16 febrero 2010

LO MÁS RARO QUE ME HA PASADO... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Era uno de esos días, de esos que seguramente ustedes también han tenido, no creo ser la única. De esos que parecen ser grises.
Tras una mala noche a causa de no sé que, desperté sin muchas ganas de levantarme de la cama, pero tampoco tenía muchas ganas de permanecer en ella, así que me levanté. Puse música para tratar de animarme un poco y no funciono, me estaba alterando, así que, prendí el televisor, solo para que hubiera ruido porque realmente ni recuerdo que estaban diciendo los conductores del programa.
Me duché, me arregle, desayuné más por no tener el estomago vacío que por hambre y salí de mi casa. El trabajo estaba escaso para una fotógrafa freelance como yo, de hecho, últimamente solía preguntante a menudo “¿por qué no habré estudiado algo más útil?” como muchas veces me habían dicho mis familiares. Amo la fotografía, pero realmente estaba dudando en sí estaba en el camino adecuado, gritaba por una señal que me indicara lo correcto.
Aún así, aquel día me llevé mi cámara y traía la idea de imprimir algunas fotos, mientras pensaba me gustaba tomar fotos, disparos al azar, sin mucha técnica, solo por robar momentos e imágenes de personas, animales, cosas, lugares. Aquel día de verdad tenía mucho que pensar, me sentía estática, atrapada, dudosa y hasta con ese miedo que provoca nervios y ansiedad casi extrema.
Fui a dejar las imágenes que quería imprimir, y caminé y caminé mucho con mis audífonos y mi cámara a pesar de que me sentía una zombie todo transcurría normal, hasta que se hizo el momento de ir a recoger mis fotos, estaba ansiosa. Cuando las vi me provocaron una sonrisa, e iba caminando sin despegarles la vista cuando choqué fuertísimo con alguien y mis fotos se esparcieron todas, las junté rápidamente y solo faltó una que la tomó otra mano. La mano de quién choco conmigo.
Era un chico, vestía todo de azul, en diferentes tonos, pero azul en total, pantalón y chamarra de mezclilla y playera de algodón. Miró la foto por largo tiempo; era una de mis favoritas, un tren en medio de la nada con un atardecer de fondo, de esos con tonos naranjas, rosas y lilas.
Nos levantamos casi al mismo tiempo, pero él siguió viendo la foto, hasta que levantó la mirada y vi sus ojos, eran azules, los más azules que había visto en mi vida. Cuando me miró sentí una paz impresionante. Preguntó si la foto era mía y me pidió que se la obsequiara, al parecer le había gustado mucho. Yo acepté pero a cambio de tomarle una foto… él aceptó pero con la advertencia de qué podría tomar solo una.
Tome la fotografía, él agradeció la foto y después dijo con una voz tiernamente envolvente… “vas por el camino correcto, pues el correcto no es el que está exento de dolor, sino, el que te ayuda a soportarlo, el que te hace sortear obstáculos y seguir adelante”. Después de decir esto besó mi mejilla y una sensación de tranquilidad y bienestar me invadió. Se despidió con la mano y le dije adiós igual. Me quedé parada y él caminó, yo lo seguía con la mirada, hasta que sentí que vibró mi celular, al distraerme en mirarlo y volver la mirada al chico ya no lo vi, lo único que apareció en ese momento fue un delicioso y muy dulce aroma como a bombones, bastante intenso y que tardó un momento en dispersarse. Después de eso, me invitaron a exhibir en una galería. Y ha sido lo más raro que me ha pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario