¿Hacia dónde va todo lo que mandamos al diablo?... ¿querrá el diablo recibirlo?...
Yo he mandado el amor al diablo lo cual es una ironía tan solo pensarlo, pero lo he hecho y no he recibido ningún recibo ni comprobante de que el amor está realmente con el diablo.
Es como si de repente quisiéramos encerrar a nuestros enemigos nuestros malos momentos y pensamientos en un gran cubo negro.
Al diablo se le mandó hace mucho la democracia y es hora que no la ha regresado. El pasatiempo del diablo es jugar con nuestros pensamientos en una noche obscura y de tormenta, crear sombras con movimiento y hasta sonidos.
Todas las malas acciones se las achacamos al diablo, como si nosotros no tuviéramos nada que ver en el asunto, el diablo es ese pensamiento que te ronda al ver a otro ser humano bastante agraciado que se dirige hacia ti con una mirada erótica.
Al diablo hemos mandado sermones y buenos consejos también… me imagino a don Satanás oyendo hasta la saciedad que no lleguemos tarde a casa un sábado por la noche mientras él planea una estrategia para regresarnos al camino de ser humanos.
No me gusta pensar mucho en el diablo, creo que le he mandado muchas cosas y ya ha de estar lleno mi casillero… no se si algún día me las regrese o sólo esté jugando con ellas. Quizá sale los domingos al baratillo a vender las cosas que le hemos mandado
“No temas a las sombras solo son un indicio de que en algún lugar hay una luz resplandeciente”
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