10 febrero 2009
Hoy No Puedo - (Por: Magnolia Flores Tapia)
Fumar, beber, comer… muchos son los vicios que un hombre (o una mujer) pueden tener, pero yo… no tengo ninguno de esos, mi único vicio es jugar… sí, jugar. Me gustan los retos, me gustan las apuestas, se perder, pero me encanta ganar. En sí, la vida es como un juego, a veces se gana a veces se pierde, pero uno no puede dejar de apostar con sus decisiones.
Como buen jugador tengo mi amuleto, una moneda antigua y extranjera que ha pasado de generación en generación mi bisabuelo la consiguió, se la dio a mi abuelo, él a mi padre y mi padre a mi, nunca salgo sin ella. Y por supuesto que a la par de mi amuleto va mi superstición… el número 13 ¡ni tocarlo! ni en el juego ni mucho menos en el calendario… el 13 de cada mes si puedo evitar salir de mi casa lo hago, cosas terribles e inevitables suceden, preferible para mi tomar esas medidas que cosechar accidentes o desgracias, después… ¡que sigan las apuestas Y la vida normal!. Todo puede esperar.
Entre amigos; póker, dominó, damas chinas, etc. O a gran escala carreras de caballos, deportes, casinos. Casinos… benditos lugares, siempre he tenido suerte y en uno de ellos fue donde contemple los ojos más hermosos que jamás hubiera siquiera imaginado, ¡¿qué mas suerte que esa?!
Acababa de tirar unos dados en el preciso momento en que la vi pasar frente a mí… cabellera rojiza y ojos verdes resaltados con un perfecto delineado negro, vestido entallado y tacones… su mirada se posó en mí y mis dados me hicieron ganar. Por ese momento me retiré del juego, cambie mis fichas y me dirigí hacía ella, tenía que conocerla.
Más de un par de horas estuve con Tania (ese era su nombre), era toda una diosa, pero el tiempo no perdona y nos tuvimos que separar… intercambiamos números pero me pidió que no la llamara antes de que ella lo hiciera “yo te llamo” – me dijo, y retumbó en mi esa frase tan usada… de nuevo un volado al aire, debía olvidarla o confiar en que me llamaría y le quitaría lo trillado a ese enunciado, una nueva apuesta, habría que confiar, por algo me la encontré.
Pasó más de una semana y nada que llamaba, acabó un mes, inició otro y ya avanzado en días mi teléfono sonó… me dio taquicardia, aún no podía olvidarla ¿y si ella por fin me estaba llamando?, ¡no, hoy no! – Bue.. Bueno - dije con voz tímida - Bueno – dijo Tania y agregó – disculpa mi tardanza, viajo mucho y no estaba en la ciudad, acabo de llegar, ¿quieres ir a tomar algo en la noche? – era inverosímil, debía ser una burla; de la vida, del destino, de la suerte, qué mas daba, una burla al fin. No pude más que contestar – hoy no puedo… es 13, ¿qué tal mañana?.
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Totalmente sincero:
ResponderEliminarPues ibamos muy bien en el desarrollo de la historia, solo que bueno el final lo sentí así como muy apresurado a terminarlo jejeje.
Bendiciones.
LCC Omar Chao.