20 septiembre 2009

LOS AÑOS PASAN... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Dicen que a veces tenemos que perdernos para encontrarnos de verdad… Pues bien, por donde empezar mi historia… bueno, pues como dicen, hay que empezar por el principio, y ese está exactamente hace unos años atrás, varios, cuando era a penas un adolescente, unos 16 años tendría, pues bien, mi familia era un caos total, mis padres en proceso de divorcio y siempre de pleito, trataba de ignorar eso, aunque más bien lo interiorizaba, ahora lo comprendo, pero en ese momento no comprendía nada, la adolescencia me pegó duro, era un rebelde sin causa y lo único que quería era huir de todo ese mundo que me rodeaba, buscar “mi felicidad”, bueno no sé si mi felicidad, creo que simplemente quería huir de ahí, de todo eso, aún así, no todo era malo, yo pasaba casi todo el día todos los días con mis abuelos, los padres de mi madre, porque claro, ella estaba ocupada con sus asuntos y con el pleito con mi padre, ninguno de los dos tenía tiempo mas que para comer alguna tarde esporádica conmigo y claro, durante esa comida se quejaba uno del otro, pero en fin, estar con mis abuelos era muy agradable, gran parte de lo que soy se lo debo a ellos, creo que mi abuela en gran medida me motivó a ir tras lo que yo buscaba. Además otra de las ventajas de vivir con ellos pues fue… ella, Marina, mi primer amor, vivía justo en la esquina de la misma calle por la que vivían mis abuelos, recuerdo la primera vez que la vi, me quedé pasmado y mudo, a penas pude sonreírle y prometí que la siguiente vez que la viera no dejaría que se fuera sin platicar con ella un poco al menos. Así lo hice, platicamos un momento aquella tarde y muchas más, después de unas cuantas semanas y de notar que no le era indiferente nos hicimos novios, un año duró nuestro idilio hasta que yo no aguante más y me fui de la casa “a buscar mi sueño” como me dijo mi abuela, fue realmente decirle adiós, entre lagrimas de despedí de ella, no le pedí nada pero le prometí volver a su lado, sin importar cual fuera la situación la vería de nuevo.
Los años pasan, la gente cambia y yo tuve que irme para volver, para encontrarme a mi mismo, para no dejar de soñar, para darme cuenta de que este siempre ha sido mi lugar, que bueno que me fui, pues ansiaba regresar y así lo hice… volví, con las ansias de reencontrarme con todo, de mostrar que ahora era más “yo” que nunca, y de nuevo con esa maleta llena de sueños. Conforme me acercaba a aquella colonia, a aquella casa mi corazón latía como loco, y realmente también siempre había tenido la ilusión callada de reencontrarme con María, de saber cómo estaba, cómo era ahora. Había tenido amores, pero, aún sentía esa loca ilusión extraña… sí, mi corazón casi se salía de mi pecho.
No quise llegar en taxi, quería recorrer esas calles caminando, y fue cuando me di cuenta una vez más de que los años pasan, la gente cambia… realmente todo cambia, su casa ya no estaba… el barrio seguía siendo tranquilo, más bohemio, había casas remodeladas, personas extrañas y un magnifico edificio en el lugar donde di mi primer beso, donde tuve mi primer amor, mi primera ilusión, mi primera taquicardia… los años pasan, la gente cambia… ¿qué habrá sido de Marina?.

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