20 octubre 2009

EL MENSAJE - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Realmente ya no tengo nada que perder, ya lo he perdido todo. Me siento libre, por primera vez me siento libre, pero, no fue fácil, primero llegó la angustia, la desesperación, el llanto, el mundo se cerraba y hasta daban ganas de no vivir, pero de pronto todo se tranquilizó, y vi todo eso que antes no veía. Sí ya saben, la brisa de las fuentes, las sonrisas de los niños, los arcoíris, la luna, la neblina, los rayos del sol que reverdecen las hojas en las mañanas de domingo. Todas esas cosas que el dinero no puede comprar y que son más valiosas que todo lo que siempre nos preocupa.
Hice todo lo que en algún momento olvide hacer, hice todo lo que en algún momento quise hacer. No tenia trabajo, ni dinero, ni casa, ni pareja… me fui a la aventura, de mochilazo como siempre lo soñé al mar, yo solo, caminando, pidiendo “aventón”, durmiendo en lugares baratos, conociendo personas, lugares, paisajes atesorados en mi memoria. Por fin llegue a la playa, estaba atardeciendo, me senté a descansar mientras escuchaba el oleaje, mientras admiraba al sol hundiéndose en el mar, la tranquilidad total como nunca la imagine. De pronto un mensaje en una botella llegó hasta mi, decía “te llamaran loco, pero serás realmente feliz”. Fue como un sueño, pero al fin lo comprendí, al fin era de nuevo yo, al fin…

BODA PIRATA - (Por: Blanca Dayanne Castro)


La invitación de la boda vino de una manera muy original: dentro de una botella, asemejando esos mensajes que flotan en altamar buscando su lector.
Quitas el corcho mientras te das cuenta que hasta arena se molestaron en poner en el fondo junto con unos minúsculos caracoles que se mueven al compás de tus manos. Dicen que los caracoles guardan el sonido del mar ¿será acaso que añoran la tranquilidad?... curioso, solo te adjuntaron un boleto para la fiesta lo cual te indica que tendrás que soportar las miradas compasivas de los demás comensales preguntándose si la soledad es buscada o solo es una forma de llamar la atención.
Temes desenrollar la invitación porque entonces te toparás con su nombre y una bola de recuerdos junto con eso, pero el martirio es inevitable y al estirar el papel gritas, lloras, pataleas… marcas su número telefónico que te manda al buzón.
El día marcado con rojo en tu agenda te arreglas, te pones tu perfume de marca para esas ocasiones, te miras 3 veces al espejo mirando tu atuendo, buscando que todo esté perfecto y tomas el solitario boleto que en el reverso trae un mapa como para buscar un tesoro.
Escuchas la ceremonia, sales antes para participar arrojando arroz a la feliz pareja como señal de buena suerte y marchas a la fiesta.
Por su puesto, ahí está como ha estado todo el día: con una sonrisa abrazando a las personas que llegan cargando regalos para la ocasión. Tomas la daga que traes guardada y te acercas disfrutando su mirada de asombro… se abrazan y entonces decides que su nombre y el tuyo figurarán juntos en algún periódico amarillista. La daga cae al suelo llena de sangre mientras las miradas de los comensales piensan el la palabra locura.

10 octubre 2009

RUTINA (Por: Magnolia Flores Tapia)


No puedo creer que las horas transcurran tan lento en este lugar. No me había dado cuenta de cuán rutinaria es mi vida. Desde hace años es siempre lo mismo…levantarme temprano, arreglarme, poner mi desayuno en la misma vasija de siempre, tomar el autobús y llegar a mi lugar de trabajo: el supermercado, a ver familias de todos los tipos, personas variadas, formas de hablar diversas… poco me había cuestionado todo, la mayoría de las veces mi expectativa de un día iba hacía esperar que terminara mi jornada laboral para ir a casa a ver alguno de mis programas favoritos. Tengo pocas amigas así que salgo poco, tengo un perro y no tengo novio, no sé ni por qué, pero no tengo, supongo que no soy el tipo de chica que tendría novios.
No sé cuanto tenía sin darme cuenta que mis ojos no brillaban, realmente no sé si me di cuenta alguna vez de que mis ojos no brillaban, tal vez fue justo en el momento en que se escuchó la voz rara aquella que decía “Asociada Fátima a departamento de Salchichonería” y vi a una pareja como de mi edad con todo lo que yo alguna vez soñé.
Mi rutina terminó en aquel lugar, mi rutina de trabajo, porque continué con la de mi vida, siempre lo mismo, compraba algo para preparar mi cena, llegaba por una revista, algún pan dulce y llegaba a mi departamento a alimentar a mi perro y a ver la televisión… a decir verdad, creo que prefiero volver a mi trabajo… tanto vacio… mañana haré horas extras... ah sí, esto también es rutina.

