20 febrero 2009

LA SILLA VACIA (Jonathan Mata)

Querido Antonio:

Te echo de menos. Estoy en la ciudad, escribo estas líneas desde nuestro amado café en Pigalle, elegí este sitio por todo lo que representa en nuestras vidas, y ya que estoy aquí he aprovechado para revivir recuerdos bebiendo un espresso. Nuestra mesa se encuentra desocupada, pero no he tenido el valor de pedirla, tú sabes muy bien por qué. Son casi las ocho y estoy por marcharme, no adivinarías con quien estuve charlando por casi dos horas, si, con Angelique, está radiante, la encontré sentada y sola cuando entré, casi no la reconocí por el camisón que usaba, tu sabes que ella nunca usó camisón, es alucinante verla tan cambiada en el estilo, ojalá pudiera ver como sonríes Antonio, se que te provoca gracia imaginarla.

Recuerdo cuando llegamos a París la primera vez, no puedo evitar reír al recordar tu expresión descompuesta al ver el apartamento que nos consiguió Angelique, era absolutamente oscuro, un gran cubo negro como tu dijiste. No soportabas la idea de vivir sin electricidad, hasta que empezaste a ensayar tus números a la luz de las velas, solo se iluminaba tu figura delgada y perfecta, era un gran tiempo querido Antonio.

No creerás lo bien que se conserva Angelique, luce aun mejor que el día que la conocimos, los años le han sentado de maravilla, yo no pude dejar de mirarla insistente toda la tarde, sigue teniendo eso que nunca supimos explicar, lo llamábamos magia ¿recuerdas? Intercalaba mi atención entre su belleza y nuestra mesa vacía, me preguntó si te echaba de menos, no pude contener el llanto y respondí con la cabeza que si, que te echaba mucho de menos, y es verdad Antonio, siento mucha culpa por lo que te dije la ultima vez, me siento tan egoísta. Esperaba verte llegar al café, cada hombre de rasgos finos me recordaba a ti, era una alegría inmensa la que sentía al pensar que serias tú, y una tristeza profunda al darme cuenta de que era imposible.

Después de una plática y un café exquisitos, Angelique se despidió, me besó en los labios casi sin tocarlos, como siempre, y se levantó, le tomé la mano y le dije que lucia espectacular, y ella solo guiño el ojo y dijo...< Tengo pacto con el diablo, querida>. Te describo a detalle su despedida porque sé que disfrutabas verla marcharse majestuosa en ese acto de cabaret fino, y ella lo hacia aun mas vistoso porque sabia que te encantaba.

Te diré algo que seguro te alegrará, Angelique está limpia desde hace dos años ya, le cambiaste la manera de ver las cosas, y a mi, ojalá no hubiéramos pasado nuestra juventud entera inyectándonos esa mierda, te lo digo en serio. Bueno querido Antonio, como cada año sin falta te dejo mi carta, estaré en Paris por un par de días y luego regreso a Amsterdam para montar mi nueva colección, seguro te encantaría. Me despido recordándote mi amor infinito, esperando un día reencontrarnos para nunca mas tenernos que separar.


Hasta siempre mi amado Antonio.

Rafael

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