15 enero 2009

Julia (Jonathan Mata)

Esta vez era grave, me llamaron del hospital para avisarme que Julia tenía la mandíbula fracturada. ¿Cómo pudo fracturarse la mandíbula?, bueno, antes que nada debo decir que Julia es mi mejor amiga, fuimos juntas al colegio y luego nos separamos hasta volver a coincidir en la facultad de economía. Cabe mencionar dos cosas, la primera es que no me sorprendió saber que Julia estaba en el hospital, pero ¿fractura de mandíbula? ha ido demasiado lejos, y la segunda es que ella adora vivir, pero no está de acuerdo con el mundo en el que habita su cuerpo, así que hace cualquier cosa por escapar aunque sea un instante de la realidad. Primero fueron ciertas drogas, pero eso pasó a ser obsoleto con el tiempo, pero un mal día, o bueno para ella, en una tienda de artículos para el hogar, le cayó un bote grande de pintura en la cabeza, y eso le cambió la vida.

Aquella mañana me llamaron del hospital por primera vez para avisarme lo que sucedía. Cuando por fin pude verla, me miró excitada y me dijo que había experimentado la locura por primera vez, la verdadera locura. Yo no tenia idea de lo que hablaba. Dijo que mientras estaba en el piso semiinconsciente había visto una serie de cosas y entendido otras tantas, dijo que todo era maravilloso antes de que el encargado de la tienda la descubriera y llamara a la ambulancia. Yo pensé que todo aquello era parte del proceso posterior al golpe, pero no fue así, a la semana siguiente recibí otra llamada del hospital, esta vez era un envenenamiento leve.

Al entrar a verla, me recibió de la misma manera, diciendo una serie de tonterías y con una cara de satisfacción que no había tenido nunca. En esa ocasión la transfirieron con un psiquiatra por un posible intento de suicidio, y aunque ella me había confesado que no se había intentado matar, no me dijo la verdadera razón por la que lo hizo, solo mencionó que era por la misma sensación del bote de pintura.
Con el tiempo me enteré de que visitaba a los enfermos del hospital psiquiátrico, y que pasaba el mayor tiempo que podía en ese lugar, según ella porque estas personas le hacían entender cosas que la gente común ignoraba. Cuando hable con Julia por ultima vez antes del accidente de la fractura de mandíbula, mencionó que la gente debería experimentar la locura por lo menos una vez en la vida, intentar cosas que la naturaleza no entendería, y yo por su puesto no entendí de que estaba hablando, incluso dejé de poner atención a lo que me decía porque no dejaba de desconocer a mi amiga de la infancia en los ojos de esta nueva persona.

Al llegar al hospital, el medico me recibió de la misma manera que el director del colegio recibe a la madre de un niño indisciplinado. Julia intentó meter su cabeza en el ano de un asno, pero este le pateo la cara cuando apenas se había agachado, el medico me dijo que hablara con el psiquiatra del hospital, que me estaría esperando en su consulta. Él me hizo muchas preguntas sobre Julia, preguntas que tenían que ver con lo que ella me había mencionado anteriormente, y aunque seguían careciendo de sentido los significados, entendí su cometido, el doctor citó lo que Julia le había dicho con anterioridad: “Mi vida se ha estancado, y no quiero quedarme mas aquí, pero no quiero morirme doctor, no tengo posibilidades de seguir adelante, prefiero volver a ese lugar donde todo fue mejor un día”. Según el medico, Julia intentó volver al vientre materno, donde no importaba como vivías, lo único valioso era precisamente eso, que vivías.

Mi nombre es Adela, y mi número telefónico está en la cartera de Julia como al que hay que llamar en caso de emergencia.

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