31 julio 2009

AMAESTRANDO TIGRES Y MIEDOS PASADOS (Por: Blanca Dayanne Castro)

¡Señoras y señores, niños de todas las edades, con ustedes, Armando, el magnífico!
Y luego salían mis tigres, se acomodaban en unos taburetes, salía con mi traje naranja con rayas azules, hacía una reverencia al público… pero esa tarde me quedé helado 5 segundos cuando vi una criatura casi perfecta sentada entre el público observándome con unos fantásticos ojos color miel.
El rugido de un tigre me devolvió a la tierra y lucí mis mejores movimientos volteando de vez en cuando a observar a esa magnífica mujer que había conquistado mi atención. Al final de la función se acercó a mi para decirme que admiraba mi valentía y preguntarme si usaba el mismo traje todas las funciones.
El cielo nocturno fue presencia de mis fantasías, recordaba su piel blanca y so voz que me incitaron a buscar otro traje en mi armario, cuando salí a la carpa la busqué entre el público, ahí estaba en primera fila, con una sonrisa encantadora. Tuvo que esperar a que se fueran las chicas que coleccionan autógrafos, a que terminaran de tomarse fotos conmigo teniendo una de las jaulas de tigres de fondo y entonces se me acercó primero muy tímida preguntándome si me gustaba el queso.
Me perdía en su mirada, la tomé de la mano para que pudiera acariciar a uno de los tigres (que buen pretexto)… yo no sabía qué hacer, solo sabía de mis poses y de amaestrar tigres, ella era diferente, no quería autógrafo ni fotos y eso me daba un poco de miedo. Todas las noches que estuvimos en su pueblo, ella se sentaba en primera fila a verme para después ir a darles de comer a los tigres, pasear y soñar despiertos al compás de los rayos de luna. Pero solo teníamos eso, un espacio del tiempo para coincidir, el espectáculo debe continuar
¡Señores y señoras, niñas y niños, recibamos con un aplauso a Armando, el magnífico!
La fuerza de la costumbre me hace seguirla buscando entre el público

