros lúdicos que mi madre después de su jornada laboral me compraba. Siempre estaban regados en el suelo pues nunca he tenido la intención de coger las cosas que se caen y dejo caer, y ahora menos por mi bendita llanta. Siempre esperaba la hora en que llegara para que lavara mi ropa y me hiciera de cenar, tenía el deber de atenderme pues me quiso tener, ¿no?
Soy un joven malo…Un joven desagradable y estoy enfermo por la culpa de Mateo, quien fue mi primera y última mascota, un pollo con pelos azuleados por el aerosol, cosa que llamó la atención de mi progenitora y me lo compró.
¡Equivocación! Primero me regala algo indefenso, sensible y dependiente. Tenía que cuidarlo, darle de comer, de beber y para el colmo limpiar su excremento, y todo esto para que, para aprender desde niño a ser responsable, pero si me gustaba que todo lo hicieran por mí. Mateo marco mi destino para toda mi existencia, después de aceptar cuidarlo y sí, lo acepto, de entregarle miles de besos picudos y buenos ratos juntos. Nos hicimos buenos amigos, pero después paso un tiempo, y no me di cuenta, que mi amigo, pollo Mateo, se había convertido en todo un gallo, suceso que causó interés en mis abuelos. Primero supe que mi abuelo se lo quería llevar para el rancho de un conocido, que después lo venderían en un palenque, pues es que el Mateo no era un gallo corriente, pero sorpresivamente mi abuela se entero y un domingo no se me olvida, a la hora de la comida se sentía un ambiente sospechoso y pues sucedió que el hambre le gano al deber.
Yo tenía que ponerle agua en el recipiente de Mateo como todas las tardes solía hacerlo, pero mi estomago pedía comida y empecé a comer desesperadamente mi caldo de pollo, ¡sí! !Caldo de pollo ¡
Era Mateo nadando entre las verduras y el aceite insoluble en el agua. En este momento volver a recordar lo perverso que fue comer a mi pollo me dan ganas de vomitar, pero me aguanto como esa vez. Sí, y hoy, sigo comiendo por rabia.
Creo que padezco de todas las enfermedades que conlleva el sobrepeso. Nada entiendo de mi enfermedad y no se con certeza en donde voy a terminar. No me cuido y jamás me he cuidado. Sí, no quiero cuidarme por rabia. Esto seguramente ustedes no lo pueden entender. Pero yo si lo entiendo. No sabría explicar naturalmente a quién fastidio en este caso con mi rabia. Sé muy bien que ni a los doctores podría perjudicar por no tratarme de cuidar. Sé mejor que nadie que le único perjudicado sería yo y nadie más. Sin embargo, si no me cuido es por rabia. Que muera de un infarto, ¡pues que me muera, que me muera todavía más!
Hace ya mucho tiempo que vivo así, cada día como más y más, y me he convertido más excéntrico en mi arte de deglutir, ¡Sí! por que ya no se, sí mastico, cuando me sirvo en mi plato redondo y rojo mi hamburguesa de tocino con queso fuera, servida entre dos donas glaseadas de Krispy Kreme todo un logro de la epicúrea gringa. Y casi escucho el sermón de mi madre diciéndome: comes mucho, vas a morir por complicaciones de diabetes e hipertensión. Y me escucho gritar fuertemente ¡¿quién quiere una?!
Quiten su cara de guácala, con mil calorías y 45 gramos de grasa, este “postrecito” equivale a un six o dos Big Macs. No biggie, después del recalentado navideño, los salchipulpos, los churros rellenos, el chocomilk con huevo crudo o los tacos callejeros, ni que se fueran a asustar con una hamburguesilla.
Antes estudiaba, ahora no. Era un estudiante malhumorado. Trataba groseramente a los demás y sentía placer al hacerlo. Como ellos se burlaban de mí, debía recompensarme de ese modo. Cuando alguien se atrevía a dirigirme la palabra, casi siempre eran personas tímidas y con la autoestima hasta el suelo. Ni siquiera ellos se escapaban, no quería resignarme de modo alguno a tener amigos y cuando osadamente me hablaban, sacaba mi lonchera repleta de carne, hamburguesas, tacos, y cualquier grasosa y sabrosa comida que yo quisiera. Al ver las montañas de comida que consumía y el peculiar ruido que hacía asquerosamente entre los dientes, huían de ese momento surrealista. En ese instante salía mi máxima rabia, recordaba en cada mordida a Mateo, luché desde ese tormentoso día, a honrarlo como nadie se lo hubiera imaginado, comiendo, sí, comiendo. Pollo mucho pollo, hamburguesas de pollo, alitas de pollo, tacos dorados de pollo, por rabia, por hacer enojar a los que pensaron que me convertiría en vegetariano, que odiaría por siempre cualquier cosa que tuviera pollo. Por las noches me siento avergonzado por ser tan malo y comer tanto ¿No me creen que a veces lloro en el rincón por comer tanto? Estoy seguro de que si lo creen… Pero les aseguro que a mí me da lo mismo lo que piensen…
Ahora que me he convertido en una mancha extensa en el rincón de mi cuarto, mi madre es la única que tolera mi maldito carácter, yo no se si por lastima o por que se siente culpable de mi desgracia. Mi cuarto expide un olor repugnante pues ya es imposible evacuar en el sanitario. Algunas veces escucho algunas voces en la sala, familia, amistades o yo que se quien sea asesorando a mi madre, para que me puedan ayudar. Palabras inútiles. Yo ya dije que aunque este ambiente sea nocivo para mí, ¡No saldré de aquí! Y no pienso moverme a ninguna parte. Da exactamente lo mismo que me quede o que me vaya, que deje de comer o que siga hasta el hastió. Este es mi destino que te quede claro. ¡Eh! Ya me dio flojera oprimir el botón de suprimir esta última oración, que destino ¡Esperen!, déjenme que tome aliento… Ni modo.

30 marzo 2009

FATUM (Por: Marcela Davila)

