20 mayo 2009

POR ESTE PAR DE NALGAS FLORECEN UTOPIAS EN CABEZAS SANTAS. (Por: La Minervaapatía - Minerva Bañuelos)


Ese día sucedió algo diferente, Sofía tomo su café por la mañana y prendió su delgado cigarrillo. Después de leer la sección internacional, un silencio se prolongó por unos minutos. Tal vez pensó que era el momento de mandar una carta a la editorial de aquél periódico que había leído por años. Emocionada empezó a redactar las siguientes líneas, esperanzada, tal vez, por la contestación que hiciera la editorial. Así pues, atreviéndose a conseguir su objetivo.
Hace 26 años, en una escuela del pequeño sur de Alemania, entre al salón de clase para presentar el primer examen del año escolar que allí viví. El maestro repartió las preguntas, bostezó y dijo ahora vengo voy a comer, si necesitan algo estoy en el piso de arriba. Y salió del salón cerrando tras de sí la puerta. Asombrada miré a mi alrededor: mis compañeros todos se concentraron en sus reactivos y se acomodaron para el largo ejercicio. Nadie habló, nadie miro a los lados, nadie pidió que le pasaran el examen. Cuando todo acabo, pregunté por qué nadie había copiado, y la respuesta fue unánime: ¿Estás loca? Me reviento la cabeza repasando el material, ¿Crees que luego voy a regalárselo algún huevón cuando a mí me costo tanto trabajo entenderlo?
Pues sí, .Cuando menos allá: acá, negarle el examen---o el moche, la coartada y la prebenda--- al vecino zángano equivale a traición a la patria.
El editor no tardó ni una semana, cuando consiguió una cita con Sofía, después supe que se casaron.
Fin
Eduardo quedó un poco consternado al terminar de leer el último capítulo de su novela, esa que había comprado de casualidad en la librería Pasado Eficaz.
Faltaban poco para su esperada boda, unos doce días, cuanto mucho. Por la tarde se cepilló los dientes y se miró atento al espejo: Hoy es el día, ya no puedo más, confesó ante su reflejo.
Pasó por su prometida en el eje central de la ciudad, fueron al parque más cercano. Sentados en una banca, Eduardo elocuente le decía a su amiga todo lo que en su mente pudo procesar, después de haber caminado por una hora sobre el asfalto: Imagina que universalmente se nos garantizará que al llegar virgen al matrimonio, nos convertiríamos en millonarios
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Súbitamente mi madre abrió la puerta del baño ¿Todavía sigues aquí? ¡Dame eso cochina¡ ya te dije que estos libros son satánicos ¡Dios mío, ayúdala porfavor¡
En lugar de sentirme avergonzada tuve el valor de verla a los ojos, como nunca antes había sucedido, cuando me pescaban leyendo esos excitantes libros prohibidos.
Tú dios infinito y lastimoso, a quién ninguna creación limita, a quien ninguna criatura adora, y quién nadie disculpa le deberías fotocopiar estas paginas. Y por último pregúntale, ¿Qué si nos matáramos todos inmediatamente, seguiría disfrutando de ver el aire en la inanidad de su mundo, que según el creó? Cierra la puerta, madre, que ahora quiero fumar mi cigarro de lechuga.

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