DEL PUERTO... (Por: Marcela Dávila)



La Cruz… en sus labios se dibujaba una sonrisa cada vez que a su mente volvía el claro recuerdo del Puerto de la Cruz.

Eran días de Julio en los que los pescadores se preparaban para la celebración de la virgen del Carmen, el aroma a chocolate inundaba las angostas calles de la isla y los cantos de las mujeres que ya preparaban sus vestidos para la noche de fiesta, se dejaban oír por doquier. Llegó en un barco proveniente de Cádiz, que bordeando de costa en costa el sagrado desierto del Sahara, tenía como destino final Santa Cruz de Tenerife en las Canarias.

Antes de todo aquello, nunca se había considerado hombre de aventuras, siempre tan inmerso en su formal empleo de Relacionista Público, puesto que desempeñaba para una compañía multinacional de plásticos en Madrid. Había logrado viajar y conocer diversos sitios del mundo desempeñando su profesión y por supuesto que no encajaba en el perfil de un iletrado; a decir verdad era bastante hábil en diversas áreas muy separadas las unas de las otras e ingenioso para la resolución de problemas, por ello su cabeza valía mucho en el mercado y sus créditos académicos y profesionales no mostraban menor mérito que eso, sin embargo, existía algo que aún no lograba encontrar, la pieza clave de la completa rendición que nunca se había dado el tiempo de alcanzar.

Así que Sí… un día muy similar a los demás, sentado tras el diario a cuya lectura se aferraba cada mañana para preservar en su mente la ilusión de no haber abandonado su gran pasión por la lectura… y ,ahí mismo, en absoluta contemplación de la taza de café que esperaba impaciente a que su mano derecha se decidiera a llevársela a los labios para beber su contenido, extrañó más que nunca el sabor de un beso y el cálido palpitar de unos labios contra los suyos en una tarde de verano. Pero el café le dejaba mal aliento, el diario era intrascendente y lo único que podía recordar de toda aquella ráfaga de repentino deseo era un nombre que alguna presencia atrapada en la calamidad de su propia perfección, residente de sus días, ya le estaba susurrando al oído… “Puerto de La Cruz”.

Movido por alguna clase de ansiedad que se presenta tras una secuencia de emociones reprimidas, casi tan absurdas como el acto de guardar lágrimas en frascos de gotas para ojos, se levantó de su asiento, arrojó el periódico en la silla y tomando su cartera, abandonó el café sobre la mesa; la puerta cerrándose tras de sí representó el inicio de toda aquella revolución.

Y está de más decir que tomó el primer tren a Cádiz y luego el transbordador… pero ahí estaba, hospedado en un pequeño hotel de la zona cuyos paquetes de fósforos llevaban impreso el nombre “Casa del Sol”. Y bien, lo había dejado todo atrás… el estrés de la ciudad, el periódico de la mañana, el café… el mal aliento… y sin embargo sus labios seguían tan ausentes de un beso como frente a la mesa de su cocina en el desayuno.

Salió a caminar por el pueblo. En la habitación su teléfono celular yacía apagado, por primera vez desde su adquisición hacía algunos años, y al otro lado de la línea entre tanta llamada perdida para cuestionar el motivo de su ausencia en el trabajo o uno que otro sujeto de traje con alguna importante posición, una llamada nunca entró… No registrados en su agenda, los ojos verdes que la efectuaron esperaban contactar al desconocido que había olvidado su billetera en el transbordador. Sosteniendo en una mano el auricular y en la otra la tarjeta de presentación que había hallado con una decena más al interior de la cartera del extraño, la joven terminaba la llamada y se decidía a seguir caminando por el puerto.