Helena Fatum.
Eran las palabras que encabezaban aquel sábado, el espacio más grande ocupado en la sección de obituarios publicado en el periódico “El Universal”.
Costoso… Juzgó el redactor de anuncios de fenecimiento del diario en cuestión, cuando el sacerdote de la parroquia de San Martín se apareció en su oficina para solicitar la publicación de la esquela de Ella.
Helena… el párroco pronunciaba su nombre casi con el eco característico de un bolero o un antiguo tango de Gardel, melancólico, extraviado en el extraño desvelo de la soledad, agobiado por un pasado que quizás el joven redactor que ya le entregaba la forma para llenar con los datos de la difunta, nunca conocería.
¿Una amiga suya? Cuestionó éste con disimulada curiosidad. Ya hastiado por el yugo de la mentira, el padre tomó asiento frente al escritor como quien se prepara para lavar sus pecados en confesión.
Fue al inicio de la primavera que la conocí…era otro marzo tan bello como marzo ésta ciudad puede llegar a ser. Salí a caminar tras el sermón de la mañana a un parque lejano, con la esperanza de encontrar refugio a mis confusas emociones en el anonimato de estas calles. Y ahí estaba ella, sentada en una banca con su vestido azul, perdiendo la mirada entre los eucaliptos y yo estaba presente también y había dejado el hábito en casa y la humanidad que me visita de tanto en tanto latía dentro de mí con el deseo de hablarle y sólo por un instante, ser un hombre, a sabiendas de que no nos volveríamos a ver después de eso.
Charlamos toda la tarde hasta que las estrellas marcaron la hora de la despedida, aunque en mi interior había una voz que me pedía conocer su paradero para una futura cita, mi vocación fue más fuerte y volví a la parroquia pensando en ella, sin que la dama que dijo trabajar en un restaurante supiera mi condición de sacerdote.
Los meses transcurrieron y el otoño arribó, las hojas se arrancaron de los árboles pero no el recuerdote ella de la mente del párroco, que viajaba de vez en cuando a una fantasía y a aquel vestido azul, rondando por los cafés y restaurantes aledaños al parque con la esperanza de encontrarla.
Un buen día en el cual daba confesiones en la Parroquia de San Martín, un perfume familiar apareció tras la cortina del confesionario, se hincó e inclinándose hacia delante permitió que el sacerdote reconociera la imagen que al principio creyó ser una alucinación. Era Ella, la joven del vestido azul, narrando sin poder ver a su receptor, los eventos que en pocos segundos el párroco reconoció como las confesiones de una prostituta.
Mientras ella hablaba, él se transformaba en el hombre que desde la visita al parque extrañaba ser, y no pudo por tanto evitar cuestionarla sobre los detalles de su profesión que sin chistar ella respondió.
Las nochs fueron un tormento para el padre a partir de entonces y sus demonios surgían de la oscuridad para tentarlo a ser un mortal una vez más. No muchas lunas más transcurrieron antes de que él hallara sus pasos andando por la calle de Moneda, en donde ella reveló durante la confesión que trabajaba, y se presentó en sus aposentos habiendo pagado ya la cuota al respectivo padrote, que Helena exigía por sus servicios.
Al reconocerlo ella como el sujeto del parque, algo invisible cambió en su mirada, era una jugarreta del destino que se encontraran frente a frente y que el contacto de la piel de Helena lo incitara a ser al fin él mismo y su calor lo atrajera hacia sus labios y esos labios al deseo y aquel deseo le impidiera continuar con el juego de caricias para confesarle a la hermosa prostituta que le había hechizado los sentidos, que él era en verdad un sacerdote. Ella, confundida al principio, lavó su llanto, lo escuchó y con ternura lo guió por la noche de lo que representaría el inicio de una relación que cada viernes tenía su clímax en la fusión de sus deseos y el amor que inclusive comenzó a nacer entre ellos. Él era un hombre y ella sentía que cada encuentro era un paso mas cerca del paraíso.
Así transcurrieron los meses hasta que un viernes casi al término del invierno, en una visita más a la calle de Moneda, Helena no esperaba más… Un día antes del encuentro su luz se vio truncada por el arrebato de un violento cliente, quien la dejó agonizante en el lecho de su profesión, para ser descubierto el cadáver a la mañana siguiente.
Con las ideas confusas, el párroco buscó por todas las iglesias de la zona una misa que en su nombre elevara las plegarias para la salvación de su alma, encargada por algún familiar de la víctima, pero no la encontró, ya que Helena existía en la soledad más pura del ser humano, ajena a amistades y familiares.
Cansado y abandonado a la suerte de sus pensamientos, aquel hombre que había dejado ya de sentirse como un sacerdote, marchaba por las calles sin rumbo, despojado de un hábito para volver a casa el sábado por la mañana y dirigirse más tarde a la oficina de “El Universal” buscando dar a su anónima amante el último adiós y a su triste corazón que se sabía deshecho y decidido a dejar el sacerdocio definitivamente, un consuelo, con las únicas palabras que siempre recordaría de la prostituta: FATUM; las hijas de la noche que personificaban al destino, solía decir ella, se lo había dicho un cliente una vez y ahora se revelaban ahí, como un fatídico hecho que no pudo haber sido cambiado.
HELENA FATUM.
DESCANSE EN PAZ.

7 DESTINOS (Por: Blanca Dayane Castro)

Tenemos un destino que cumplir, tu que ahora estás en este mundo y yo viéndote desde mi lugar. Te enseñaré a ser arrogante, pues tienes que aprender que no hay nadie como tu en el mundo, que todos están por debajo de ti. Eso de decir “gracias” ya no se usa, está pasado de moda ¿o apoco quieres que anden diciendo que tu destino es ser humilde? Claro que no, no tienes que disculparte por tus acciones, al contrario: los demás deberían estar agradecidos de que tan solo les dirijas la palabra; no tienes que pedir nada ¿acaso no por eso estudiaste, no por eso te partes el lomo trabajando?. Reclama al mundo lo que naturalmente es tuyo. Lo que me lleva a decirte que no compartas tus triunfos y mucho menos tus posesiones materiales al fin y al cabo hay instituciones que ayudan a los pobres, a esos que en la calle se abalanzan sobre tu coche tapando tu vista y mira, a parte de todos andrajosos ¿qué no tendrán tiempo tan siquiera de bañarse?
Tu destino es atesorar, mas vale ser cabrón que ser pendejo, al fin y al cabo que los santos se murieron sin un cinco en sus bolsillos ¿y de qué les sirvió?... sólo de un efímero recuerdo en la historia, borroso y difícil de seguir. No mi amigo, hazme caso, no reclames cuando te den cambio de más, pero eso si, cuenta hasta el último centavo que te den y en caso de que te falte algo levanta una demanda millonaria.
En tu oficina nadie se fija si faltan plumas u hojas blancas, llévalas a tu casa y así te ahorras un gasto que puedes emplear en otras cosas.
Mira a tu jefe… que bonito carro tiene, el muy suertudo tiene una familia preciosa, se compra traje nuevo cada mes y tiene vacaciones pagadas. Cada que besa a su esposa es como si te restregara en la cara lo mal que estás tú y te ha invitado a su casa para que la conozcas. Ja, ¡acaso crees que es un buen gesto?, claro que no, cuando vayas te vas a dar cuenta que tiene mas cosas que tú, mejor vida que tú y te la vas a pasar refunfuñando toda la tarde, así que mejor no vayas… aunque pensándolo bien, su mujer es muy guapa. Por cuestiones del destino la viste una vez en ropa interior, qué cuerpo, qué belleza, tu instinto se despierta cada que la vez caminando, contoneando su cadera. Quizá en la fiesta esté sola y te podrás acercar a ella, en un descuido pasa tu mano por su espalda, invítale una copa en un lugar alejado y ve acercándote cada vez mas… vas a sentir su olor e inevitablemente la besarás. Al fin y al cabo ella se lo ha estado buscando por coqueta, tu solo dedícate a disfrutar su cuerpo a saciar todo tu deseo, que no quede nada porque sólo la tendrás esta noche.
Luego emborráchate, el vino ya está pagado al igual que la comida, ya estás ahí, así que no dejes ni un bocado por probar, el ser gordito es bien visto en estos tiempos modernos. Mira, ahí queda una tostada, agárrala antes de que se la lleve el mesero, come hasta que no puedas más, y por la esposa de tu jefe no te preocupes que quedó desmayada de tanto placer que le diste, así que acaba con la comida y la bebida, que no se diga que eres de mal comer.
Al otro día no vayas a trabajar, llama y di que estás enfermo o mejor aun, renuncia y pasa un mes entero sin hacer nada, vive de tu liquidación, ya te mereces un descanso y vas por muy buen camino, llama al supermercado, por eso tienen servicio a domicilio para que ni te molestes en ir a esas tiendas plagadas de gente indeseable. Compra todo lo demás por Internet, acaba con tu límite de crédito, la cosa es que no muevas ni un solo dedo.
Pero ¿que crees? Tu jefe ha levantado una denuncia contra ti, se ha atrevido a llamarte violador. No puede ser, ese es el colmo, que sea tan ciego como para creer que tu tienes la culpa, para creerle a su mujer cuando tú sabes que ella sola se lo buscó… mira, hazme caso, ve a su casa antes de que las cosas empeoren. Cuando estás ahí él te acusa, te grita. Fíjate que te está gritando y a ti no te grita nadie y mucho menos un niño mimado dueño de la compañía, en la cocina hay cuchillos, ve por uno. No, no lo pienses, la razón es tuya, sientes como la ira invade tus nervios y toda tu rabia la descargas con su cuerpo hasta dejarlo inerte.
Ahora, este destino te ha llevado a la cárcel, pero no está tan mal, no tienes que hacer nada, te dan de comer, no tienes que pagar renta ni agua ni luz
¿Vez? Te dije que ibas por buen camino. Cuando quieras escaparte, sólo avísame, que te daré muy buenos consejos, al fin y al cabo pasaremos la eternidad juntos.
¿Qué quién soy?... ah, soy una cosa llamada Apocalipsis.

