30 junio 2009

Anónimo Por Carlos Castro

Las migajas se pierden entre la larga barba. Pueden pasar ahí días. Si la teoría de la espontaneidad se manifestara nuevamente podríamos esperar que estas migajas se convirtieran en una nueva raza de seres vivos capaces de formar una civilización.

De entre las cortinas de vello de este coloso se abrirían paso un Adán y una Eva para iniciar un éxodo. ¿Dejar a su anfitrión se puede comparar a dejar un planeta?

Es curioso como los secretos viajan, como la verdad se transforma.

Se marchan mientras duerme y a partir de su despertar los buscará por siempre, igual que Dios con los homo sapiens. ¿En donde los he dejado? Y mientras más recuerda más olvidará.

¿Si encuentran otro gigante lo llamaran padre? Tal vez sus nietos.

Es curioso como la memoria transforma la verdad.

No busco la verdad, busco la mejor excusa para justificar mi presente dirá el tercer líder ante la tumba de su ancestro Adán, que no yace junto a la de Eva pues tras su muerte ella se evaporó (Entienda evaporar como abducción extraterrena)

¿Podemos entender las cosas de otra manera? Me refiero a reír del cuerpo inflamado y amoratado de un recién nacido. ¿He de sufrir y gozar por las mismas cosas que Adán y Eva?

Quiero aburrirme de la repetición pero aun no puedo, sin embargo siento un florecer en el vientre. Un florecer que hace cosquillas.

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