10 abril 2009

Confesión de un hombre post moderno a unos tacones (Carlos Castro)

Estoy incompleto. Desde la infancia algo me falta. En cada respirar se amplia más la caverna. En cada respirar se me va la fe. Con cada respirar muero. Llegará el día en que se extinga por completo y me quede como el capullo después de cumplir su labor. Un día seré un fósil. Solo pienso en ese momento, solo pienso en el final.

Desarrollé una coraza que disminuye el dolor. Una fe actuada. Una actuación que me ha galardonado con el respeto y admiración de quienes me rodean. Una actuación que me cataloga en sus mentes bajo la etiqueta de hombre perfecto, mientras que solo soy un acomplejado más del síndrome del niño perfecto. Soy, como diría Dostoyevsky: la criatura más capaz para la adaptación. El mejor actor. Mi pena es callar la verdad porque necesito de ese papel, de esta posición ante sus ojos. Porque me ayuda a dilatar mi pérdida. Me humaniza.

Pago esta farsa con la soledad.

Te tomo la mano y descubro que jamás me había sentido tan apartado de ti.

¡Oh, amiga escritura! Sin ti me intoxico. Sin ti vuelvo a ser el bulto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario