20 marzo 2009

La plaza de armas... 40 años despues (Jonathan Mata)

El teléfono sonó al cuarto para las nueve de la noche, dejé a la maquina que contestara como de costumbre, pero al oír su voz nerviosa preguntar mi nombre, tomé la bocina de inmediato, supe que era él, parecíamos dos colegiales indecisos en aquel instante. Su nombre era Franco y el mío Roberto, nos conocimos a los 27 años en la plaza de armas, que ahora tiene otro nombre. La llamada de Franco era para darme una noticia doblemente sorprendente, su esposa había muerto hacia 3 meses, insuficiencia renal; la verdad es que intenté portarme solemne, pero me fue difícil, 40 años de separación con el ser amado no son fáciles de olvidar, ni de perdonar, tenia que verlo aunque fuera inapropiado. Franco me dijo que necesitaba verme, me pregunto si tenia planes, le dije que no, la verdad es que no tenia planes desde hacia 40 años, solo esperando ese momento, quedamos de vernos en la antigua plaza de armas, en el sitio donde nos conocimos, 4 en punto de la tarde al día siguiente.

Llegué al cinco para las 3, no quería llegar tarde y perder esta oportunidad de revivir bellos instantes, pero al llegar él ya estaba ahí, mi corazón latió como el primer día, estaba de espaldas sentado en nuestra banca, claro que no era la misma, pero como si lo fuera, contemple su nuca por casi 25 minutos, quería tenerlo en mi mente así, tan cotidiano. Me acerque, y sin mirarlo me senté a su lado, el me tomó de la mano de inmediato y fue ahí cuando volvió a mi mente la escena donde nos amamos la primera vez. Como una escena de película, saqué a mi perro a pasear por la plaza, era un schnauzer de nombre “filemón”, lo hacíamos cada tercer día, y un miércoles justamente encontré a un gran amigo de la infancia, hablamos mucho tiempo y cuando menos lo pensé ya no estaba el perro, lo busque por todas partes, pero no hubo rastro de él.

La tarde siguiente fui a primera hora a la plaza a ver si tenia suerte, y ahí estaban, Franco y “filemón” sentados en la banca, corrí para abrazar a mi perro, mientras Franco me miraba con ternura, fue instantáneo, lo amé por primera vez por devolverme a mi compañía, luego por ser el mejor amante que haya existido, y al final por ser un caballero, y eso ha durado toda la vida. Lo invite a casa para cenar, 8 en punto de la noche tocaron a mi puerta, al abrir se abalanzó hacia mi besándome en los labios y estrujándome entre sus brazos, me tiró al suelo y me abofeteo, me dijo que era la persona a quien había esperado la vida entera, pero llegaba un mes antes de celebrar su boda, y su vida seria infeliz por el resto de sus días, se quito la camisa y me besó por horas, no fuimos mas allá de los besos y las caricias, fue el momento mas mágico de mi existencia.

Con el pasar de los años lloré noche a noche, esperando que tocara a mi puerta y me tratara como lo hizo aquel día, pero no sucedió, lo encontré a los 20 años de eso en un mercado de flores, era su aniversario de bodas y mi padre había muerto, vaya coincidencia fatal, pero le dejé mi numero telefónico para cuando el tiempo de invertir circunstancias nos llegara y ayer fue ese bello día, como quisiera que tuviéramos las fuerzas para repetir aquel instante, pero mas aun para no soltarle nunca mas la mano.

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