15 enero 2010

ENCUENTRO - Por: Blanca Dayanne Castro

Inténtalo, repite muchas veces su nombre y verás que no tiene significado. Pero no lo repitas rápido, haz una pausa y reflexiona… vamos, no me creas e inténtalo.
Si, se puede odiar a una persona por el solo hecho de cómo camina, ver cómo entra en esa casa vieja estilo francés y envidiar su vida. Imaginar cómo son sus comidas rodeado el lugar de antigüedades caras. Odias que pueda dormir en una recámara 10 veces más grande que la tuya y despertar admirando los jardines llenos de malvas.
Y para colmo ni si quiera voltea a verte, sientes que se te sube la bilis cuando arranca en su automóvil del año dejando tras de sí una oleada de perfume… de regreso pasabas por ahí y escuchaste un llanto; te impresionó que pudiera estar triste con una vida tan perfecta así que te sientas a su lado y sus ojos te cambian la vida.
Desde entonces se besan en cada cuarto de la casa, detrás de las malvas pasean tomados de la mano y su nombre entonces adquiere sentido en tu vida

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