No contaba con que la sangre manchara mi ropa y eso, ciertamente no estaba en mis planes, pero no importa porque ahora probaré tu sangre y tus células formarán parte de mis latidos.
¿Sabes? Si no hubieras hecho esa llamada la muerte se alejaría un poco de este cruel destino mas era inevitable con tu actitud de que todas eran mejor que yo: desde el peinado, la ropa, el dinero… Oh si, era consciente de las miradas y halagos silenciosos que propinabas en cada oportunidad.
Tu sangre tiene un sabor agridulce, el olor de tu perfume hace que se aturda mis pensamiento y recordé aquella tarde en que pronunciaste el nombre equivocado mientras yo pensaba “¿quién es ella?, ¿dónde vive?? ¿qué hace en tu vida?” y recapacité en las miles de veces en que solo me llamabas “princesa” y deduje que era mas fácil que recordar mi nombre de telenovela antigua.
Te invité a cenar a mi departamento y mientras cocinaba una pasta me llamaste para preguntar qué llevabas de postre, yo dije: “un pay” y al fondo escuché una voz femenina pronunciando tu nombre y ordenándote que te apuraras. Por mi mente cruzó ese nombre equivocado con que el que alguna vez me bautizaste.
La cena estuvo deliciosa y como se te olvidó traer el pay me estoy bebiendo tu sangre de postre.
Si, la sangre manchó mi blusa gris y ahora tus células se mueven con cada pensamiento que recuerda tu nombre… los cuchillos sirven para algo más que cortar verduras.
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