21 mayo 2009

SONRISA - (Por: Marcela Dávila)


Utopía parece haberse definido como el sitio existente en el tiempo y el espacio, que resultará inalcanzable en la vida de un ser humano, por su acercamiento a la perfección.
Utopía es el paraíso que funge como el trozo de cielo que a los habitantes de este inframundo cotidiano no nos tocará probar jamás… salvo en aquellos días felices en los cuales las puertas de ese paraíso se abran por un instante y nos permitan probar un bocado del manjar que tras sumergirnos en el más secreto de lo placeres nos dejará caer inesperadamente, de regreso a la tierra, garantizando la contusión tremenda del choque de una nariz contra el suelo cubierto de polvo.
Todos los dilemas referentes a este término comenzaron a girar en mi mente, cuando al fin desperté esa mañana de mayo y miré la lluvia caer a través de la ventana, supe entonces que vivir es soñar, como el mismo Calderón de la Barca trató de plasmar metafóricamente en su obra “La vida es sueño” y cuando por fin me decidí a salir a la calle con mi impermeable rojo y las botas de hule azul, descubrí mientras caminaba por la acera, que algo… por no aventurarme a decir todo, había cambiado de una vez y para siempre durante la noche.
Y es que el portero que trabaja en el edificio en el que vivo estaba triste cuando me despedí de él por la mañana, y el sujeto que conducía el autobús que tuve a bien abordar más tarde, también lucía enojado y con un amargo sabor de una vida aburrida en los matices de su expresión corporal y entonces comprendí que la verdadera utopia de estos días difíciles de mayo del año 2009, es la recepción de una sonrisa sincera en una mañana como cualquier otra, en un día de la cotidianeidad.
La sonrisa; enigmático símbolo del rostro humano, llave de candados, prisiones y puertas con cerrojo. Amable compañera, cupón de descuentos, creadora de amistades, ruina de tontos, refugio de soñadores, perdición de enamorados, redentora de la paz.
Y es la sonrisa lo que menos cuesta y lo que más se puja en las subastas de este siglo, lo que más se codicia en las prisiones de oro y lo que más se anhela en las clínicas de belleza, portadora de salud y elíxir de la eterna juventud. Entonces descubrí la utopía, la supe oculta en el ser humano, guardada ahí sin costo alguno y sin embargo… nadie la encuentra, todos la piden, todos la tienen, nadie la sabe… porque nunca traiciona, pero cuando se inventó la idea de la utopía, todos necesitaban algo que buscar, tan preciado que no se sintieran capaces de tener, pero tan sencillo que nadie la pudiere encontrar…
¿Haz sonreído hoy?

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