JUSTO ESE DÍA (Por: Magnolia Flores Tapia)



Supongo que es por el hecho de que uno nace y muere solo por el que toda su vida busca compañía… y fue justo ese día el que me pegó la soledad.
Creo que fui un niño muy despierto y desde temprana edad me percaté de muchas cosas… una de ellas es la que le dio sentido a mi vida, desde niño supe que quería ser pintor y desde pequeño empecé a estudiar y he tenido tanto éxito como soberbia. Me gustan todos los placeres de esta vida, no creo que la vida sea para sufrir y también me considero grande, sí, un gran pintor… pocas cosas me suelen afectar y si alguien critica mi obra solo me río, cínicamente, muy cínicamente.
Así es, pocas cosas me afectan, pero ese día sin razón alguna me llegó la soledad y me pegó tan duró como nunca en la vida lo había hecho, creo que me estaba reservando el golpe para el momento más apropiado ó inapropiado. Ese día presenté una exposición, vendí algunos cuadros… di entrevistas, recibí halagos y me permití uno que otro desplante de soberbia, a veces es mero protocolo, ya saben, me refiero a eso de la imagen que uno tiene que mantener (y de repente es divertido mantener esa “imagen”), pero al llegar a mi departamento a las casi 4 de la mañana no sé si habrá sido el cansancio o las copas de más pero muchas preguntas llegaron a mi cabeza… ¿el destino en realidad existía solo eran causalidades?, ¿cuál era el mío?, ¿ya lo había conquistado?... ¿en realidad era mi destino ser alguien realmente grande?... todos lo decían… a penas y pude dormir y muy temprano salí por un café, el lugar de siempre todavía estaba cerrado por una extraña razón, y yo no estaba de ánimo como para esperar. Seguí caminando y llegué a un nuevo lugar que me pareció apropiado, el café olía bien y me agradó, se veía tranquilo y de buen gusto.
Y bien, ordené un café americano y después de que me lo llevaron eché un vistazo rápido alrededor del lugar, tomé un sorbo de mi café y al levantar la mirada vi sus ojos… fue como despertar después de un largo sueño, despertar de manera agradable.
Hacen ya dos años desde ese día y hoy justamente volvió a mi mente esa pregunta ¿el destino existe?... imaginen… para ver sus ojos ese día; mis padres y sus padres se tuvieron que conocer yo tuve que haber elegido el camino de la pintura, acepté presentar mi trabajo aquel día, él dejó su trabajo para poner aquel café, yo tuve que haber salido por un café al día siguiente de mi exposición y encontrar mi cafetería favorita cerrada, caminar un poco a pesar de mi desgano y entrar a ese lugar y después él solo tuvo que mirarme y yo levantar la cabeza para ahora ser ese alguien que ambos necesitamos toda nuestra vida.

Sin Titulo (Jonathan Mata)

Mi nombre es Raúl, tengo 40 años y el destino me trajo acá. Mi historia es simple, soy escritor, me gusta la novela policíaca, pero descubrí tarde mi vocación y eso me ha traído más problemas de los que imagine. Bueno, yo era un agente de bienes raíces antes de todo, ganaba lo suficiente para llevar una vida apacible, tenia 35 años en aquellos días, era de lo mejor, me encantaba hacer mas y mas dinero, me encantaba la idea de ser el mejor, trabajaba en exceso para lograrlo pero un día me vino un ataque de pánico que me hizo tomar un par de meses de incapacidad, y mientras trataba de recobrar la calma me di cuenta de que mi vida era un desperdicio de tiempo, que no estaba haciendo de mi vida lo que quería y que solo estaba acumulando el dinero, así que tome la decisión de dejar el empleo que me llevo a caer en reposo para hacer algo que me divirtiera de verdad, busque distintos tipos de arte, pero escribir era lo mas practico, tomar un papel y una servilleta incluso bastaban para desarrollar mi talento, al día siguiente deje el trabajo y me concentre, tenia suficiente dinero para sobrevivir un año.

Paso un año entero, no tuve una sola buena idea y ya no tenia dinero, pero me sentía bien, estaba creando, llevaba un estilo de vida muy bohemio que me hacia sentir en Paris. Logre con el pasar de los meses que me publicaran en un diario local y eso me motivo, pero fue lo único que conseguí, no volví a tener una buena idea en meses. Solía ir al banco estúpidamente para ver mi saldo, esperando que mágicamente la cantidad aumentara, pero nunca pasó, lo que si paso fue un episodio de ansiedad que cambiaria mi vida.

Al ver la cuenta en ceros mi vida llego al fondo, sentí miedo, vi la muerte soplándome el cabello, hambre, soledad y toda clase de cosas tormentosas, sentí ganas de huir, pero lo que hice fue acercarme al guardia de seguridad, tomar su arma y dispararle 5 veces en la cabeza, de inmediato las alarmas se activaron y no supe mas de mi. Paso un buen tiempo para recobrar la lucidez, estaba preso desde hacia no se cuanto tiempo, pero la verdad es que es lo mejor que me pudo pasar, había miles y miles de historias que contar entre los internos, todos tienen vidas detrás que son dignas de contar, intento escribir lo mas que pueda para poder publicar un libro de relatos desde la prisión, pero no creo que haya tiempo porque mañana me van a ejecutar.

UNA SUITE VACIA (Por: Magnolia Flores Tapia)


“Nice Dream” … donde se hacen tus sueños realidad; ese era el slogan de la agencia de diseño integral que Natalia junto con María su socia habían creado. La empresa tenía ya varios años, no había sido fácil llevarla hasta donde estaba pero todo había valido la pena. Realizaban todo tipo de diseño, gráfico, de muebles y hasta de imagen.
Aquella era una mañana de bastante trabajo para Natalia, pero su socia acababa de contratar a una chica, por una extraña razón ella le haría una entrevista, sería quien más trabajara con ella aunque María la hubiese contratado. La puerta de su oficina sonó – adelante –dijo Natalia y entró Andrea, era diseñadora gráfica, previamente había checado su portafolio y tenía cierta idea de qué era lo que esa chica hacía.
Natalia era una mujer bastante atractiva, su cabello era negro, largo y lacio, su tez era blanca y sus ojos grandes y profundamente negros siempre llamaban la atención. Su cuerpo era muy bien proporcionado, era delgada y con curvas bien marcadas pero nada exagerado, medía 1.70 y bastantes corazones había roto ya a lo largo de su vida, simplemente era inaccesible, y muchos decían que era tan fría como el hielo, más bien era selectiva y muy femenina, los pantalones y las faldas eran sus debilidades, sus colores el negro y el morado, simplemente la hacían lucir genial y eso sí, siempre con tacones y muy bien combinada de todo a todo.
Andrea a su vez era algunos años menor que Natalia, era delgada y de un físico no tan despampanante como el de su jefa, era delgada, de piel muy blanca y con algunas pecas en la cara, prefería los colores claros y la ropa relajada, aunque sí tenía que vestir formal sabía arreglarse bastante bien, su cabello era castaño claro casi rojizo y sus ojos eran azules, tenía una mirada muy tierna. Se maquillaba muy poco, sombras a juego con su ropa o con sus ojos y brillo labial, medía poco más de 1.65, su actitud era tranquila, relajada, pero jamás se dejó intimidar por su entrevistadora, a veces incluso su actitud era sutilmente retadora, dejó intrigada a Natalia.
Recorrieron la empresa y en menos de una semana las dos ya estaban trabajando en un proyecto bastante grande. Había bastante química entre ellas dos, se entendían en cuanto a ideas y en ritmo de trabajo. Cada vez estaban pasando más tiempo juntas y se estaba intensificando la confianza, había miradas de complicidad y si ellas no fueran chicas esa relación hubiera levantado algo de sospechas…. No se podía negar que entre ellas había chispas.
Y sucedió un par de días antes de la presentación final del proyecto en que trabajaban, naturalmente estaban trabajando más de la cuenta en detalles, ambas chicas estaban en la oficina de Natalia y fue una mirada… una mirada que se extendió, directa, sincera y de no haber sido por que un ruido las interrumpió, esa mirada hubiera mutado en un beso.
Ambas quedaron confundidas. Natalia desde adolescente tuvo claro que a ella no le gustaban los hombres, y aunque sintió por un tiempo que algo no estaba bien en ella lo aceptó pronto y siguió feliz consigo misma. Pero Andrea, ella era heterosexual, hasta estaba saliendo con alguien. Muchas cosas daban vueltas por la cabeza de Natalia, pero sobre todo le preocupaba qué era lo que estaría pasando por la mente de ella, ¿por qué le preocupaba tanto?... los pensamientos estresantes dieron paso a una fantasía… sí, la protagonista era Andrea.
Era casi increíble que una mujer como Natalia, con semejante belleza y el poder para tener en sus manos a cualquier hombre que quisiera no deseara a ninguno y a cambio viviera fantaseando con una chica menor que ella y heterosexual. Era una locura se decía a sí misma.
El proyecto fue aprobado, ahora a trabajar y solo restaba la presentación al público en una finca hotelera de bastante prestigio, todo un fin de semana. Había una suite para cada una de las chicas, pero ambas fueron solas.
Natalia se sentía abrumada, después de tanto trabajo y de saludar a tanta gente, así que fue al baño a refrescarse un poco y ahí se encontró a Andrea tratando de acomodar su vestido, un precioso vestido negro, atado al cuello y con un tremendo escote en la espalda…
- Por eso no me gustan mucho los vestidos, ¿me ayudas? – dijo Andrea –
- Claro. Te ves muy bien…
- Gracias. Tú siempre te ves muy bien – agregó Andrea mientras salía tras guiñarle el ojo y sonreírle pícaramente a Natalia
Un escalofrío recorrió de pies a cabeza el cuerpo de Natalia, tras salir del baño decidió explorar un poco el lugar, no quería ir a su habitación pero tampoco volver con la gente. Llegó a una terraza preciosa y para su sorpresa ahí estaba Andrea, ¿algo las unía o era una broma de mal gusto del destino? Estuvieron platicando un rato las dos chicas, cuando de pronto un silencio y una mirada ahora sin interrupciones si dio lugar a un beso, que sorprendentemente Andrea le correspondió a Natalia, pero después sin más solo se fue de ahí.
Natalia no podía quedarse así con esa incertidumbre, necesitaba hablar con Andrea, así que fue a su suite, tocó a la puerta y tras identificarse entro a la habitación según le indicó la otra chica, quien estaba como si nada… aún traía sus tacones y medias pero con una bata de baño mientras se acomodaba el cabello…
- Estaba a punto de darme un baño en la tina – dijo, y se soltó el cabello
- Entonces puedo hablar contigo mañana, no urge
- Prefiero que te quedes – en eso dejó caer su bata, dejando a la vista su linda y sexy ropa interior negra con unas medias igualmente negras con ligueros rojos. Después fue hacía los controles de la luz y la dejó muy tenue, subió a la cama y dijo – ¿te gusta?, puedes tomar lo que desees.
El vestido de Natalia cayó al suelo tras observar un poco la escena, tras unas suaves caricias fue directo a la boca de Andrea.
Esa noche una suite quedó vacía.

20 marzo 2009

OSCURO HECHIZO (Por: Blanca Dayane Castro)

Cuando se conocieron no pensaron que las cosas iban a seguir ese rumbo. Estaban mirándose en un café: quimeras en el mar con canto de sirena, una sonrisa cruzó el lugar y se correspondió con una invitación a la mesa, ella un poco tímida se sienta de lado, piden otro café y en voz alta dicen sus nombres. Sofía se sonroja al escuchar un piropo extraído de un poema: “poesía eres tú” y entonces la timidez se vuelve confianza, las manos se juntan, una mano baja a la falda de Sofía y sube por su entrepierna, al fondo la música de jazz acompaña el coqueteo y su corazón se acelera cuando le piden un beso: “un solo beso el corazón añora, que la dicha de dos me mataría”.
Entonces el lugar se torna pequeño, sienten las miradas de los clientes y el asombro de los meseros, pero el sol brilla en un tono dorado escuchando con esa voz recitar poesía para ella, se termina el café y los murmullos se hacen cada vez más evidentes así que deciden retirarse. Aprovechando ese sol de primavera se abrazan y al caminar Sofía siente una mano rodeando su cintura junto con una invitación
- Vamos a mi casa
Ella revisa su bolso, quisiera arreglarse su maquillaje pero ya no hay tiempo. Suben al carro, Sofía se anima y se coloca de lado, con una pierna arria del asiento dejando a la vista sus hermosas piernas y está tan apetecible que inmediatamente siente una mano en su piel blanca, su falda se levanta mientras le susurran al oído: “la vida se vuelve interminable siguiendo tu figura”, no esperan mas e intercambian un beso. Luego la velocidad del carro se hace evidente, esperando llegar al destino aunque no es fácil manejar con las piernas abiertas de Sofía dejando ver una tanga de encaje negro.
En el radio se escucha una canción, Sofía tiembla al ver que ya están muy cerca, bajan de la mano jugando con sus dedos, acercando sus cuerpos. Por fin están libres de miradas y murmullos. Los botones de la blusa de Sofía se desabrochan uno a uno, suspira al sentir una lengua en sus pechos y decide dejarse llevar. Su falda está en el suelo y la tanga baja lentamente por sus piernas y su cuerpo se quiebra cuando escucha decir: “quiero sentir la humedad de tu cuerpo de diosa” y entonces ya no le importa nada, ofrece su cuerpo, su mente, su voluntad.
Los cuerpos se confunden, se entrelazan provocando deseo… “tu olor me enciende, tu sudor me enloquece”.
Sofía besa su cuerpo, recorre con sus dedos los pliegues de su piel blanca y entonces se van los minutos, siente un mordisco en su oreja y una lengua que la recorre y ya no puede mas, busca llegar al final de este episodio, va marcando el ritmo con su cadera, en los vaivenes de placer mutuo, en los besos y en las manos…
Ha terminado la tarde gloriosamente, acompañada de un café Sofía le confiesa:
- Quiero verte de nuevo Verónica
Y así las dos salen a caminar por la calle, repartiendo deseo en miradas ajenas