Volver... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Desde hace poco regresé al circo y no pude contenerme de escribir. Tenía años sin volver y mi reencuentro con este mundo fue de una manera muy extraña, poco convencional… en realidad mi vida siempre ha sido poco convencional.
Crecí en un circo. Mi abuelo, el padre de mi madre era el dueño del circo y por ende mi madre al ser hija única lo heredó. Mi padre es un payaso y es extraño tener un papá payaso, fue como tener a un amigo, una diversión y un padre en uno solo, realmente era divertido y ni un momento dejó de ser estricto. Tengo varios hermanos y a la fecha todos trabajan en el circo; uno de mis hermanos es payaso junto a mi padre, un hermano y hermana gemelos se encargan de la magia, y otros dos hermanos junto a otros chicos son los trapecistas, yo soy la única que hasta hace poco estaba alejada del circo.
Soy enfermera, desde pequeña recuerdo que me llamó la atención. Sí claro, siempre estuve al pendiente de todo lo que tuviera que hacerse en el circo… mi casa, era muy divertida la vida del circo y no lo voy a negar pero a veces yo no lucía del todo feliz. No re en realidad cuándo me di cuenta, ni de qué manera me empezó a gustar la medicina, el caso es que cuando llegó el momento de decidir siempre preferí la escuela y finalmente la universidad para estudiar enfermería.
Fue difícil, tuve que luchar contra mi misma incluso, después con la confusión y sentimientos de mi familia. Al final tuve que quedarme sola a seguir mi sueño, la vida del circo no es estática y yo tuve que quedarme en una ciudad, despedirme de esa vida y ver partir al circo. Por primera ves yo me quedaba a decirle adiós a esos colores y sabores, a los animales, a las sonrisas… a mi familia. Siempre era yo la que decía adiós a esas nuevas ciudades y nuevos amigos, pero en esa ocasión me quedé y casi estaba segura que le decía adiós a esa vida para siempre.
Pasaron los años, solo veía a mi familia cada que el circo volvía, y a veces… varias veces intentaron hacerme volver con ellos. Terminé la carrera, y con todo y esfuerzo, soledad, lagrimas… conseguí una mención honorifica y trabajo en un hospital. Fue gracias a ese trabajo que mi vida empezó a tomar un rumbo bastante cálido, mi vida empezó a arreglarse.
Por lo general soy lo más amable que puedo con los pacientes, a fin de cuentas ellos van al hospital a recuperarse, a mejorar su salud y tienen que estar tranquilos y contentos, no incómodos y recordando siempre su pesar más allá de sus dolencias, pero hasta ahí, el involucrarse de más con un paciente nos causa un desgaste emocional bastante agotador.
Sin embargo, cuando ella llegó al hospital no pude más que encariñarme, sus ojos eran preciosos, su carita era angelical, era una niña divina y por desgracia estaba enferma… no sé por qué me encariñé tanto con ella sobre todo a primera vista, por suerte estaba dentro de los pacientes que yo atendía y me desvivía por hacerla feliz, su sonrisa era hermosa, simplemente solía quitarme el cansancio y casi hubiera cambiado de lugar porque ella no pasara por tantos padecimientos.
Cada día trataba de hacerla lo más feliz que podía, y realmente no comprendía cómo sus padres podían dejarla sola por tanto tiempo. Me sentía increíblemente unida a ella, tal vez malamente me encariñé tan pronto a ella, la adoraba, se convirtió en uno de mis motivos. A veces venía a mi mente la idea de la reencarnación y descabelladamente trataba de explicarme a mi misma que quizás en otra vida ella fue hija mía. Y sabía que ella también estaba muy tranquila conmigo. Solía quedarme horas extras solo por cuidarla cuando sus padres no estaban, muchas noches pasé en vela y unas tantas veces más ella se durmió en mis brazos.
Fue una noche de esas en que los dolores no la visitaron y las medicinas no la durmieron que por la noche mientras veíamos un increíble cielo estrellado me pidió que le cumpliera un deseo, su deseo era sencillo, bastante, ella quería ir al circo, nunca había ido a uno, sus padres se negaban a llevarla y ella estaba muy entusiasmada por ir a un circo, ver los payasos, magos trapecistas, comer algodón de azúcar, en fin soñaba con conocer ese mundo.
Yo me quedé sin palabras pero prometí llevarla. Sus padres ni hablar, jamás accedieron, no iba con sus propios principios, pero ella era su hija y estaba irremediablemente enferma…. Yo no iba a quedarme con los brazos cruzados y decidí jugarme el todo. Me enteré que el circo de mi familia estaría en la ciudad y aunque la última vez que los había visto no había quedado de lo mejor nuestra relación, por ella decidí intentarlo. Pedí permiso para llevarla de paseo, un paseo falso, pero accedieron y me fui decidida a cumplir el sueño de mi niña.
Mientras íbamos de camino en un momento de silencio me puse a pensar en lo increíble que era que yo quisiera tanto a esa niña, sin ser mi hija.
Al llegar al circo, saludé a mamá y después fue un silencio incomodo el que me dio por saludo mi padre, le presenté a mi “amiguita” y se transformó, le dio un globo y le dio un paseo por el circo, ponys, elefantes, conejos…. Lugares preferentes para ver la función y una función inigualable. Fue increíble para la niña ver todo ese espectáculo dedicado a ella y fue emocionante para mí recordar mi niñez y reencontrarme con mi familia, después de la función fue una velada llena de risas y magia, literalmente magia.
Se que ella jamás olvido esa velada e incluso hasta en su último aliento me agradeció aquella noche. Tras su partida física no pude más permanecer en ese lugar, así que sentí que debía volver a mis raíces y poner todo en orden. Dejé mi brillante carrera, mi gran departamento, mi especialidad que estaba por empezar y volví al circo, después de todo aquí también necesitan enfermeras y yo… volver a mis raíces a mi manera.

30 julio 2009

POR UNA ESTRELLA (Por: Marcela Dávila 10.)


Nunca supe jugar el juego, nunca quise jugar el juego, ganar o perder en ese tablero, qué más da… mi mente es un rompecabezas que llevo años tratando de armar, cuyos pedazos se van uniendo por temporadas, por efecto de la sincronicidad de Jung y que no concibe a veces otra razón que la del Cuore.

El Cuore es prisión de sentimientos que en mi caso, fluyen con libertad por los caminos de cada arteria o vaso que les da la gana. Cuando eso ocurre, olvido el juego y me dispongo a existir, con el poco tacto o entendimiento que la vida me dio de éste.

