Escucha su voz: ese tono con el que pronuncia la palabra “amor” y entonces quieres ser parte de su vida. Curiosamente se encuentran en un parque y apenas rozan sus manos, el atardecer los acompaña mientras en la conversación se hacen presentes las confesiones mutuas.
Siente su mirada: el tiempo te apremia para tocar sus labios, sentir su respiración en tus mejillas. Mientras van el carro una canción les hace salir de su silencio pero las palabras no son suficientes, una sonrisa, una mano en la cintura y la otra en el dorso de su espalda.
Toca su piel: un mapa infinito de sensaciones y líneas que descubrir y ahí quieres dejar tus manos explorando el territorio. Se desnudan mutuamente y el resto del mundo deja de existir, complementan su pasado, el sudor se confunde en las sábanas blancas recién planchadas.
Sus pasos van al mismo compás, las manos entrelazadas y yo me pregunto: ¿vivieron?... ¿felices?... ¿para siempre?...
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jajjaja , ironía exquisita, me gustó
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