La plaza de armas... 40 años despues (Jonathan Mata)

El teléfono sonó al cuarto para las nueve de la noche, dejé a la maquina que contestara como de costumbre, pero al oír su voz nerviosa preguntar mi nombre, tomé la bocina de inmediato, supe que era él, parecíamos dos colegiales indecisos en aquel instante. Su nombre era Franco y el mío Roberto, nos conocimos a los 27 años en la plaza de armas, que ahora tiene otro nombre. La llamada de Franco era para darme una noticia doblemente sorprendente, su esposa había muerto hacia 3 meses, insuficiencia renal; la verdad es que intenté portarme solemne, pero me fue difícil, 40 años de separación con el ser amado no son fáciles de olvidar, ni de perdonar, tenia que verlo aunque fuera inapropiado. Franco me dijo que necesitaba verme, me pregunto si tenia planes, le dije que no, la verdad es que no tenia planes desde hacia 40 años, solo esperando ese momento, quedamos de vernos en la antigua plaza de armas, en el sitio donde nos conocimos, 4 en punto de la tarde al día siguiente.

Llegué al cinco para las 3, no quería llegar tarde y perder esta oportunidad de revivir bellos instantes, pero al llegar él ya estaba ahí, mi corazón latió como el primer día, estaba de espaldas sentado en nuestra banca, claro que no era la misma, pero como si lo fuera, contemple su nuca por casi 25 minutos, quería tenerlo en mi mente así, tan cotidiano. Me acerque, y sin mirarlo me senté a su lado, el me tomó de la mano de inmediato y fue ahí cuando volvió a mi mente la escena donde nos amamos la primera vez. Como una escena de película, saqué a mi perro a pasear por la plaza, era un schnauzer de nombre “filemón”, lo hacíamos cada tercer día, y un miércoles justamente encontré a un gran amigo de la infancia, hablamos mucho tiempo y cuando menos lo pensé ya no estaba el perro, lo busque por todas partes, pero no hubo rastro de él.

La tarde siguiente fui a primera hora a la plaza a ver si tenia suerte, y ahí estaban, Franco y “filemón” sentados en la banca, corrí para abrazar a mi perro, mientras Franco me miraba con ternura, fue instantáneo, lo amé por primera vez por devolverme a mi compañía, luego por ser el mejor amante que haya existido, y al final por ser un caballero, y eso ha durado toda la vida. Lo invite a casa para cenar, 8 en punto de la noche tocaron a mi puerta, al abrir se abalanzó hacia mi besándome en los labios y estrujándome entre sus brazos, me tiró al suelo y me abofeteo, me dijo que era la persona a quien había esperado la vida entera, pero llegaba un mes antes de celebrar su boda, y su vida seria infeliz por el resto de sus días, se quito la camisa y me besó por horas, no fuimos mas allá de los besos y las caricias, fue el momento mas mágico de mi existencia.

Con el pasar de los años lloré noche a noche, esperando que tocara a mi puerta y me tratara como lo hizo aquel día, pero no sucedió, lo encontré a los 20 años de eso en un mercado de flores, era su aniversario de bodas y mi padre había muerto, vaya coincidencia fatal, pero le dejé mi numero telefónico para cuando el tiempo de invertir circunstancias nos llegara y ayer fue ese bello día, como quisiera que tuviéramos las fuerzas para repetir aquel instante, pero mas aun para no soltarle nunca mas la mano.

11 marzo 2009

De la metamorfosis Por Carlos Castro

Ocurrió cuando menos lo esperaba, aunque durante toda su vida había imaginado este instante. Al sentir la primera pulsación escupió una carcajada. El dolor inicio en el coxis y reptó, adhiriéndose con sus garras, a lo largo de la espina dorsal hasta llegar a la nuca. La separación inició justo en la zona del más alto chacra, obligándolo a doblarse.

La excitación y el dolor lo obligaron a liberar sus fauces. Los primeros chorros de sangre pintaron el vómito azul.

A pesar de la estimulación jamás dejo de reír.

Una zanja separó su hermoso rostro en dos hemisferios idénticos. Su tórax mutó en una pintura de Bacon, abierto cual cadáver de res en el congelador de un supermercado. Sus viseras flotaron fuera del tronco y se inflaron hasta reventar, pintando las paredes con su ADN. En ese instante dejó de reír. En ese instante dejó de estar.

Su madre encontró su piel.

Parecías una cáscara de naranja, le contó tras revivirlo.

Entró a su habitación cargando una bolsa con piedras, con las que rellenó su cascarón. Unió sus hemisferios con hilo de oro. Y tras un ejercicio de resucitación, el cual no se me permite contar, volvió a la vida.

Él sobre el regazo de ella. Ella sosteniendo su cabeza, lo recibió con la siguiente línea: Estas curado, hijo. Bienvenido.

10 marzo 2009

GEA (Por: Héctor De Anda)


Las mujeres son un delirio que hay que disfrutar cada que se tenga oportunidad.
Acarícialas, tócalas, llévalas del brazo, huélelas lo más que puedas, mírales sus formas siempre que exista el descuido de su parte.
Deja que su voz te hipnotice mientras las horas se hagan cargo del mensaje.
Cuando estés con una mujer frente a frente, mírate reflejado en sus ojos para ver lo bien que te hacen.
Róbales la nariz con el pulgar como pretexto para pasear el índice por sus labios, sorpréndete de su dentadura justo después de una extracción de muelas.
Cúmpleles el desdén de caminar por el lado del muro, ayúdalas a saltar las piedras, recárgalas en tu brazo, cierra sus ojos y jueguen al lazarillo.
Nada se asemeja a reír junto a ellas en un templo.
Respira su aliento cuando te hablen de frente, compara sus diminutas manos con las tuyas.
Que siempre te toquen el cabello
Que nunca te falte quién te toque el cabello
Por que nunca sabemos el espontáneo momento en el que ellas
Partirán.