Una vez cada tanto, en periodos eternos de tiempo, un cometa aparece entre las miles de estrellas que pueblan el cielo nocturno que avistan mis ojos sobre la carpa del circo en el que coexisto con más seres curiosos, y hace latir mi corazón, recordándome cuán bella es la vida… Una vez en cada tanto, se activa la chispa de lo especial y entonces respira mi pecho un aire nuevo y beben mis labios de un manantial cuyas aguas siempre están en movimiento, y la magia del cometa se desprende del manto celeste para iluminar la temporada con una sonrisa y felicidad.

Y no sé jugar el juego, porque nunca pregunté a la sociedad cómo se juega; me conformo con las rayuelas; elijo visitar a una anciana en el centro de la ciudad, para que me dé esperanza como mi abuelo me enseñó en algún tiempo: Pagando cinco pesos para que un ave enjaulada me lea la suerte a cambio de un poco de alpiste. Elijo al ave, porque nunca deseé aprender el juego de subir al cielo a hurtadillas y aprisionar cometas en frascos para coleccionarlos en un desván polvoso y oscuro, como he visto que pretenden hacer muchas personas.

Con hilo de plata y aguja de marfil, atrapan al astro que yo no sé atrapar, porque creo en la libertad de sus colores y en el brillo de la luz que comparte con tantos… ¿Sabes? En el circo uno aprende muchas cosas nuevas, entre ellas, el valor de la libertad y el poder conservar los minutos en baúles por periodos largos de tiempo. También se adquieren elementales herramientas de supervivencia, como la técnica para alimentar a un elefante y leer viaje al centro de la tierra de Verne al mismo tiempo, mientras se pintan estrellas en el techo de la carpa circense para no tener que tomarlas prestadas del universo durante la función.

He visto un cometa, y si esto es así, entonces mi Cuore ya no distingue más la diferencia entre milenio e instante y permite que fluyan las emociones en libertad, sin jugar el juego, con la única condición de ser y simplemente ser, independientemente del resultado… ¿Qué más da ser humano? Sentir…Vivir…para eso estamos aquí…

Éste cuento se desvanece junto con las notas suaves de una vieja melodía que se escapa de una lejanía perdida desde un momento en el tiempo, hasta el instante presente y da un salto a la eternidad…

FIN

21 julio 2009

SUEÑOS (Por: Marcela Dávila 10.)


SUEÑOS…

El viento acariciaba su rostro, cargado un poco de arena y rocío, porque había caminado sobre sus pasos a la orilla de la playa desde hacía horas. Llevaba en la mano tan sólo un cuaderno, un bolígrafo en el bolsillo y la sensación de que sus sueños ya no podrían ser arrancados por la marea de ese azul infinito que se levantaba frente a sus ojos.

Vagos recuerdos de rostros extraviados en la lejanía, iban y venían junto con las visiones de la mar, porque cada vez que empuñaba la pluma para plasmar algo nuevo en el papel, algo mágico ocurría.

