15 enero 2009

Pongamonos locos… (Por: a quien llevo en la cabeza, el que se ha creido el adjetivo de rey: Carlos Castro)

El tiempo vuelve locura a la verdad.

Esto no es para los críticos. Esto es para aquellos que aun aprecian la sinceridad.

Los hijos son un trip que se prolonga hasta su partida. El escritor no crea, solo interpreta. Sin lo que para él es la realidad, no podría escribir nada.

La edad es solo el transcurso que dura un nuevo organismo en adaptarse a su exterior. Mientras el exterior se lo permita y él aún pueda aprender, prolongará su estancia. Eso es todo.

Le recuerdo a mi estimado lector que todo sobre lo que posa su mirada en este papel (quise decir pantalla de computadora, pero prefiero pensar que esto ha válido la pena como para imprimirlo en papel), es una falacia.

Te comando que no sientas nada. Ni siquiera coraje contra la ineptitud de este escritor, por su falta de talento literario. No te asombres de las estupideses que escribo, no intentes entenderme, no me malinterpetes.

Si lo estas pensando, esto no es psicologia inversa.

Perdámonos en este código que llamamos lenguajes. Solo un código, recuerda que nadie dijo que era verdad. Me exijo ahorrarme mis comentarios. Pero no puedo, ésta es la naturaleza del loco. Esto seguirá y tú serás mi receptor, mi estímulo y yo tu estimulante. Estamos conectados quieras o no. Lo que yo haga tendrá una reacción sobre ti, te podrá gustar, molestar, parecer indiferente. Pero una vez que este texto entre por tu retina, y tu cerebro la interprete seremos parte el uno del otro. Aunque no lo interprete, éste será el texto ininterpretado en tu memoria, quizás uno de los tantos (Al escribir esto y pensar en nuestra conexión, pienso que podrias ser Monica Belluci y esto comienza a gustarme). Es inevitable. Pertenecemos juntos aunque los kilómetros y el código nos intenten separar. Estamos tú y yo juntos quieras o no. Deja de leer o continúa, eso ya no importa, he entrado a ti y me quedaré ahí por siempre.

Ahora te pregunto ¿quién es el loco?

Si me quieres entender, primero te pido que dejes de pensar como lo haces cotidianamente. Más bien he querido decir: funcionar. Sabotea el código de tu programación.

Destruye el yo. Tú no eres quien odia el higado, quien ama las peliculas de acción, los pechos grandes y las nalgas aun mas grandes, los morenos o rubios. Tú no eres quien teme hablar frente a una masa. Quien ha declarado guerra contra la idea de la bancarrota o quien la ha aceptado como una constante más en su existencia. Quien tiembla ante el hambre, ante el dolor, ante la muerte.

Ese. Esa voz. Ese, es solo un fragmento de ti, de lo que “realmente eres”. La energía que te fluye, si me quiero escuchar a la Castañeda.

Aquí podrás ser quien te plazca. Al mismo tiempo o solo por un instante, un fragmento de segundo. Se un burro banquero. Un banquero con grandes dientes y un pene aun más. Créetelo. Actúa. No somos nada más, tú y yo. Solo grandes actores. Quien creemos ser.

Si me das la razón, porque en el resto del dia demostraras lo contrario, con tus acciones y reacciones. “Mis” preguntas. “Mis “respuestas.

Seguiremos viviendo la vida. Reiremos y sufriremos con la bandera de quien escribe y de quien lee, aunque lleguemos a cambiar lugares.

Deja de suponer y asentir. Creer que entiendes.

La vida se ha tornado en una suposición.

Es momento de un poco de verdad… mínimo un destello de ella.

Bienvenidos al mundo de un loco. Aquí la única constitución es: DESTRUYE AL YO.

Corazones rojos a la orilla de la carretera. Edificios hechos de luz. Voces que forman melodías. Un avanzar hacia el pasado. Puertas que se cierran. Huellas. Las ondas que conectan tu besar con el mio. Tu querer con mi corazón, con mi cerebro. Nuestros torbellinos enmarañados.

Paisajes llenos de mentira, es la mejor descripción de lo que acabas de comer.

Seamos sinceros. Si eres el malo haz el mal. Si eres el tirano ordena y bebe. Si eres el salvador bendice.

Mata, muere o conviertete en un enmascarado a la moda.

Aquí no encontrarás claridad. Esto no es una guía. Mucho menos una verdad.

Aquí lector y narrador perciben hasta donde la linterna (el medio: la luz convertida en palabras) nos lo permita.
Escribo aquello que veo en mente, producto del estímulo externo. Moiré tenías razón (mensaje subliminal de escritor a escritor)

¡Hey, que te he dicho! ¡Continua! ¡No proceses! ¡Una mentira! ¡Una mentira!

¿En dónde me he quedado?

Correcto. Decia:

Escribo
Escribo, porque deseo materializar todas las posibilidades que mi mente genera como reacción a las trivialidades de la vida.
Por medio de la escritura intento hacer todo real. Dejar de estar solo con esta avalancha. Quédate por favor, sintamos el venir de la muerte juntos.

Vuélvete loco conmigo, ¡te lo ordeno!

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