11 septiembre 2009

PARA VOS (Por: Marcela Dávila)

Ya no oigo nada entre los pálidos muros de este espacio que encontré frente a mí, tras abrir los ojos después de un largo sueño; sólo mis pasos y, al afinar el oído en la blancura de esta nueva ruta, puedo escuchar el latido del corazón que llevo dentro.

Citando el eco de tus propias palabras, puedo decir que reservaría una vida en el tiempo que nos resta, que es eterno, para vivirla entera a tu lado y usar los tantos pasos que le queden a mi presente, para aprender a amarte mejor… para no buscarte en este laberinto, sino simplemente encontrarte en el punto exacto de lo imperfecto; y a la fecha que titula el episodio que representa el día de hoy, darle espacio para soltar tu corazón… por ahora…

Y hay rutas, hay calles, miradas inalcanzables que pueblan el maravilloso mundo en el que nos tocó vivir y puedo decir que he conocido sus montañas, he mirado atardeceres tras la ventanilla de trenes, he andado pasos en estaciones repletas de gente, he probado el sabor de la nieve al mirar al cielo mientras extiendo los brazos, cierro los ojos y como una niña busco su textura… y también puedo afirmar entre tanta situación, que conozco el amor…

Es la hoja que cede al viento al caer del árbol en otoño, dorada y mágica… es el susurro de la montaña cuando no hay nada más que el viento del norte, eres la huella que recuerdo en la arena al sentir su calor bajo mis pies; la moneda que cae al agua de una fuente tras pedir un deseo… y hoy, eres también libre de mí…me voy lejos, te llevo en el corazón y te espero, en alguna vida, en algún rincón, para perderme en ti, abrazarte y hacerte escuchar las palabras que debes conocer…

Mientras tanto, doy tregua al universo para vivir la vida… Hasta entonces…

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