“El viento sopla sobre el rostro suyo…” Ella vuelve a mirar lo escrito y lo tacha con tinta, remarcando las líneas negras una sobre otra y luego continúa la ruta de éstas: “ La calle oscura impacta sobre la acera, la sombra del hombre que se detiene frente a la casa gris…” Ella escribe de pie y se aproxima a una roca para seguir su redacción sentada sobre esta, el sol comienza a descender y a perderse bajo la delicada línea de lo que alguien llamó horizonte algún día por primera vez, quizás en una tarde como esta :“ …Un hombre que hace tiempo ha perdido todo horizonte y que conoce la casa en cuyo interior yace…” Se detiene un segundo y baja el bolígrafo, para mirar el horizonte, tras la pausa, puede continuar: “ …quien en sus sueños lleva su claro recuerdo en este preciso momento…” Sin detenerse más, ella deja que corran las palabras y conforme lo hace, el cielo se tiñe de colores cobrizos y rojos que ilustran la atmósfera de su cuento: “…Aquel extraño que aparece periódicamente y a hurtadillas mira tras la ventana de su habitación, buscando el momento oportuno en que su mente se decida a irrumpir al fin en el dormitorio, ingresar por esa ventana que permanece abierta por las noches…” Suspira mientras clava su mirada en la tinta que se impregna en el papel, se absorbe poco a poco y retoma su forma de sus letras: “ …dar un par de pasos silenciosos y aproximarse con la soga, que guarda desde hace meses, entre sus manos ávidas de sentir el calor de su cuello apagándose lentamente” Una sensación de malestar la obliga a llevarse la mano izquierda al cuello, pero sin dejar de escribir: “mientras la pesadilla de aquella que yace en el lecho, se convierte en realidad y el hombre presiona firmemente el pedazo de cuerda que corta la piel y quema su superficie tersa y suave” Una sensación de asfixia invade a la joven que escribe sentada sobre la roca frente al mar, el aire pasa con dificultad y ella inhala más y más profundo, buscando detenerlo todo, sin ser capaz de frenar el curso de la escritura: “ La mujer abre los ojos y ahoga un grito al ver la mirada del asesino que trata de contener la sonrisa que se le escapa inevitablemente de los labios” Ella mira frente a sus ojos la mirada terrorífica de quien ha poseído su escrito y ahora se posa junto a la roca en cuclillas, dispuesto a verla escribir el final sin piedad: “ Conforme los segundos transcurren, la mujer va debilitando la fuerza de las manos que ha puesto sobre las de su perpetrador para evitar el fatal desenlace y aquella resignación propia de una muerte segura ya invade sus pensamientos” La joven lucha contra su propio puño para cesar la escritura, el sujeto del cuento no deja de verla y reírse mientras asesina brutalmente a la mujer de la historia que ha surgido de un lugar desconocido de su mente, o de otro lugar inexplicable, ella se debate entre la asfixia y los trazos que cada vez garabatea con más dificultad.

De pronto, un rayo parte el cielo sobre el océano y el asesino vuelve la mirada asustado para conocer el origen de tal ruido, la presión en el cuello de la joven cesa un segundo mientras el extraño se distrae y ella aprovecha para dirigir el bolígrafo de un lado a otro de la hoja, tachando e inundando de tinta todo el texto. El hombre vuelve a ver a la joven y lo que antes era una sonrisa, ya transmuta en una mirada de horror, mientras ella sigue rayando el texto sin parar: “Las manos de la mujer retoman su fuerza, las coloca sobre las del hombre que sostiene la soga y poco a poco comienza a retirarlas de su cuello, mientras este segundo retrocede en la penumbra de la habitación” La joven siente el alivio del aire entrando por cada vía sin ninguna obstrucción y el sujeto comienza a desaparecer conforme las letras de lo narrado se pierden bajo un mar de trazos negros que lo borran en el papel y también de la realidad.

Segundos más tarde, lo único que queda es el océano, las manos de la joven llenas de tinta y la quietud de la noche entrando por sus pupilas, ella cierra el cuaderno y al hacer esto, aquel mar desaparece junto con su brisa, entonces se acomoda en su cama, se pasa la mano por el cuello un poco herido y se dispone a dormir, no sin antes ocultar bajo la cama, el cuaderno y la pluma de alguna otra realidad.

20 julio 2009

El gran bastón de caramelo (Jonathan Mata)


Hay decisiones en este mundo que te aseguran una muerte lenta, pero aun así se toman día a día, comenzar a fumar, no hacer ejercicio, ir a vivir a una gran ciudad o simplemente buscar a tu padre biológico. Decidí investigar quien era mi padre después de 25 años, mi madre me dijo un día que si quiera averiguar sobre eso no contara con ella, pero cuando supo de mi decisión, me dio un papel con una dirección escrita, me sentí de maravilla.

Me tomo un par de días decidirme a ir, pero un buen jueves me puse guapa, tome mi titulo universitario, las fotos de mi vida y fui para apersonármele a un hombre que me dio la vida, pero que al mismo tiempo era un completo desconocido.

La dirección pertenecía a una casa pequeña de un barrio marginal, estaba muy nerviosa por ir sola, pero no me importó, toque la puerta pero nadie abrió, la gente alrededor me miraba mientras murmuraba burlona, comencé a sentir miedo. De inmediato un hombre viejo se acerco a mí.

-¿A quien esta buscando señorita?
-Al hombre que vive aquí, respondí.
-¿Sabe usted a quien esta buscando?
-Si señor, a mi padre.

El hombre comenzó a alejarse poco a poco hasta que entro a su casa, me sentí humillada en ese momento. Me dirigía a mi auto cuando el hombre salio de la casa con una llave, se dirigió a la casa de mi padre y abrió la puerta, me miro esperándome para entrar, no sabia si era una buena idea, pero de cualquier modo iba para conocer a mi padre y no me iría de ahí sin verlo.

