20 febrero 2009
ELLA (Por: Magnolia Flores Tapia)
Los pueblos son fuente de muchas supersticiones y de historias sobrenaturales… leyendas que nos entretienen o que tienen a bien transmitir conocimientos, educar… evitar malos comportamientos… mitad verdad, mitad invento. Aquel año mi hermana y yo fuimos a pasar nuestras vacaciones con la abuela al pequeño pueblo donde ella vive, estábamos encantadas. La gente era muy amable, estábamos alejadas del bullicio de la ciudad y desde siempre fuimos muy apegadas a ella y ella siempre apegada a nosotros y muy cariñosa.
Era el cuarto día en época de semana santa… un día nos levantamos temprano para ir al templo, al mercado y después a desayunar, todo transcurría temprano ya íbamos de vuelta a casa cuando al pasar por una vieja y enorme finca mi abuela se santiguo, habíamos pasado por ese lugar casi todos los días más de una vez, y eso jamás había pasado.
La casona estaba sola desde hacía bastante tiempo, la misma casa tenía una arquitectura muy francesa para ser del tiempo que era y en un pueblo, tenía bastante jardín y varios cubos negros formaban parte de la decoración del lugar, habiendo uno más grande que todos en una fuente que estaba al frente de la casa con una especie de glorieta. Al preguntarle a mi abuela el por qué se ese acto nos relató una historia…
Ese lugar era de unas personas sumamente ricas un matrimonio relativamente joven, él al parecer tenía negocios bancarios, tierras y era prestamista y ella a diferencia de él era francesa venida a México cuando niña, como era natural no trabajaba pero si se sabía que era muy culta y se le podía ver siempre con un libro, pintando o dibujando algo, según nos cuenta mi abuela. Eran muy amables y vivían en el pueblo porque ella siempre fue muy enfermiza, el aire del campo le hacía bien, solía pasar temporadas solo con la servidumbre mientras su esposo atendía los negocios. Se veía que se amaban mucho, pero no pudieron tener hijos hasta después de mucho tiempo.
La mujer murió en el parto y al varoncito que nació su esposo decidió llamarle Miguel, por todo lo que tuvo que pasar y por devoción al arcángel del mismo nombre a quién ella siempre se encomendaba. Él fue un niño sumamente querido, su padre se veía en su hijo, fue muy esperado y era muy parecido a su madre, ella era una mujer muy bella y heredo esa belleza a su hijo que además cuando grande tenía el porte y actitud de su padre y los finos rasgos de su progenitora. Era alto, sus ojos eran claros pero nunca se pudo saber exactamente de que color, le cambiaban según su ropa, era muy inteligente, varonil, caballeroso y atento, su piel blanca y su cabellera rizada completaba el cuadro, un verdadero ángel coincidían todos.
Naturalmente como todo joven se enamoró de Clara, la muchacha más bonita del pueblo, su padre era ganadero y vendría siendo prima mía _ agrega mi abuela- pero yo tan solo era una niña en ese entonces. Se comprometieron como era debido y la fecha de la boda estaba ya cuando ella enfermó y al poco tiempo murió. No se puede describir la tristeza en la que Miguel cayó. Cualquier mujer lo hubiera aceptado como esposo, pero él ya no quiso saber nada, y se dedicó afanosamente a las cuestiones religiosas.
Su padre, que no quería que llegara su momento de morir sin antes saber que su hijo no quedaría solo, al no tener más familia el que él tuviera una esposa por lo menos lo dejaría tranquilo, y vaya que el señor ya era mayor en ese entonces. Meses después llegó una mujer a ocupar una casa que estaba deshabitada desde hacía unos años, la mujer tenía un aspecto extraño, bastante elegante, joven y sola, llegó sin familia, a penas unos cuantos criados y muchos lujos, todos supusimos que por su actitud iba de una gran ciudad, pero nadie comprendía por qué había llegado hasta ahí. Y sobre todo a nadie nos daba buena espina. Mas pronto que tarde comenzó a hacer buena amistad con el padre de Miguel y a querer comprometerse con Miguel, cosa que al joven no le agrado para nada, él siempre decía que no habría mujer más allá de Clara y que después de todo, su única compañía sería Dios Jesucristo nuestro señor.
Ante las actitudes del joven el padre solía encolerizarse como nunca, hasta que decidió comprometerlo sin más en matrimonio. Pero a los pocos días de esa decisión el señor murió, por lo que el plan no se llevó a cabo tal cual, pero siempre estuvo al pendiente esa extraña mujer a la cual él siempre repelía y como cosa extraña ella jamás entró al templo o al camposanto.
No fue mucho el tiempo que paso para que ella tratara de aprovecharse de la situación, pero el joven amablemente siempre la solía rechazar hasta que todo comenzó a ponerse cada vez peor, el clima se tornaba lluvioso cada que ella se enojaba y todos empezamos a saber que ella no era algo natural ni divino…
Un año acabó, otro empezó y desde que esa mujer estaba en el pueblo todo iba cada vez peor, y más cuando la semana santa terminó… como cosa extraña Miguel enfermó, y ella con todos sus sirvientes se ofreció a irlo a “cuidar” cuando un caballero elegantemente vestido y todo de blanco abrió la puerta de la casona, nadie lo vio entrar o llegar al pueblo pero cierto es que jamás permitió que ella entrara. Él se parecía bastante a Miguel, rubio, rizado, bastante alto y con un aspecto bastante tranquilo, a nadie le incomodaba y a todos parecía provocarles una inmensa ternura.
Miguel murió, y muchos aún creen que fue por tantas tristezas que se debilito y finalmente falleció… pero no se sabe. Lo cierto es que la mujer desapareció después del día en que falleció, solo ese mismo día momentos después se cuenta que una platica entre el caballero de blanco y la mujer se escuchó… él le advertía que no debía acercarse a él, y ella simplemente dijo que no haría nada en su contra, y no iría a turbar su camino. Después jamás se le volvió a ver. Y la tumba de Miguel nunca ha estado sin flores y sin pasto verde a su alrededor a pesar de que no dejo a nadie. Sus bienes fueron para los más pobres del pueblo y de eso hoy justamente hacen ya más de 70 años. Y todos tenemos la sospecha de quienes eran esas extrañas personas, sobre todo acerca de quién era ella… pocas cosas raras pasaron después de su partida, su casa se derrumbó dejando un ligero olor a azufre que se desvaneció pronto.
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