Y algún tiempo después, le hubiera gustado a cualquiera de los dos, contar la historia de cómo fue que el destino los llevó a encontrarse el uno al otro en ese pequeño rincón español, pero la realidad es que… aún estando tan cerca, aún habiendo cruzado sus pasos en la fonda “El Faro” en donde almorzaron, él al interior en una esquina del lugar y ella en el balcón con vista al mar, a la misma precisa hora del condenado día de julio, la propia búsqueda de lo inesperado no culminó en un romántico encuentro al estilo comedia “Holliwoodense” en donde los personajes son guiados por un macabro guionista que se basó en algún modelo extraído de los libros, para contentar al público con un final feliz.

Cuatro días fueron suficientes para que él comenzara a sentir el aburrimiento producido por la ausencia de la acción que su trabajo le otorgaba cada día, pues el diario y el café no lo eran todo, y la relación con los medios y nuevas personas era algo que en verdad gozaba. Sumido en tales reflexiones, comprendió que la mayor ansiedad había sido la de permanecer encerrado en sí mismo y, agradeciéndose el respiro, decidió volver a casa, alimentar a su pez y seguir con la vida tal cual la recordaba. En Madrid nada había cambiado sin su presencia, la fuente de Apolo seguía en su lugar y el Goya de bronce aún miraba inquisitivamente por el paseo del Prado, pero en la puerta de su apartamento, justo bajo el trece que enmarcaba el gris de su color, una nota escrita en tinta azul esperaba su llegada: “ Habéis olvidado vuestra billetera en el transbordador a “La Cuz” , para recuperarla : 91 394 208 Alina.

Extrayendo de su bolsillo el teléfono celular, marcó los números escritos en el papel y tras un par de tonos y una hermosa voz al otro lado de la línea, exclamó: ¿Alina?

DESPUÉS DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)

Nunca pensé que estuviera frente a ti de nuevo, después de tanto tiempo y menos que estuvieras esperando de esta forma tan cálida, tan silenciosa… liberadora.
Vuelvo a ese tiempo de ayer cuando quería que todo fuese diferente, pero tu siempre estabas como ahora: sin apoyarme o rebatirme; es desesperante créeme.
Tu nombre lo dejé de pronunciar en una inútil rebeldía que solo trajo mas vacío, mas impotencia y ahora frente a ti ni si quiera sé por dónde empezar.
Odio el silencio, mi vida fue de fritos, de amenazas, me enfrenté al mundo como los caballeros de la edad media: la espada por delante y una armadura de indiferencia. Sigo sin entender cómo pudiste sacrificar tu vida por una causa tan vaga y difusa…
Cielos, no recordaba cuánto me gustan las iglesias y ahora tengo que admitir que te necesito, te necesito más de lo que tus brazos están abiertos en esa cruz, mis sentidos no lo pueden expresar, el pensamiento no lo puede digerir. Dime a dónde vamos, ¿a dónde tu mano santa guiará a mis pecados?...
Mis ideales de fuerza, valor y libertad es lo que te puedo ofrecer, tú me enseñarás la paz de tu silencio: apuesto a que los dos aprenderemos algo de esto.

Y SE ABRIÓ LA CATAPICSIA O CATAPIXIA POR EL PROPAGANDA BOY PARTE 2 (MINERVA P. BAÑUELOS CÁRDENAS)

