10 julio 2009

Ladrón de tiempo… (Por: Marcela Dávila)



Eres la mirada anónima que lee mis líneas, que escudriña cada letra en busca de su propio punto de fuga y se reserva el comentario para un adentro de cuya puerta no conozco el ingreso…

¡Y llegué a sentir celos! celos de ese anonimato, de tu impertinencia, de la determinación tuya para recorrer con la mirada cada una de mis palabras, de permitir que esas emociones traducidas en signos al interior de una hoja fantasma se delinearan en el contorno de tus ojos sin que yo los pudiera ver. Celos… que se disuelven ya en ideas y estas ideas retoman su forma en palabras, para convertirse en imágenes, imágenes que serán panorama de alguna de tus visiones y entonces seré yo quien te estará robando el tiempo mientras lees cada párrafo y te tomas un café, y entonces ya no sentiré más celos, porque así como mis palabras serán tuyas por unos minutos, tus minutos serán míos por cada palabra que te haya usurpado un trozo de ese aliento que no puedes evitar introducir en tus pulmones, para hacer bombear tu corazón.

Y así, en este preciso instante, el tiempo que me tomé en redactar este mensaje para ti, se torna en un solo tiempo con ese que te tomas ahora para continuar la lectura de mis minutos, nuestro tiempo es uno, te pertenece y me pertenece ahora, y con cada movimiento en dirección a la siguiente oración yo recupero mis segundos y tú, el anónimo, el espía de este mensaje, el lector… haz invertido sin querer el reloj de arena propio de una simple lectura y al mismo tiempo te regalas más de éste para ser cómplice de este juego que, anónimo o no, ya comenzaste a jugar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario