No le gustan las noches sin insomnio porque tiene pesadillas. Cuando era pequeña su madre la encerraba sola en el sótano para que pensara bien las cosas antes de volver a preguntar por su padre delante de ajenos, y como se llevaba la bombilla, Martina se quedaba a oscuras con su imaginación.
El padre de Martina salió a trabajar y no ha vuelto hasta hoy, ella tiene ahora 40 años y su madre 68, la mujer quedo ciega en un accidente domestico.
Martina sale cada día intentando robar algo del mercado, así mantiene activa su mente por las noches, hace toda clase de estrategias por si la policía la busca, o piensa simplemente que habría hecho otra persona con aquella naranja que ella había robado para luego dejar en el asiento del autobús. Martina es adicta al delito, lo peor es que hay días donde duerme como una reina, pero temer ver a su padre, aquel que en un sueño se confesara con ella y le contara que era asesino a sueldo. Martina no tiene mas remedio que tomar un cuchillo y salir a matar, cree que la mente criminal es una herencia inminente.
La madre de Martina apareció degollada un 7 de enero, hay una parte de venganza y otra parte de genética en ese hecho, pero por otra parte Martina nunca supo que su padre biológico era un hombre llamado Roberto, un sacerdote sin vocación de nariz ancha y moral confusa cuyo pecado fue absuelto inmediatamente por el mismísimo espíritu santo.
Martina pasa la noche en vela intranquila temiendo saber la verdad, lo que ella no sabe es que en unos momentos se va a resbalar en el baño y va a permanecer inconsciente unos minutos, donde sabrá toda la verdad.
20 junio 2009
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