SU VOCACIÓN (Por: Magnolia Flores Tapia)


Manuel tenía 19 años, hacía casi un año que había terminado la preparatoria. Durante su estancia en la prepa no fe de los más destacados estudiantes, pero tampoco tuvo malas calificaciones, incluso, tenía muchos talentos, pero fue siempre por su compañerismo y lealtad por lo que destaco… “es un chico muy humano” - eso decían sus profesores.
La escuela termino y aún no sabía a qué dedicar su vida, muchos de sus amigos ya estaban en la universidad e intentando trazar sus destinos y el… ¡nada!. Era raro sentir que vivía sin ninguna pasión por algo, era como ser una sombra en esa inmensidad tan relativa de cada ciudad.
Una mañana despertó antes de lo normal y en realidad no había podido dormir muy bien en toda la noche, decidió arreglarse e ir a pasear en lugar de intentar dormir de nuevo… la mañana era rara, la sintió rara desde el momento en que abrió los ojos.
Mientras caminaba mil cosas pasaban por su cabeza… una de ellas; su vocación. No podía evitar sentir que estaba dejando pasar el tiempo sin sentido alguno, se le iba de las manos con la facilidad del agua. En ese momento hubo un extraño silencio que lo hizo levantar la cabeza, y después un caos… una niña cruzaba la calle y al mismo tiempo un autobús iba circulando, no podía frenar, cuando la pequeña se percató de lo que pasaba no pudo reaccionar, se quedó en shock, pero fue Manuel quien sin pensarlo dos veces corrió y en apenas segundos… preciados, ya estaba del otro lado de la acera, la niña de unos 10 años cuando mucho comenzó a llorar y la madre distraída a penas podía creer lo que había sucedido, ni siquiera Manuel podía creerlo, nadie hubiera reaccionado así, todos estaban solo esperando el amargo desenlace y en tan solo segundos él pudo actuar.
Él solo espero a que la madre llegara a donde él estaba, entregó a la nena y se fue aún un poco sonrojado por las felicitaciones de los demás espectadores. Algunas voces entre esa pequeña multitud que presencio todo le llamaban héroe pero él no se sentía así, a penas podía recordar qué pasó por su mente cuando todo eso pasó, solo podía recordar flashazos de realidad como las típicas escenas de esas películas de acción.
Minutos más tarde y a unas cuadras de distancia todo parecía ser de nuevo normal, el ajetreo común, el ruido normal… ya nadie sabía lo que él había hecho, tal vez al día siguiente ya nadie lo recordaría pero él… él había encontrado su vocación.

Me llaman Bernardo (Jonathan Mata)

Las cosas no andan bien últimamente, no me quiero engañar mas, ha habido una serie de cambios diarios que me están desgastando bastante y a nadie mas parecen importarles, es mas, siento que se están burlando de mi. El viernes de la semana pasada necesitaba comprar pasta dental y una barra de jabón, fui a la farmacia como de costumbre, pero al entrar había un olor nauseabundo, apestaba a pescado, todo estaba lleno de mariscos en la farmacia, camine hacia la caja y le pedí al encargado la pasta y el jabón, él me miró y me dijo – Aquí no vendemos eso Bernardo, esta es una pescadería ¿recuerdas?-, pero yo no me llamo Bernardo y eso no era una pescadería, era una farmacia, lo juro, pero a fin de cuentas las cosas estaban cambiando y no le di demasiada importancia.

Después del incidente en la farmacia llegué a la casa y me di un baño, necesitaba despejar mi mente, pero al ir al cajón de la ropa no había ropa de mujer, todas las prendas eran para hombre, de repente pensé que ni siquiera esa era mi casa, pero si era, la reconocí por el olor. Me puse la ropa de hombre y tome dinero para ir a comprar ropa apropiada, tenia ganas de usar un vestido corto. Al ir por la calle me sentía extraña, debía ser raro para todos ver a una chica vestida de hombre, así que me di prisa para llegar a la tienda de moda en el centro, temía que al entrar no fuera una tienda de ropa sino una juguetería o una fabrica de algo, pero en efecto era una tienda de ropa, entré y tomé un lindo vestido azul pastel y me lo probé, le dije a la encargada que me diera su opinión, ella se quedo atónita y se dio la media vuelta, Oh por Dios me veía gorda!, había ido a esconderse para reírse de mi, pero no importaba, y decidí llevármelo puesto, pero al llegar a la caja para pagar, dos hombres grandes vestidos de blanco entraron a la tienda, me tomaron de los brazos y me sacaron del lugar, me subieron a una camioneta y me trajeron hasta aquí. Ellos me llaman Bernardo, pero están equivocados, creo que están buscando a otra persona.

NOVEDAD RUTINARIA (Por: Blanca Dayane Castro)


Cada 20 pasos se detiene y observa el paisaje, si hay flores le gusta percibir su aroma, de vez en cuando le gusta juntar una piedra que se encuentre en su camino, la cual pasa a ser parte de la escultura que va formando en su casa.
En su casa cuando le llega el aburrimiento deja caer un plato desde la mesa y observa la forma que en el suelo van formando los añicos. Hace mucho que no usa reloj pues no le gusta sentir la presión del tiempo en su vida; hay días que quema papel solo por el placer de ver el fuego y sus tonalidades que van desde el azul hasta el naranja.
El naranja le recuérdalos atardeceres que busca, le gusta que en el cielo haya nubes para encontrarles formas, aunque a veces se deprime por ver morir el día, sin embargo, su ánimo sube al descubrir la primera estrella de la noche.
La noche es toda una aventura, su diversión a veces consiste en cambiar a los grillos de un arbusto a otro, comprar un pan diferente cada día para tomarlo con leche, hay momentos que le gusta correr impetuosamente a lo largo del parque.
El parque tiene mangueras las cuales utiliza para darse un baño a medio día, hace maromas en el césped, un día juntó hojas secas y formó una montaña… toma vuelo y se deja caer sobre ellas, siente la textura y el crujir del otoño en su cuerpo.
Su cuerpo ha sufrido varias transformaciones, tiene una colección de sombreros y gorras que utiliza según su ánimo, es cliente de los tatuajes temporales y su cabello se ha teñido de todos los colores del arcoíris.
El arcoíris es una sorpresa que toma con filosofía, tiene fotos de cuando ha aparecido entre los edificios de su cuidad. Su cuidad es la vida, la vida es algo nuevo cada día, cada día en cada instante que se convierte en una oportunidad, oportunidad de hacer algo fuera de la rutina, rutina que es lo que menos quiere en su vida y por eso busca grillos, maromas y canciones, por eso te busca a ti, lector de instantes de vida.

02 marzo 2009

Mensaje de Samsa

Juramento:

Me he contagiado y es tu culpa. Me has hecho enfermar. Te detesto. Me he convertido en ti y por ello me detesto.

Unos colmillos trituran un cráneo. Ojos en el piso, a cinco metros de separación uno del otro, observan al cerebro imitar una babosa. Se escurre por el muro dejando vida en forma de baba. Dejando memorias que se mezclan con el concreto.

Tengo una obsesión. Una obsesión contra ti. Una obsesión contra mí. Una obsesión a favor de mi alma. A favor de lo que queda de ella.

Somos cómplices. Porque te dejé entrar y me tomaste rehén. Me doblé a voluntad. Hipnotizado fui… hipnotizado soy.

Seductoras notas me transformaron en su intérprete.

Y una mañana noté mi metamorfosis. Aquella mañana bramé. Aquella mañana tomé un hacha y me partí en dos, desde la frente disloque el coxis.

El cadáver reposó en el piso y de los órganos, sangre y excremento creció otra forma de vida. Una nueva forma de vida con una obsesión.

Te he de aplastar. Te miraré como quien mira a un insecto, sometido a la falsedad de la superioridad.

Te destruiré, tomaré tu lugar y destruiré tu legado. El mañana olvidará tu existencia. Mañana serás nada.

Las cadenas se convierten en polvo.

Pasado mañana, cuando mis hijos imaginen, tomaré el mismo rifle que dislocara tu mandíbula y evaporizara tu nuca y haré lo mismo con mi cuerpo. Así aseguraré su libertad. Porque en mi juramento solo he desperdiciado palabras. Porque merece más.

El universo tiene una obsesión: La justicia.

01 marzo 2009

CUANDO NO ES SUFICIENTE (Por: Blanca Dayane Castro)

Te has aprendido su rutina de memoria, tienes programadas sus actividades en tu reloj con alarma para cada una de ellas. Antes del trabajo compra un café que has aprendido a saborear, sabes muy bien los descansos que se toma a lo largo del día y lo que compra a la hora de la comida y en qué supermercado abastece su despensa.
Cada noche luchas contra los impulsos de marcarle al celular para decirle que no puedes más y que haga menos tu soledad. A diario tus sueños te traicionan y visualizas una pradera donde están felices besándose, caminando de la mano hasta el horizonte.
Casi mueres de angustia cuando faltó al trabajo, todas las enfermedades del mundo cruzaron por tu mente… dabas vuelta por los pasillos tratando de calmarte. Entras a su oficina y te sientas en la silla de su escritorio, pasas las manos por la mesa, por el teclado pensando en sus manos escribiendo; tomas el vaso donde toma agua, lo recorres con tu lengua religiosamente, prendes la computadora para leer sus archivos mientras lamentas no saber la clave de su correo electrónico.
El fin de semana fuiste a buscar el perfume que usa, pediste una muestra y la guardaste en un lugar seguro, ves la marca de ropa que usa, compras las galletas con las que acompaña su café y por fin el lunes aparece de nuevo en tu vida, con esa sonrisa cautivadora. Sacas valor y le preguntas cómo sigue:
- Muchas gracias por preguntar. Pero no se quién eres tu ¿cuál es tu nombre?

EL PIANO (Por: Magnolia Flores Tapia)


Liliana abrió la puerta de la casa, justo al entrar su mirada se topo con un charco de sangre, la misma que rodeaba y goteaba desde el piano sobre el cual yacía Daniel, totalmente frío y pálido, ya no había más que hacer. Solo despedirse y tratar de alejar ese sentimiento de decepción y soledad. El reloj ya no marcaba más ese tic tac que tanto le molestaba a ella, pareció haberse detenido en el momento justo en que él dejó de respirar. Tan solo 27 años tenía cuando perdió la vida.
Daniel fue hijo único de un matrimonio que siempre anhelo un hijo y que después de tantos intentos y tratamientos por concebir lo tuvieron a él, fue como un milagro, más amado y esperado no pudo haber sido. Su padre al fin tendría un hijo a quien poder enseñarle y quien siguiera sus pasos, su madre simplemente lo protegía… lo sobreprotegía.
Su posición económica era bastante holgada, no tenían una gran fortuna pero tampoco les hacía falta nada y vivían bastante tranquilos, su padre era arquitecto y su madre trabajaba en casa, diseñaba joyería. Desde siempre más por herencia que por gusto o habilidad propia habían tenido un piano, y aunque solían darle mantenimiento tenía mucho tiempo sin haber sido tocado por alguien hasta que Daniel lo descubrió, lo tocó y se enamoró del sonido, de la sensación y de todo lo que implicaba.
Suplicó días y noches hasta que sus padrea accedieron a que tomara cursos para aprender a tocarlo, su padre nunca estuvo totalmente de acuerdo pero su madre siempre intercedía por él. Tenía 13 años cuando le ofrecieron una beca para estudiar en el extranjero, la escuela la haría a la par, pero su carrera sería la música. Su padre se enojo bastante, jamás vio a la música como una profesión, siempre quiso que su hijo fuera arquitecto y su madre se entristeció pero como siempre lo apoyo. Daniel se fue del país.
Poco tiempo después de que él se fue del país sus padres pelearon cada vez más hasta que no soportaron, quizá, lo único que los mantenía juntos era ese deseo casi obsesivo de tener un hijo, de comprobar que no era cierto lo que los doctores les decían.
A pesar de los múltiples problemas familiares el buen éxito llegó para Daniel, tenía un talento sin igual, prodigio, era poco para él, pero siempre añoró volver a tocar ese piano viejo de la casa de sus padres, fue ahí donde descubrió el amor por la música y fue ese refugio ante los problemas.
No pudo evitar que esa idea de volver a tocar su piano, tenía que viajar inmediatamente y así lo hizo, volvió, pero nada fue tan grato como lo esperaba, sus padres parecían haber envejecido tan rápidamente, su vida se había roto tras aparecer y desaparecer eso que tanto anhelaban. Y el piano, como todo lo que juntos habían logrado fue vendido. Nada se sabía de su paradero, él tenía que encontrarlo a como diera lugar.
Su madre murió tras un periodo de depresión y enfermedad, el duelo de Daniel le hizo olvidarse de todo, y la culpa lo invadía, de su padre no sabía nada y él solo le daba vueltas a la idea de que por él su madre había enfermado y muerto, la única persona que de verdad lo había amado. No sabría decir qué fue lo que lo impulsó de nuevo a salir adelante y aún más a buscar ese piano, amor primero, para refugiarse en los sonidos de alguna espontanea melodía.
Busco día y noche, por diversos lugares y con distintas personas, hasta que casi cuando estaba dando por perdida esa lucha lo vio, en una escuela de ballet, a través de una puerta que lo enmarcaba a lo lejos, sabía que era el mismo. Sin desaprovechar la oportunidad obtuvo de nuevo su piano a cambio de otro, totalmente nuevo. Y al mismo tiempo se encontró con los únicos ojos que habían sido capaces de sacudir su mundo, esos ojos eran de Liliana.
Ella entró a su vida en un buen momento y lo mismo se podría decir de él para la vida de ella, quien era una excelente bailarina de ballet, menor que él y a quien sus padres siempre habían tratado de evitar que hiciera de eso su profesión. Cafés, caminatas, pláticas, besos, enamoramiento y el amor los tuvieron dentro de poco tiempo viviendo juntos. Todo parecía ser bueno para ellos, ella se preparaba más que nunca para una audición, si todo salía bien sería una solista de una importante compañía de ballet. Él trabajaba en unas melodías para un disco de su total autoría.
La soledad no existía en sus corazones, la dulzura era la constante y la armonía mantenía todo en su lugar, hasta que otro evento sacudió la vida de Daniel y provocó otras situaciones en cadena. Su padre estaba enfermo, después de no haber sabido nada de él volvió a verlo postrado en una cama, demasiado enfermo, casi agonizante, y lejos de recibirlo bien se limitó a decir - ¿hijo?, yo no tengo ningún hijo. Las lagrimas volvieron a los ojos de Daniel y fue un shock para él ver a su padre que siempre había sido un hombre fuerte, tan débil. Meses después su padre murió, pero él solo estuvo en el sepelio a lo lejos enterándose de que había tenido otra joven familia.
Las lagrimas y el dolor volvieron a Daniel, ya no tenía familia, ¿había sido culpa suya la decadencia y muerte de sus padres?. Liliana a la par era lo único que lo alegraba, siempre tan dulce… tan dulce y enamorada de él, solo él podía opacar la pasión por el Ballet, tanto que cuando consiguió el contrato como solista dudó en aceptarlo. Cuando él se enteró volvió a sentirse vacio, culpable, deprimido y desesperado, algo tenía que hacer, no quería cargar con la culpa de haber destruido otra vida.
Ya había tomado una decisión, y esa mañana cuando Liliana salió él parecia más alegre que de costumbre, la besó como nunca y se puso a tocar el piano como normalmente lo hacía pero nada iba a ser normal ese día. Justo una noche antes había terminado todas las canciones para su disco, siendo la última melodía una totalmente dedicada a ella, y esa fue la última melodía que tocó. No quería terminar con los sueños de otra persona tan amada, quería sentirse a salvo alejándose de este mundo mientras tocaba en su piano la melodía más hermosa que compuso.
Liliana supo comprender después de tantas interrogantes, después de tanto dolor y tantas lágrimas, alejó su idea del egoísmo, alejó su egoísmo propio y guardó a su gran amor en su corazón. Se encargó del disco de Daniel y se fue del país como solista de una gran compañía de ballet viajando siempre con el piano y poniendo siempre una rosa sobre él.

