30 junio 2009

DESTIERRO DEL PARAÍSO - (Por: Marcela Dávila)

Eva me llamaron… Había muchos nombres mil veces más lindos, como… Marcela o Helena o yo qué demonios sé…pero mi madre adquirió en una tienda de libros de segunda mano, un ejemplar de vanidades que contenía una lista inmensa de estas palabras que le dan sentido a una persona en el registro civil y sus correspondientes significados, a juzgar por la publicación, no había mucho de donde escoger y la pobrecita estaba obsesionada con una telenovela llamada “Eva en el paraíso” que tampoco contribuyó demasiado a la eficaz resolución de tal dilema.

Ella no buscaba los significados más lindos, simplemente algo corto y fácil de recordar, quién le iba a decir que a mi mayoría de edad yo no tendría el valor para cambiarme el nombre que me habían dado al nacer… En fin, soy Eva y quizás me equivoqué de época porque en el negocio de costillas no hay una huerfanita aún que me corresponda con el nombrecillo ridículo de Adán. Como sea… creo que vine al mundo en una caja de esas de rompecabezas tridimensionales, porque tampoco le costó demasiado trabajo armarme y esperar que me quedara detrás de un mostrador de cristal a ser observada como en un museo.

La realidad es que a ratos me ajusta bien el nombre y me pongo mi traje de Eva para salir a mirar las estrellas en la noche sin esperar que nadie más las vea; bajo la almohada guardo una postal que tiene un retrato de hace años de una de costa en Aruba que una amiga me trajo de un viaje, gracias a ella Eva y yo nos vamos de vacaciones de vez en cuando antes de regresar al exilio del paraíso, en esta terrible ciudad.

Y he dejado de esperar las conversaciones con extraños en autobuses y la sonrisa amable cuando corro de aquí allá con una cometa en las manos, que rehúsa a levantar el vuelo, he olvidado lo inolvidable para lograr que esta segunda palabra pierda el sentido por completo y sobretodo, desconozco la ubicación del paraíso, si alguna vez me desterraron de éste, no sufro porque en mis recuerdos no figura la imagen…

Me dicen Eva, me llamo Eva, tres letras, dos vocales, una consonante…. Si salí de la costilla de alguien, este alguien ya murió … No me queda más que aguardar en mi propio paraíso, lejos de arquetipos públicos y postales de cartón…

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