Sus ojos se vieron hipnotizados por un inmenso letrero de una tienda monopolista. Sí, creyó haber encontrado una pista en ese gran almacén. Pronto entró, y su piel se enchinó como el de una gallina. Se escuchaba música new age dentro del almacén provocando comprar sin remordimientos. De repente, esa armonía creada para el consumidor se vio interrumpida por otro mensaje subliminal:---- En el departamento de salchichónería tenemos la promoción de jamón de pavo El Modesto al 2 x1. En los oídos de Cristina se distorsionó el mensaje, y prácticamente ese mensaje emitido, para ella fue: En el departamento de salchichonería tenemos la promoción de un mamón del nabo, Modesto ven y bésalo. ---¡!!!!!Que!!!!!!!!!! – ¡Qué clase de tienda es esta! ¡Como permiten a un hombre auto venderse! Y sobre todo en el departamento de salchichonería. ¡Esto es una aberración! Y aparte, ¿¡Modesto!?
Empezó desesperada a buscar a ese propaganda boy, quería ver sus ojos, quería ver su rostro. Empezó a formular varias preguntas en su mente para él: ¿Por cuánto dinero aceptaste vender tu boca, tu espíritu, tu dignidad, tu orgullo, Modesto? ¿Por cuánto?
¡Por favor! Dime que esta fue tu última opción, por que la siguiente sería robar o secuestrar, y te parecía menos grave.
De repente, Cristina se encontraba en el mostrador de las salchichas selectas, de los jamones gigantescos envueltos de conservadores calculadoramente ordenados de mayor precio a menor.
No vio a ningún hombre con labios provocadores, ni a las mujeres haciendo fila para ello. Al contario, ella se situaba sola, en esa helada sección pero, en unos segundos se levantó una masa de carne viviente, envuelta de un monocromático y aburrido uniforme. Una cara llena de granos y ventanas oscuras, por las prolongadas horas de cubrir 24 x 24 horas, una nariz pequeña y unos labios morados acompañados de unos increíblemente separados dientes. Era él, el repartidor de besos, él de las promociones, el propaganda boy, Modesto.
Ella parecía más confundida que cuando lo estaba, en su desesperación de plasmar sus ideas. Quedó estupefacta, y él, intentó mirarla con dulzura. Ella agachó la mirada, y la fijó en la etiqueta de Súper salchichas.----¿ Qué va llevar? ¿Viene por la promoción 2 x 1 de salchichas El Modesto?
Cristina era como tú, como yo. No era extraordinaria, ni diferente, ni única. Y si alguna vez creyó sentirse de una raza superior con intelecto elevado comparada con sus contemporáneos, ella solo se engañaba. Sus ideas eran manipuladas, por el cuarto, tercero, segundo, primer poder. Era esclava de su propia mente, nunca podría impartir justicia. Ella también creía en los paradigmas impuestos por la belleza hollywoodense, creyó que Modesto era bello, alto, blanco, se envolvió en el morbo de encontrar a esa persona perfecta haciendo publicidad gracias a sus dotes. Y el hecho, no es que le pareciera sorprendente, sino más bien, Cristina estaba agotada de ver tanta publicidad en todas partes que le parecía repugnante, que hasta para vender salchichas y jamones, está, utilizará el repartimiento de besos. Pero ,nunca imaginó encontrarse a una albóndiga abrupta repartiéndolos, eso sí era una arbitrariedad. Según ella, según tú, según yo. !Noooooo!Seguimos sin grandes ideas, somos lo mismo, esclavos de ellos.

La doble vida (Jonathan Mata)

Mi vida es como la de todo el mundo, por la mañana trabajo en el departamento de carne y salchichonería de un gran almacén y por la noche soy asesino. Es fácil para mi trabajar en ambas cosas, en los dos sitios trabajo con carne fría y muerta, pero la diferencia es el salario, gano poco en el almacén, pero necesito sentirme normal de repente, sentir que tengo una vida como la de todo el mundo. Soy asesino por placer, no por dinero y aunque a veces la moral juega sucio, se que nací para hacer esto. Mi tienda tiene la mejor carne de la ciudad, ¿Qué por que lo se? Porque en las noches la “consigo” y por las mañana la vendo.

02 octubre 2009

EL AUTOBÚS. ( POR: Marcela Dávila)


Engaño… engaño creer que mirar al pasado no es cerrar los ojos al presente y dejar que los segundos se vayan en vano… engaño el de creer que se puede mirar lo que existe más allá de la niebla espesa y oscura… engaño no confiar… engaño no olvidar… engaño de la vida, engaño de uno mismo, engaño que engaña al subconsciente, que penetra y aprisiona…

Engañarse es dejar de soñar para recordar con el propósito de vivir en el recuerdo, abrir los ojos es dejar de ocultarse bajo las sábanas ya frías y salir a respirar el aire que yace afuera… y de facto vivir, así que de esta forma arrojo mi temor y estoy lista para dar el paso, sea cual fuere…

Y ella terminó de redactar estas palabras en una carta dirigida a su amiga, cerró el sobre y tras sentir el añejo sabor de una estampilla filatélica que llevaba años conservando en un cajón, tras haber sido regalo de un viejo amor, arrojó sus letras ahora inmortales, a un destino en concreto. El sobre blanco con letras negras que viajaría primero en manos de un responsable del Servicio Postal Canadiense, después en un avión con destino a México para terminar el recorrido en una oficina de correos en algún lugar de la República, en el bolso de cuero de algún cartero en bicicleta para que su amiga pudiere abrir el buzón un par de semanas después y leer su contenido.