Al entrar me topé con un pasillo lleno de mascaras de niños con expresiones de pánico, sentí ganas de llorar, había un olor nauseabundo de humedad, había juguetes por todas partes, el hombre delante mío caminaba cauteloso, tratando de no tocar nada. Al fondo de la casa se podía ver una silueta inerte, tenia el pelo alborotado, como un payaso.

Mientras avanzábamos se podía escuchar cada vez mas próxima una melodía circense que me parecía familiar, subimos unas escaleras y llegamos a otro pasillo, estaba lleno de retratos de niños maquillados de payaso, todos con los ojitos cerrados, de inmediato quede paralizada, le dije al hombre que quería salir de ahí, y aunque me miró, pareció no importarle y siguió caminando, llego hasta una puerta roja y toco dos veces, después de unos segundos apareció un hombre de unos 60 años, con la barba larga y el cabello alborotado, usaba un bastón rojo y blanco, como un caramelo gigante.

El hombre que me llevo hasta ahí agacho la mirada y se retiro, dejándonos solos al hombre del bastón y a mi.

-¿Qué quieres?

No pude responder ni una sola palabra, nos miramos por varios segundos, pero no sucedió nada.

-¿Terminaste de juzgarme?, Preguntó.
-No vine a juzgarte, solo quería conocerte.
-Ya me conocías ¿recuerdas?
-¿Cómo dices?

De repente recordé algo de mi infancia que no hubiera querido, aquella música, aquella silueta de payaso, nunca fue una pesadilla, fuiste tu papá.

INSPIRADO EN UNA HISTORIA REAL (Por: Blanca Dayane Castro)




La madera cruje bajo sus pasos y el aire empieza a recorrer el lugar. Han decidido entrar en ese pueblo enclavado en medio del bosque.
La placa de la iglesia tiene la fecha 1783 grabada en una placa, algunas partes están en ruinas y huele a humedad. Al ir caminando sienten las miradas de los santos sobre sus hombros, esos muñecos dotados de vida propia son capaces de escarbar entre la conciencia; siguen caminando hasta el altar… las manos sudorosas se entrelazan con fuerza acompañadas del murmullo de una gotera lejana.
El silencio se vuelve tan intenso que el mínimo ruido altera el corazón, el razonamiento empieza a encontrar formas caprichosas en el salitre de las paredes y los pasos que parecen acercarse a otra dimensión.
Al lado del altar hay un pasillo y luchando contra la adrenalina siguen caminando, cuando la vista se acostumbra a lo lejos aparece la luz de una vela y entonces la curiosidad apresura el paso hasta que se dibuja la figura de un monje escribiendo en una mesa de madera.
- ¿Hola?
Él sigue escribiendo, literalmente con una pluma y un tintero en un papel amarillento, su manto maltratado deja ver trozos de piel y una capucha cubre su cabeza. Sin levantar la vista contesta con una voz grave:
- Salgan de aquí
- No fue nuestra intención molestarlo
Suspira y suelta la pluma, pone las dos manos en la mesa.
- No pertenecen aquí, salgan ahora.
La vela se apaga y en ese momento deciden dar media vuelta y regresar lo más rápido posible. Se encuentran de nuevo con la mirada acusadora de los santos, los pasos se tornan en grandes zancadas hasta llegar al automóvil y sin más se van del lugar.
En medio del camino se detienen, hay una pequeña cabaña donde venden queso y leche. El dependiente los ve asombrados
- ¿Pues qué les pasó?
- Hay señor, es que en ese pueblo tienen ustedes a un monje muy raro.
- ¿Cuál pueblo?
- Pues ese que está… ¿Dónde quedó?... Desde aquí se tendría que ver

DIZQUE CUENTO DE TERROR LLES O RAIT (Por: Minerva Bañuelos)




Ricardo: ¿No me digas que nunca habías estado en estas reuniones? Gelatinas multicolores, pastelillos amigables, licores sublimes y una gama de vaginas y penes para toques el cielo.
Animal: ¿Es que me debería de sorprender esto amigo? Dame un cigarrillo este frío me esta calando.
Ricardo: Toma me los encontré en el baño.
Animal: Bien inservible, hay una cosa que quiero que quede clara, este dizque festín hippie, no es mas que una descarga de lo que la sociedad es. Es decir, una completa mierda. Que quieres que te recuerde otra vez mi biografía casi perfecta.
…………………………

Escuché unos pasos arriba de la azotea y detuve la expulsión de esas piezas gruesas y olorosas.
Continué leyendo el absurdo guión de mi novia. Siempre pensé que su estupidez era natural pero, esta vez se había pasado de la línea. ¡Que idiota es ¡ ¿Piensa qué con este guión alcanzará la fama? Me di cuenta que perdía mi tiempo, y aunque en la cama es una SS-r machine, me asqueaba su brutalidad. Salí del baño muy relajado, por fin me sentía liberado y en eso, sonó mi celular, era ella. No le contesté. Es mejor dejar las cosas así, que vea que ya no tengo interés, y así me evito dramas baratos. Me senté en el sofá media hora, intentando sintonizar algún canal que me ayudara a matar mi ocio. No debió sorprenderme, pero la inmensa porquería que pasaban en ese momento en la televisión no permitió que permaneciera hipnotizado a ella.
De repente como le pasa a muchas personas, tenía ganas de algo, pero no sabía de que.
Decidí salir a caminar sin rumbo fijo, casas, avenidas, semáforos, carros, luces, banquetas quebradas, ruido, ruido, y más ruido.
¿Qué iba pensando en ese momento? En nada.
En algún momento me pareció ver una silueta perfectamente delineada. Obviamente los sentidos tenían que haberme engañado. ¿No existe lo perfecto, o sí? Como haya sido, me intrigó y tomé un atajo por un pequeño parque para alcanzar a ver a la fémina. Lo único que deseaba era que no tuviera la suerte de perro y resultará un travesti. La luna es testigo que eso no era. Lo juro.
Si le hablaba, un shuu, o un piropo de esos baratos, tal vez voltearía y empezaríamos a conversar pero, es que parecía que llevaba un cohete en su flamante culo. Todas estas ideas me pasaban en mi mente a velocidad de la luz. De repente se detuvo, y entró a un conjunto habitacional, muy ordinario por cierto. No había duda que sabía que la perseguía porque, se movía como una palmera en un Tsunami, pero su cuerpo a cada paso que daba se volvía más deseable. La imaginé completamente adherida ami cuerpo, succionando mi falo divino. ¡Sin sonar engreído! Dejó la puerta abierta y empezó a quitarse la ropa. ¡En verdad que ella lo hizo! No podía creer mi suerte. Y aunque no volteaba para verle su rostro, mis exigencias no importaban en ese momento. Pues si te dije ¿No? Ese día tenía ganas de algo y allí supe de qué. Provocado el límite de mis órganos sensoriales, no pude más y yo también comencé a quitarme la ropa. La penetré fuertemente y al culminar ese placer carnal voltea y….
Permíteme necesito que salgan lagrimas, ella, la silueta extraordinaria, era el diablo.
THE END


¡Alejandro apaga la computadora y vente a cenar ¡
Le contesté a mi madre que no tenía hambre. Me quedé enfrente del monitor cinco minutos analizando ese correo. El remitente era desconocido, pero aparte, no entendía ni un carajo de esas líneas. En fin, era algo sin sentido. Eso pensé. Esa noche iba ver a mi novia, pero le llamé y le dije que me dolía la cabeza, que si podía verla mañana.
Al día siguiente llegaron mis amigos alarmados gritando que habían matado a Cristina ¡Que habían matado a Cristina! Cristina, mi novia. Es lo único extraño que sucedió señor oficial, yo no estaba con ella, pero yo la maté por no haber salido con ella, por leer esa carta electrónica de ese email tan llamativo diablitapicosa @hotmail.com

Tiene que creerme…

11 julio 2009

P.D. Por Carlos Castro

¡Oh, Gran Tirano, cuando yazcas entre mis dígitos te despellejaré para luego derretir tus capilares y venas con el fuego de mis palmas para que tu agonía se dilate hasta que me canse de lacerar tu cuerpo!

Nos encontrábamos en una de esas tediosas y aburridas cenas familiares, llenas de pretensión tan pura que me impide si quiera tragar un bocado. Palabras innecesarias brotan de los hocicos de quienes se aman porque su ADN así se los ha impuesto.

