21 mayo 2009

Vislumbro por Carlos Castro

Siento su miedo inundar de humo la habitación. Solo distingo sus siluetas, sombras de lo que quieren ser. ¿Estaré observando por la ventana del prejuicio? Merecen una oportunidad. Merezco una oportunidad.

Busco a alguien que me provoque una sonrisa sincera pero lo único que consigo es un malestar estomacal y una presión insoportable en las sienes.

Detesto sus melodías, su risa, su manera de menear el cuerpo. Detesto su comunicación.

Mi asco me provoca una fiebre. La fiebre me da frío.

Sus fragancias me revuelven el estómago. Vacío las fauces en el grotesco escote de una madame y me entrego a la comezón de una carcajada.

Hace frío. Dejo la fiesta. Me voy a cazar tibias pieles preciosas. A la semana provoco la extinción de toda una especie antes de conseguir algo de calor.

Decido mirar adentro. Aquí debe estar la podredumbre que deteriora mi visión del mundo. Pero solo encuentro excrementos de rata. Aquí solo hay un doloroso eco. Soy un hombre enfermo. Un hombre agotado de ser. Un ente enfermo de caminar en dos piernas.

Vuelvo a la fiesta con un regalo dentro de mí.

La orgía comienza.

Para vengarme penetro a sus mujeres. Una vez dentro les desgarro las entrañas mientras se retuercen de placer. Las inyecto con mi malestar. Les siembro hijos que al nacer les arrebatan la vida.

Su cuerpo me hacen salivar pero su alma me da asco.

Camino hacia ella con el miembro escurridiendo placer. Me inclino y le suspiro al oído un te detesto. Ella me devora. Consigo liberar en sus fauces el acido de mi pulso y segundos después se evapora su mandíbula dejando solo materia muerta y apestosa.

Han dejado de existir pero aun no lo saben. Tuvieron la oportunidad. Pudieron haber sido verdaderos dioses pero se conformaron con devorar su propia mierda.

Mañana lloraré arrepentido. Mañana aprenderé a amarlos. Pero jamás volverán. Me encargaré de que se olviden sus nombres y sus juegos.

Nuevos seres nacerán del aire. Capaces de volar y navegar entre las estrellas. Ya los empiezo a amar. Ya los extraño…

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