Pensó todo esto brevemente, mientras se alejaba del buzón, era una noche agradable recién entrado el Otoño; habría unos dos grados Celsius en el ambiente y un viento que le arrebataba la bufanda de rayas azules del cuello… corrió a la parada del autobús con la esperanza de que a esa hora aún alcanzaría un transporte para volver a casa. Se había demorado escribiendo en la biblioteca de la escuela aquellas letras de libertad y ahora esperaba paciente de pie en la caseta de la parada, pegando su espalda al cristal para tratar de mantenerse a temperatura.

Engaño no soltar el tiempo ya vivido… eso es vivir en todo tiempo en el engaño… Repetía en su mente las líneas de las cuales su mano derecha aún podía sentir el calor tras haberlas plasmado en el papel… De pronto un viento fuerte le arrancó los pensamientos y trajo consigo una lluvia de hojas que la hizo salir de la caseta y cerrar los ojos para sentir una vez más la caricia dorada que había traído el otoño, una caricia nueva alejada de todo recuerdo.

De pronto una voz interrumpió el suspiro con el cual recibía la brisa helada cubierta de hojas y al levantar la mirada para conocer su origen, unos ojos verdes se interpusieron en su camino, sin conocer bien el origen del extraño o la razón que en ese instante lo traía a su camino, supo que cualquiera que esta fuera, representaba una nueva etapa de su existencia y el viento se había llevado sus recuerdos con el verano que se acababa de marchar. Tras estrechar manos, abordaron el autobús número 8 con destino a Abotsfield. Ya no eran dos extraños...

01 octubre 2009

LA CATAPICSIA BUENO PS, CATAFIXIA PARTE 1 ! ( Minerva P. Bañuelos Càrdenas)


Ella estaba allí, caminando sobre una calle cerrada., Poco después, se dio cuenta de eso, fijó su mirada en el reloj de su muñeca, y pensó – Es tiempo de volver, hace calor y aún no encuentro la inspiración.-- Es decir, ya tengo las ideas, unas en la pared de mi cuarto, otras volando entre el aire cargado de polución, es más, en este preciso momento ¡Ya tengo brillantes ideas! Pero, al parecer me he tardado en plasmarlas., ¿O será acaso que todavía no es el tiempo?
Minutos después, se dirigió a la avenida principal y tomó la ruta 676, rumbo al Norte de la ciudad.
Raramente es difícil no encontrarse con el disturbio urbano., Y es que, uno se va acostumbrando a los vendedores ambulantes: chicles por peso, lapiceras mágicas, tres canciones y una paleta y lo que guste cooperar. Al igual que, caridad precoz: mi madre me abandonó y ahora busco una monedita para comer, y que decir de los enfermos de enfermedad juro por Dios que sí: Mi abuelo esta enfermo tiene cáncer, necesitamos recuperar fondos para su tratamiento. En fin, un tornado de existencialismo.
Y bien, ya hasta flojera me dio de no más escribirlo pero, no podía olvidar esos rostros demacrados, ojeras tipo oso Towi en los estudiantes, en los trabajadores, en los ciudadanos. Que se ven indirectamente invitados al festín de los olores: olor a salón de clase, el olor al ensamble de un automóvil, olor a maquilas y colorantes, olor al alcohol y a la sangre, olor a la cebolla y al cilantro del desayuno de tres tacos por quince pesos. Sí, en realidad es una percha sensacional, y sobre todo o lo disfrutas o te acostumbras, por solo dos cincuenta en transvales o cinco pesos en efectivo.
Totalmente, Cristina se situaba en esa atmosfera pero, parecía que el Universo conspiraba a su favor por que dicho ruido visual y auditivo, no la inmutaba. Al contrario, parecía que su mente la seguía martirizando con sus grandiosas ideas, y su mirada estaba solo enfocada en la abultada cabellera de carrizos, que estaba enfrente de ella. ¿Sería posible que ese peinado, por decirlo así, le ocasionaría alguna inspiración? Puedo asegurar que sí.
Conforme la ruta avanzaba, el trafico empezó a congestionarse, y las llantas parecían moverse al ritmo de la canción de las tablas: 2 por 1 , 2, 2 por 2, 4 , 2 por 3, 6……del casete de Cri Cri.
De repente, una mano pálida timbró a la mitad del parque Unido. Cristina escuchó el estridente timbre, e inconscientemente se bajó en la siguiente parada. Sus pies tocaron el cemento quebrado de la banqueta. No obstante, esta vez parecía que entraba en la realidad con su alrededor, y cómo en los premios de Chabelo, se abrió una inmensa catapicsia o catafixia, para los que bien mejor hablan eda.
Continuará…….