¡La esclavitud triunfa!

De repente la mano toma la prótesis y con ella martilla la nuca del alfa, un anciano que carece de sabiduría.

La mente dicta: hoy en día todos llegan a viejos pero los sabios siguen siendo tan escasos como en la prehistoria.

Un trozo de cerebro se incrusta con suavidad y delicadeza entre los dientes de la más bella de la familia.

No hay gritos. Hay silencio. ¡Por fin he encontrado su atención! Me miran como un imbecil adolescente en su primer viaje psicodélico con la oportunidad de esclarecer las voces pero que solo se dedica a ver, bailar y reventar el sudor de su cuerpo al compás de la música del fin del mundo.

La prótesis eructa del cráneo y en un salto olímpico revienta el ojo de su mujer, el corazón de su hijo y el vientre embarazado de la futura madre. Aunque de madre solo lleve la vagina dilatada a punto de dar a luz. ¡Ya no hay madres, padre, solo hembras que quieren transmitir su malestar al resto de la humanidad!

Despido la palabra y la idea que la engendra. Descarto el efímero dolor, lo inasible del hombre. ¡Quiero destruir tu sonrisa de moda, desfigurar tu belleza de temporada de verano!

Al siguiente parpadear estamos bailando entre mil cuerpos (esto parece más una asquerosa reunión política organizada por Caligula).

¡Larga vida a la nueva carne! Bramo. Tenso el esfínter y se detona la bomba. Sus sonrisas, sus lágrimas, sus cantos, vaya mierda, vaya pasado. Amen.


Extracto de Libro de historia del año 2009.
Primera edición, 2014.

10 julio 2009

¡SÍ... LO SOY! (Por: Magnolia Flores Tapia)



“No, tú no eres celosa, tú eres bien relajada, nunca me celas”, bueno, eso era lo que él siempre me decía. Mmmm si supiera. Realmente suelo ser una chica tranquila, no me gustan los conflictos, prefiero evitarlos, es por lo cual hasta el momento a nadie le he armado una escenita de celos, pero de ahí a no serlo hay un largo trecho, después de todo la ropa sucia se lava en casa.

Pues bien, suelo ser una celosa moderada, incluso a veces acostumbro celar hasta a mis amigos, creo que a todos nos pasa en algún momento cuando nos dejan de poner atención, o cuando por ejemplo no nos agrada la persona que es su pareja o simplemente no nos cae bien el amigo o amiga que empiezan a frecuentar.

No sé, la relación de él (mi novio), con ella siempre me causo celos, unos celos enormes, incluso desde antes de ser novios. Por lo general siempre he considerado que desde que éramos amigos él y yo teníamos una relación especial, y ella era la única que tenía una relación similar… ¡ay, la detestaba!... cada que veía un mensaje de ella o de él en sus paginas personales, sí de esas de facebook y similares. No es mentira, me hervía la sangre… es que con esa carita de mustia y esos mensajitos…es insoportable para mi.

Por suerte, estuve un buen tiempo sin saber mucho de ella. Mi amigo se convirtió en mi novio, comenzamos a vivir juntos y bueno, yo no sabía mucho de ella, al menos no veía los mensajes que se intercambiaban y mi vida iba mas o menos tranquila, él estaba conmigo y casi no sabía de ella, hasta que todo eso se acabó… “amor, viene mi amiga… de visita a la ciudad, la invité a cenar un día a la casa”… sentí de nuevo ese hervor, pero, que tantas idioteces no hace uno por amor… “esta bien mi amor, que bueno que la invitaste”, traté de sonar natural al decir lo anterior. No sé si me creyó, pero tampoco le canceló a ella.

Llegó el día y sonó el timbre, él abrió la puerta y entró ella… tenía una voz tan molesta, es cierto lo que dice mi abuela “cuando alguien no nos cae, nomás no nos cae y ya”, y pues ya saben, con sus chistes locales, su voz molesta, su “cariñito” por Mi novio… y yo con mi carota de seriedad entre que medio ponía atención y medio fingía una sonrisita… me estaba colmando el plato ¿por qué?...no sé, creo que solo por existir y estar ahí conmigo y mi novio y su vocecita y su “cariñito” por mi novio “su súper amigo”.

