10 marzo 2009

SU VOCACIÓN (Por: Magnolia Flores Tapia)


Manuel tenía 19 años, hacía casi un año que había terminado la preparatoria. Durante su estancia en la prepa no fe de los más destacados estudiantes, pero tampoco tuvo malas calificaciones, incluso, tenía muchos talentos, pero fue siempre por su compañerismo y lealtad por lo que destaco… “es un chico muy humano” - eso decían sus profesores.
La escuela termino y aún no sabía a qué dedicar su vida, muchos de sus amigos ya estaban en la universidad e intentando trazar sus destinos y el… ¡nada!. Era raro sentir que vivía sin ninguna pasión por algo, era como ser una sombra en esa inmensidad tan relativa de cada ciudad.
Una mañana despertó antes de lo normal y en realidad no había podido dormir muy bien en toda la noche, decidió arreglarse e ir a pasear en lugar de intentar dormir de nuevo… la mañana era rara, la sintió rara desde el momento en que abrió los ojos.
Mientras caminaba mil cosas pasaban por su cabeza… una de ellas; su vocación. No podía evitar sentir que estaba dejando pasar el tiempo sin sentido alguno, se le iba de las manos con la facilidad del agua. En ese momento hubo un extraño silencio que lo hizo levantar la cabeza, y después un caos… una niña cruzaba la calle y al mismo tiempo un autobús iba circulando, no podía frenar, cuando la pequeña se percató de lo que pasaba no pudo reaccionar, se quedó en shock, pero fue Manuel quien sin pensarlo dos veces corrió y en apenas segundos… preciados, ya estaba del otro lado de la acera, la niña de unos 10 años cuando mucho comenzó a llorar y la madre distraída a penas podía creer lo que había sucedido, ni siquiera Manuel podía creerlo, nadie hubiera reaccionado así, todos estaban solo esperando el amargo desenlace y en tan solo segundos él pudo actuar.
Él solo espero a que la madre llegara a donde él estaba, entregó a la nena y se fue aún un poco sonrojado por las felicitaciones de los demás espectadores. Algunas voces entre esa pequeña multitud que presencio todo le llamaban héroe pero él no se sentía así, a penas podía recordar qué pasó por su mente cuando todo eso pasó, solo podía recordar flashazos de realidad como las típicas escenas de esas películas de acción.
Minutos más tarde y a unas cuadras de distancia todo parecía ser de nuevo normal, el ajetreo común, el ruido normal… ya nadie sabía lo que él había hecho, tal vez al día siguiente ya nadie lo recordaría pero él… él había encontrado su vocación.

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