- ¡Ya lo he vivido! – me lo repetía una y otra vez.
Mi cuerpo sudaba, mi pecho subía y bajaba ante la contemplación del Divino Rostro.
- ¡Ya conocía estás sensaciones! – volvía a decirme.
- ¡Ya lo he vivido! – me lo decía.
- ¿Dónde, dónde?
Y encontré la respuesta en aquellas noches cuando el demonio tentó mi carne y me hizo conocer el pecado.
01 febrero 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Muy corto... pero en realidad eso es lo que uno dice cuando acaba de pasar un deja vu... un final muy poetico
ResponderEliminar