Ya solo tomábamos vino y charlábamos, bueno, charlaban. Y que se atreve a hacer un comentario mío, no me agradó en lo absoluto, ¡¿quién rayos se cree para hacer bromas acerca de mi, no es mi amiga?! solo sonreí y aguardé el momento para contraatacar, la venganza es un plato que se come frío ¿no?.

Y se presentó mi oportunidad. Tomábamos vino tinto, es difícil sacar su mancha en la ropa y más si es blanca como su vestidito ñoño… oops que torpe fui, moví la mano y tiré la copa, el contenido fue a dar a su vestido. La ayude a limpiarse y fingí un “lo siento, que torpe” mientras reía por dentro, mi venganza se cumplió. Minutos después mejor dijo irse. Él me dijo queso la acompañábamos, yo le dije que estaba cansada y que fuera él. Cuando llegó él, estaba serio, me dijo que si había sido un accidente lo del vino o no. Le inventé algo que no creyó del todo.

Sabes bien que no la soporto, pensé que lo recordabas y pensé que la soportaría pero prefiero seguir evitándola – le dije finalmente y le di la espalda. Se escuchó una risita y me abrazó de la cintura y me dijo al oído – ay celosita…

MI POSTRE FAVORITO (Por: Blanca Dayane Castro)

No contaba con que la sangre manchara mi ropa y eso, ciertamente no estaba en mis planes, pero no importa porque ahora probaré tu sangre y tus células formarán parte de mis latidos.
¿Sabes? Si no hubieras hecho esa llamada la muerte se alejaría un poco de este cruel destino mas era inevitable con tu actitud de que todas eran mejor que yo: desde el peinado, la ropa, el dinero… Oh si, era consciente de las miradas y halagos silenciosos que propinabas en cada oportunidad.
Tu sangre tiene un sabor agridulce, el olor de tu perfume hace que se aturda mis pensamiento y recordé aquella tarde en que pronunciaste el nombre equivocado mientras yo pensaba “¿quién es ella?, ¿dónde vive?? ¿qué hace en tu vida?” y recapacité en las miles de veces en que solo me llamabas “princesa” y deduje que era mas fácil que recordar mi nombre de telenovela antigua.
Te invité a cenar a mi departamento y mientras cocinaba una pasta me llamaste para preguntar qué llevabas de postre, yo dije: “un pay” y al fondo escuché una voz femenina pronunciando tu nombre y ordenándote que te apuraras. Por mi mente cruzó ese nombre equivocado con que el que alguna vez me bautizaste.
La cena estuvo deliciosa y como se te olvidó traer el pay me estoy bebiendo tu sangre de postre.
Si, la sangre manchó mi blusa gris y ahora tus células se mueven con cada pensamiento que recuerda tu nombre… los cuchillos sirven para algo más que cortar verduras.

Ladrón de tiempo… (Por: Marcela Dávila)



Eres la mirada anónima que lee mis líneas, que escudriña cada letra en busca de su propio punto de fuga y se reserva el comentario para un adentro de cuya puerta no conozco el ingreso…

¡Y llegué a sentir celos! celos de ese anonimato, de tu impertinencia, de la determinación tuya para recorrer con la mirada cada una de mis palabras, de permitir que esas emociones traducidas en signos al interior de una hoja fantasma se delinearan en el contorno de tus ojos sin que yo los pudiera ver. Celos… que se disuelven ya en ideas y estas ideas retoman su forma en palabras, para convertirse en imágenes, imágenes que serán panorama de alguna de tus visiones y entonces seré yo quien te estará robando el tiempo mientras lees cada párrafo y te tomas un café, y entonces ya no sentiré más celos, porque así como mis palabras serán tuyas por unos minutos, tus minutos serán míos por cada palabra que te haya usurpado un trozo de ese aliento que no puedes evitar introducir en tus pulmones, para hacer bombear tu corazón.

Y así, en este preciso instante, el tiempo que me tomé en redactar este mensaje para ti, se torna en un solo tiempo con ese que te tomas ahora para continuar la lectura de mis minutos, nuestro tiempo es uno, te pertenece y me pertenece ahora, y con cada movimiento en dirección a la siguiente oración yo recupero mis segundos y tú, el anónimo, el espía de este mensaje, el lector… haz invertido sin querer el reloj de arena propio de una simple lectura y al mismo tiempo te regalas más de éste para ser cómplice de este juego que, anónimo o no, ya comenzaste a jugar…