10 octubre 2009

DESPUÉS DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)

Nunca pensé que estuviera frente a ti de nuevo, después de tanto tiempo y menos que estuvieras esperando de esta forma tan cálida, tan silenciosa… liberadora.
Vuelvo a ese tiempo de ayer cuando quería que todo fuese diferente, pero tu siempre estabas como ahora: sin apoyarme o rebatirme; es desesperante créeme.
Tu nombre lo dejé de pronunciar en una inútil rebeldía que solo trajo mas vacío, mas impotencia y ahora frente a ti ni si quiera sé por dónde empezar.
Odio el silencio, mi vida fue de fritos, de amenazas, me enfrenté al mundo como los caballeros de la edad media: la espada por delante y una armadura de indiferencia. Sigo sin entender cómo pudiste sacrificar tu vida por una causa tan vaga y difusa…
Cielos, no recordaba cuánto me gustan las iglesias y ahora tengo que admitir que te necesito, te necesito más de lo que tus brazos están abiertos en esa cruz, mis sentidos no lo pueden expresar, el pensamiento no lo puede digerir. Dime a dónde vamos, ¿a dónde tu mano santa guiará a mis pecados?...
Mis ideales de fuerza, valor y libertad es lo que te puedo ofrecer, tú me enseñarás la paz de tu silencio: apuesto a que los dos aprenderemos algo de esto.

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