El pastel mas rico del mundo (Jonathan Mata)

Toda mi infancia la dediqué a buscar el pastel más rico del mundo, y cuando por fin lo encontré algo raro sucedió.

Si yo hubiera muerto en 1976, mi tumba tendría una inscripción que diría “Niño glotón e insatisfecho”, pero hubiese sido terrible morir con solo 9 años, por lo que si muriera mañana en mi tumba estaría escrito “El hombre mas gordo y feliz del mundo”, así es, la vida nos asigna distintos personajes a lo largo del tiempo. Un día, cuando era niño, vi un comercial en la televisión que anunciaba “El pastel más rico del mundo”, le pedí toda la tarde a mi madre que me llevara a la pastelería “Arcoiris” para poder corroborar lo dicho en el anuncio, y después de recibir un par de palmadas en la cabeza por parte de mi padre, fuimos a probarlo.

Yo iba en la parte trasera del auto mirando por la ventana, tuve una extraña fantasía, imaginé que todo en la calle era de pastel, tal vez era un lapsus esquizofrénico o simplemente deseaba probar el ya mencionado pastel del anuncio. Me bajé del auto antes que todos y corrí al aparador para presenciarlo, era grande, cremoso y de chocolate, tenia una cubierta de crema batida con fresas brillantes arriba, entré a la tienda y el encargado me recibió con una sonrisa de oreja a oreja, supuse que estaba acostumbrado a ver llegar niños obesos, hambrientos y ansiosos dispuestos a entregarle su dinero a cambio de unos instantes de satisfacción, mi padre llegó de inmediato corriendo tras de mi, como si fuera yo un loco que se había escapado del manicomio, pero eso no importó, me sirvió una rebanada y de inmediato la tomé como si fuera la única en el mundo, la mordí ferozmente, pero para mi sorpresa el pastel estaba reseco y en realidad no tenia un sabor muy particular, era cualquier otro pastel de chocolate. Mi padre me miró fijamente y le dije que era un fraude, que no era el pastel mas rico del mundo, regresé al auto triste y durante el resto del día me pregunté, ¿Si no es ese, entonces cual es el pastel mas rico del mundo?

La idea rondó por mi mente durante muchas semanas, pero después de una ardua búsqueda me rendí, pensé que tal vez estaría en Francia o Nueva York el tan anhelado postre, y decidí que era mejor dejarlo hasta que el destino lo trajera a mí. No recuerdo exactamente el tiempo que pasó desde aquel día en la pastelería hasta el gran momento.

Visitábamos a la abuela no muy seguido, por varias razones, la primera era que para llegar a su casa había que pasar por 2 horas y media de tren, otra hora en autobús y unos 3 kilómetros andando, mi padre decía que se había mudado a ese pueblo precisamente para evitar que la visitásemos, y la segunda razón era porque ella era un poco sorda, por lo que era toda una odisea mantener una charla con ella sin perder el hilo. Aquella visita fue especial, yo tenia casi 11 años ya, y mi padre amenazaba con enviarme a un campamento para gordos en verano, llegué absolutamente deprimido y abracé a la abuela como si fuera un gran trozo de pastel. Me senté a pensar en mi obesidad temprana en el porche de la casa, cuando de pronto mi abuela llegó con una rebanada de pastel de chocolate, en realidad me dio un poco de pena rechazarla y lo tomé, sabia que no debía comer mas golosinas porque eso me destinaría a pasar el verano comiendo verdura cocida y jugando con niños infelices como yo, pero tomé la decisión correcta, era fantástico, había algo mágico en ese pastel, era como morder una nube de chocolate, no tenia comparación, ahora mismo diría que fue casi sexual.

Pasé todo el fin de semana comiendo pastel, sin importarme que mi sorda abuela cocinara sin parar, era un placer de la vida exclusivo para mí y no dejaría que su vejez se interpusiera en mi placer. Regresamos a casa y no podía pensar en otra cosa que aquel regalo divino de la repostería, sin importar el tren, el autobús y la larga caminata tenia que volver el fin de semana próximo. La semana pasó muy rápido y mi padre me llevó a la estación de tren, me puso en el cuello una medalla como de perro, con todos los datos útiles por si me perdía y me recordó que no comiera en exceso o el campamento me esperaría, no importaba en lo absoluto su indicación, el camino se pasó rápido, caminé como nunca lo había hecho, rápido y sin cansancio, era como caminar sobre pastel de chocolate, y a lo lejos, al ver la casa de mi abuela asomándose, todo fue felicidad, corrí hasta la puerta sin importar mi lentitud, pero al llegar a la casa nadie atendió, pensé que no debía escucharme por su sordera, pero lamentablemente no fue así, me asome hacia adentro y mi abuela estaba sentada inmóvil en la mecedora, estaba muerta.

De inmediato llamé a mi padre para avisarle la terrible nueva, me dijo que esperara por él, estuve casi cuatro horas y media pensando en mi abuela mientras aguardaba por mi padre, me pareció injusto en aquel momento que se hubiera ido sin dejarme probar todo lo que sus gloriosas manos preparaban, estaba molesto con la vida en realidad, pero ahora comprendo que mi abuela se estaba despidiendo de mi, me había dejado marcado de por vida con ese exquisito sabor en la boca, ese sabor que no puedo, ni quiero quitarme.

El pastel de mi abuela era único, y tal vez fui ingenuo por intentar buscar un sabor idéntico al de ese pastel durante los siguientes años, pero ¿que puede igualar el abrazo de una abuela? creo que nada, y ese pastel era un abrazo de ella, algo que era especialmente para mí, que solamente yo atesoro. Quizás mi abuela murió sin saber lo que significo para todos nosotros, sin saber lo que su simple presencia en este mundo era capaz de hacer, sin saber lo buena que era en la repostería, e incluso sin saber lo mas importante, que me hizo el mejor regalo que se le puede dar a un nieto, lo que siempre quise, me regaló el pastel más rico del mundo.