HUYENDO DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)


No, no estoy muerto… solo dejé de respirar como 10 minutos a lo sumo así que no puedo estarlo. Tengo muchas actividades que realizar porque ni creas que les voy a dejar el fruto de mi trabajo, mis desvelos y falta de vida social me han costado llegar hasta donde estoy.
No puedo estar muerto si sigo pensando, así que yo haré como que mi corazón sigue funcionando. Están tocando la puerta y mis pasos retumban hacia ella, no puedo abrir; ¡maldita chapa oxidada! De cualquier forma ha de haber sido un vendedor el que tocaba o niñas queriendo vender sus galletas de exploradora así que no me preocupo. Yo sigo pensando y mi risa se escucha en las noches cuando regreso de mi trabajo.
La muerte no es mi color preferido, nunca me ha gustado así que yo solamente sigo existiendo aquí entre estas paredes cubiertas de moho, con los muebles cubiertos de sábanas para que no se llenen de tierra y los cubiertos de plata dispuestos en la mesa para admirarlos cada mañana. La muerte no es para mí, mis monedas de oro las enterré junto con mis sueños de la infancia.
¡No estoy muerto te digo! Toda a la puerta… y aunque nadie te abra escucharás unos pasos y por fin saldrás corriendo después de escuchar mi risa, burlándome de tus miedos, crucifijos y agua bendita. Esta casa es mía y de nadie mas.

AVANZANDO - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Cinco años era lo que Elisa llevaba a lado de su novio Roberto, ella siempre creyó que él era el hombre de su vida y la prueba era el hermoso anillo con un enorme diamante que portaba en el anular de la mano izquierda. Ya no sabía muy bien qué significaba la palabra “compromiso” o más bien porque era algo tan difícil de sobrellevar al menos para los demás. Claro que había tenido fallas, como humana era natural que fuera un ser imperfecto, aunque siempre trato de ser lo más apegado a las necesidades de él. Y ahora un extraño frío envolvía a su corazón, ese corazón que al inicio del día se sentía tan dichosamente enamorado y que antes de que muriera el día había sido brutalmente destrozado.
Solo estaba esperando que llegara, ya casi eran las 8 de la noche y no debía tardar mucho. Se escuchó el sonido del cerrojo al ser abierto, se escucharon sus pasos, su voz, la puerta de la habitación al abrirse y el olor de su perfume fue de nuevo percibido por ella, quien respiró hondo, se paró frente a él y sin decir nada lo besó en la mejilla… Roberto se estremeció sabía que ese beso era diferente a todos los besos que siempre recibía al llegar, y efectivamente, tras ese arrumaco sintió que la mano de ella ponía entre la suya algo… el anillo de compromiso.
Él miró a Elisa con gesto interrogatorio, ella solamente dijo – gracias por todo, sobre la cama está la explicación al por qué de mi partida. Por favor, no me busques jamás. Roberto la miró helado, no supo qué decir o qué hacer, no comprendía nada, solo la observó en su trayecto al salir de la habitación, minutos después descubrió una nota de una de sus tantas aventuras, tarde o temprano sabía que lo descubrirían. No hay crimen perfecto. No lo hay.
Sería difícil saber que era todo lo que pasaba por la mente de aquella mujer, solo me contó alguna vez que se sentía en un laberinto confuso, inexistente y algo aterrador, pero al mismo tiempo se sentía la fuerza para no dejar de avanzar.