01 octubre 2009

AVANZANDO - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Cinco años era lo que Elisa llevaba a lado de su novio Roberto, ella siempre creyó que él era el hombre de su vida y la prueba era el hermoso anillo con un enorme diamante que portaba en el anular de la mano izquierda. Ya no sabía muy bien qué significaba la palabra “compromiso” o más bien porque era algo tan difícil de sobrellevar al menos para los demás. Claro que había tenido fallas, como humana era natural que fuera un ser imperfecto, aunque siempre trato de ser lo más apegado a las necesidades de él. Y ahora un extraño frío envolvía a su corazón, ese corazón que al inicio del día se sentía tan dichosamente enamorado y que antes de que muriera el día había sido brutalmente destrozado.
Solo estaba esperando que llegara, ya casi eran las 8 de la noche y no debía tardar mucho. Se escuchó el sonido del cerrojo al ser abierto, se escucharon sus pasos, su voz, la puerta de la habitación al abrirse y el olor de su perfume fue de nuevo percibido por ella, quien respiró hondo, se paró frente a él y sin decir nada lo besó en la mejilla… Roberto se estremeció sabía que ese beso era diferente a todos los besos que siempre recibía al llegar, y efectivamente, tras ese arrumaco sintió que la mano de ella ponía entre la suya algo… el anillo de compromiso.
Él miró a Elisa con gesto interrogatorio, ella solamente dijo – gracias por todo, sobre la cama está la explicación al por qué de mi partida. Por favor, no me busques jamás. Roberto la miró helado, no supo qué decir o qué hacer, no comprendía nada, solo la observó en su trayecto al salir de la habitación, minutos después descubrió una nota de una de sus tantas aventuras, tarde o temprano sabía que lo descubrirían. No hay crimen perfecto. No lo hay.
Sería difícil saber que era todo lo que pasaba por la mente de aquella mujer, solo me contó alguna vez que se sentía en un laberinto confuso, inexistente y algo aterrador, pero al mismo tiempo se sentía la fuerza para no dejar de avanzar.

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