15 enero 2009

YO LOCO (Miguel Ángel Pérez Maldonado Mendoza)

En un momento de mi vida, me encanto leer y como el Quijote me encerré en la locura de las imaginaciones que me provocaba la lectura.
Yo leyendo un día, me impactó una reflexión que decía: “El mundo es vida y todo tiene vida”, “No hay amor sin locura y no hay locura sin amor” dijo Nietzsche. Así que dije: “¡Al carajo con los libros! y comencé mis caminos de amor por el mundo. Salí de mi casa y empecé por besar la banqueta y le dije: “Hola mi amor, estás mas hermosa el día de hoy, qué te haz hecho que te veo mas hermosa y exuberante” ¡Que carajos! continué mi locura de amor al mundo y después me encontré con la defensa de un vocho tirada en la calle y a ella se encontraba amarrada un mofle. La verdad me llene de compasión por la defensa pero el mofle se me hizo muy apetecible sexualmente hablando, yo los vi a los dos y dije para mis adentros: “¿Por que no hacemos un trío, al cabo se esta usando y sale en las revistas y películas porno?”, pero preferí seguir solo ayudando a sacarlos del camino y quedarme con las ganas, porque sino, estoy seguro se me hubiera acusado de prostitución infantil. Además yo lo único que quería, era amar al mundo desinteresadamente; por lo mismo seguía con estos arrebatos de amor, que me llevaban hasta el tuétano de estertores y gozosos retorcijones incomparables. En mi camino nuevamente me encontraba con una nueva presencia; exuberante, jocunda y por demás sexualmente agresiva; era una caja registradora. Dicen que el dinero hace atractiva a las personas pero ella era algo “mortalmente deseable”. Su tintilineo me sometía a unos debrayes psicologicos cada que se abría para dar cambio, yo pensaba: “Mami ¿como quieres que te agarre la morralla, para hacerte mía esta mañana?
Me acerque cautelosamente a ella, estaba decidido a todo, listo para meter mi mano en su bandeja, al tiempo que acercaba mi cabeza cuando sentí su traición. Otro metió la mano y la bandeja me dio un golpe en la cara. Explote en ira, he hirviendo de coraje al saber que las cosas tenían vida dije: Caja registradora: Eres una prostituta “hija de tal por cual”, para eso me gustabas “golfa”, no tienes que decirme nada, no me veras jamás, adiós. Salí y cerré la puerta, la gente se me quedaba viendo. Yo continué y a mi paso me encontré al mofle y la defensa bien agarrados el uno del otro. Los vi y dije:” ¡Hipócritas cerdos, sepulcros blanqueados, desgraciados, no saben otra que revolcarse en la calle uno con el otro, pero si yo les hubiera tocado seguro me habrían acusado de pervertidor! ¡Marranos, lacras hijos de la ching……! Los golpeé contra el suelo hasta sacarles las tecatonas de tizne y oxido que traían, debo confesar que me alteré en público, pero no lo pude evitar la gente pasaba y me veía haciendo eso, yo los veía y les decía: ¿Que me ven perros? Si yo no hago justicia ¿entonces quien? Que no han leído ¡Bienaventurados los que tienen ansias y sed de justicia! ¡Hijos de su fakiu yu moder! Estamos mal en el mundo. Nadamos en la mierda y hacemos gargaras con ella. Regresaba a mi casa y me encontré a la banqueta teniendo un abraso muy acaramelado con un zapato. ¿Qué la veo? ¡Noooo la hubiera visto, hija de 400mil chingadas! Te dejo sola y mira, ¡Puerca! Ya no me vuelvas a mirar como lo hacías antes; con esos ojos de libidinosa. No tienes perdón de Dios. Me quite el zapato y le empecé a dar de zapatazos hasta cansarme. Me di cuenta que en realidad el amor es locura, y como dice la Biblia, la cual me metí a leerla después. “El amor “Es comprensivo, el amor es servicial, el amor no tiene envidia, el amor nunca deja de ser” Y me volví a salir a la calle, porque pensé: “Edmundo necesita de amor y yo, puedo y debo dárselo.

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