01 febrero 2009

LA QUE SÍ (Por: Magnolia Flores Tapia)


Desde niño he tenido una mayor sensibilidad a lo que me rodea… es extraño pero muchas veces llegué a soñar cosas que días después pasaban, a veces escuchaba ruidos, veía sombras y esas sensaciones de haber vivido algo que de repente solo eran como una tremenda sacudida acompañada de un sentimiento de familiaridad que uno no puede explicar, y menos cuando se es niño.
Mi extraña sensibilidad no me causaba mucho problema, porque empecé a tomarla como algo normal, también desde niño he sido muy serio casi introvertido, por lo tanto, nunca le conté a nadie de lo que veía, sentía y soñaba, a veces pensaba que eso era normal para todas las personas y otras veces fantaseaba con la idea de que era algo como un súper héroe y por eso me pasaban esas cosas. Nunca hubo mayor problema, hasta que soñé con la muerte de alguien… el sueño se hizo realidad y me sentí tan dolido, tan culpable y con tanto miedo que solo Dios sabe como pude inhibir ese “poder” quizás solo faltaba desearlo para que se fuera o dejar de creer… la cuestión es que ahora apenas puedo recordar lo que sueño, ya no hay nada fuera de lo normal en mi, muy esporádicamente extraño esa sensación. Ahora prefiero estar lo más tranquilo posible.
Por mi profesión viajo mucho, era aún niño cuando mi gusto por las aves me hizo decidir que quería ser piloto, un buen amigo de la familia me enseñó y ahora realizo vuelos nacionales e internacionales, sencillamente volar es mi vida.
Al principio es difícil acostumbrarse, sobre todo cuando se trabaja mucho, se tiene que estar siempre bien alerta, concentrado y muy bien descansado, lo más extraño es de repente el no saber ni donde se despierta o el llegar a un lugar desconocido que morirías por visitar y no conocer más que el aeropuerto, después de un tiempo ya uno empieza por acostumbrarse.
Mi trabajo me encanta y cada vez voy estando más atareado, a veces tengo poco tiempo para mis cuestiones personales, situación que a mis familiares sobre todo no les agrada, dicen que trabajo demasiado, pero no puedo evitarlo, hasta cuando descanso no puedo evitar volar. Muchos también juran que empecé a estar más ocupado al término de una relación amorosa de esas realmente tormentosas, jamás he lamentado el terminar esa relación, solo lamento que hasta hoy no me haya enamorado nunca, a pesar de que me he preguntado miles de veces al ver pasar a alguien “¿y si es ella?”… pero nunca es. Certero es que cuando sí lo sea lo sabré.
En fin, sin tratar de pensar en otras cosas diremos que todo siguió normal, hasta que una noche después de llegar de un largo viaje y antes de irme a casa pase al baño del aeropuerto, el exclusivo para personal, no había nadie y lo único en lo que pensaba era en qué cenaría. Lavé mis manos y mi cara… mientras me secaba con un pedazo de papel escuché una voz femenina muy tenue que decía mi nombre, pensé que sería alguna de mis compañeras, pero al salir del baño no vi a nadie.
Ya en mi departamento cené lo que previamente había comprado de camino a casa, vi televisión un rato y después simplemente me fui a dormir. Al despertar tuve una sensación extraña, la sensación de haber vivido lo que acababa de soñar y sobre todo de recordar mi sueño como cuando niño… en ese momento casi al despertar sonó el teléfono y era mi madre, tal como el en sueño y dijo justo la primera frase de lo que en mi sueño había dicho… una fría sensación recorrió mi cuerpo, ¿había vuelto ese “poder”?. Pensé que sería por el cambio de horario, cansancio y miles hipótesis más para ignorar lo que pasó.
Debía de ir a arreglar unos asuntos al trabajo… quería descansar, tenía mucho que no tomaba vacaciones, así que no pudieron negármelas, y me autorizaron un mes, solo tenía que realizar un viaje y sería libre. Me sentía aventurero, tome las facilidades de descuentos en boletos y me fui a otro país, quería conocer, explorar, probar un poco de libertad. Por fin viajé y al salir del aeropuerto me invadió una sensación de familiaridad difícil de explicar.
Todo era espectacular. Abordé un taxi y de camino al hotel al pasar por unas calles sentí una especie de golpe, como cuando niño y de nuevo esa familiaridad y el escalofrío… cuando niño no sabía lo que era, pero ahora creo que le llaman Deja Vú, seguí escéptico, pero fueron varios lugares los que me provocaron esa sensación. Me sentí como un loco, pero tan libre. Que dulce sensación.
Me instalé rápido en mi habitación, no podía esperar más para conocer esa ciudad y al mismo tiempo buscaría algún lugar donde comer… me duché, me cambié y salí de ahí, mi hotel era muy céntrico, todo era maravilloso. Llegué a un pequeño restaurante donde comí delicioso después me fui a caminar por la ciudad. Placitas, construcciones antiguas, callecitas y callejones con casonas viejas, algunas ya eran comercios y otras seguían siendo casas habitación. Me sentía tan cómodo, como si antes hubiera estado ahí, pero nada me había sorprendido tanto como la sensación que me invadió cuando llegué a una de esas casonas, era como si supiera que iba a llegar ahí. Una chica iba saliendo y todo seguía siendo familiar, como si no supiera diferenciar entre realidad o sueño, o peor aún entre lo vivido y lo imaginado… Todo fue a más cuando la chica me miró con sus enormes ojos azules… y de nuevo esa sensación escalofriante, un extraño golpe de realidad que nos manda a blancos y nos deja ese extraño sabor en la boca de haber vivido algo ya. Se sostuvo de su puerta y con mirada de desconcierto me preguntó – ¿lo sentiste también? – sin duda… ella es, la que sí es.

1 comentario: