20 octubre 2009

EL MENSAJE - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Realmente ya no tengo nada que perder, ya lo he perdido todo. Me siento libre, por primera vez me siento libre, pero, no fue fácil, primero llegó la angustia, la desesperación, el llanto, el mundo se cerraba y hasta daban ganas de no vivir, pero de pronto todo se tranquilizó, y vi todo eso que antes no veía. Sí ya saben, la brisa de las fuentes, las sonrisas de los niños, los arcoíris, la luna, la neblina, los rayos del sol que reverdecen las hojas en las mañanas de domingo. Todas esas cosas que el dinero no puede comprar y que son más valiosas que todo lo que siempre nos preocupa.
Hice todo lo que en algún momento olvide hacer, hice todo lo que en algún momento quise hacer. No tenia trabajo, ni dinero, ni casa, ni pareja… me fui a la aventura, de mochilazo como siempre lo soñé al mar, yo solo, caminando, pidiendo “aventón”, durmiendo en lugares baratos, conociendo personas, lugares, paisajes atesorados en mi memoria. Por fin llegue a la playa, estaba atardeciendo, me senté a descansar mientras escuchaba el oleaje, mientras admiraba al sol hundiéndose en el mar, la tranquilidad total como nunca la imagine. De pronto un mensaje en una botella llegó hasta mi, decía “te llamaran loco, pero serás realmente feliz”. Fue como un sueño, pero al fin lo comprendí, al fin era de nuevo yo, al fin…

BODA PIRATA - (Por: Blanca Dayanne Castro)


La invitación de la boda vino de una manera muy original: dentro de una botella, asemejando esos mensajes que flotan en altamar buscando su lector.
Quitas el corcho mientras te das cuenta que hasta arena se molestaron en poner en el fondo junto con unos minúsculos caracoles que se mueven al compás de tus manos. Dicen que los caracoles guardan el sonido del mar ¿será acaso que añoran la tranquilidad?... curioso, solo te adjuntaron un boleto para la fiesta lo cual te indica que tendrás que soportar las miradas compasivas de los demás comensales preguntándose si la soledad es buscada o solo es una forma de llamar la atención.
Temes desenrollar la invitación porque entonces te toparás con su nombre y una bola de recuerdos junto con eso, pero el martirio es inevitable y al estirar el papel gritas, lloras, pataleas… marcas su número telefónico que te manda al buzón.
El día marcado con rojo en tu agenda te arreglas, te pones tu perfume de marca para esas ocasiones, te miras 3 veces al espejo mirando tu atuendo, buscando que todo esté perfecto y tomas el solitario boleto que en el reverso trae un mapa como para buscar un tesoro.
Escuchas la ceremonia, sales antes para participar arrojando arroz a la feliz pareja como señal de buena suerte y marchas a la fiesta.
Por su puesto, ahí está como ha estado todo el día: con una sonrisa abrazando a las personas que llegan cargando regalos para la ocasión. Tomas la daga que traes guardada y te acercas disfrutando su mirada de asombro… se abrazan y entonces decides que su nombre y el tuyo figurarán juntos en algún periódico amarillista. La daga cae al suelo llena de sangre mientras las miradas de los comensales piensan el la palabra locura.

10 octubre 2009

RUTINA (Por: Magnolia Flores Tapia)


No puedo creer que las horas transcurran tan lento en este lugar. No me había dado cuenta de cuán rutinaria es mi vida. Desde hace años es siempre lo mismo…levantarme temprano, arreglarme, poner mi desayuno en la misma vasija de siempre, tomar el autobús y llegar a mi lugar de trabajo: el supermercado, a ver familias de todos los tipos, personas variadas, formas de hablar diversas… poco me había cuestionado todo, la mayoría de las veces mi expectativa de un día iba hacía esperar que terminara mi jornada laboral para ir a casa a ver alguno de mis programas favoritos. Tengo pocas amigas así que salgo poco, tengo un perro y no tengo novio, no sé ni por qué, pero no tengo, supongo que no soy el tipo de chica que tendría novios.
No sé cuanto tenía sin darme cuenta que mis ojos no brillaban, realmente no sé si me di cuenta alguna vez de que mis ojos no brillaban, tal vez fue justo en el momento en que se escuchó la voz rara aquella que decía “Asociada Fátima a departamento de Salchichonería” y vi a una pareja como de mi edad con todo lo que yo alguna vez soñé.
Mi rutina terminó en aquel lugar, mi rutina de trabajo, porque continué con la de mi vida, siempre lo mismo, compraba algo para preparar mi cena, llegaba por una revista, algún pan dulce y llegaba a mi departamento a alimentar a mi perro y a ver la televisión… a decir verdad, creo que prefiero volver a mi trabajo… tanto vacio… mañana haré horas extras... ah sí, esto también es rutina.

DEL PUERTO... (Por: Marcela Dávila)



La Cruz… en sus labios se dibujaba una sonrisa cada vez que a su mente volvía el claro recuerdo del Puerto de la Cruz.

Eran días de Julio en los que los pescadores se preparaban para la celebración de la virgen del Carmen, el aroma a chocolate inundaba las angostas calles de la isla y los cantos de las mujeres que ya preparaban sus vestidos para la noche de fiesta, se dejaban oír por doquier. Llegó en un barco proveniente de Cádiz, que bordeando de costa en costa el sagrado desierto del Sahara, tenía como destino final Santa Cruz de Tenerife en las Canarias.

Antes de todo aquello, nunca se había considerado hombre de aventuras, siempre tan inmerso en su formal empleo de Relacionista Público, puesto que desempeñaba para una compañía multinacional de plásticos en Madrid. Había logrado viajar y conocer diversos sitios del mundo desempeñando su profesión y por supuesto que no encajaba en el perfil de un iletrado; a decir verdad era bastante hábil en diversas áreas muy separadas las unas de las otras e ingenioso para la resolución de problemas, por ello su cabeza valía mucho en el mercado y sus créditos académicos y profesionales no mostraban menor mérito que eso, sin embargo, existía algo que aún no lograba encontrar, la pieza clave de la completa rendición que nunca se había dado el tiempo de alcanzar.

Así que Sí… un día muy similar a los demás, sentado tras el diario a cuya lectura se aferraba cada mañana para preservar en su mente la ilusión de no haber abandonado su gran pasión por la lectura… y ,ahí mismo, en absoluta contemplación de la taza de café que esperaba impaciente a que su mano derecha se decidiera a llevársela a los labios para beber su contenido, extrañó más que nunca el sabor de un beso y el cálido palpitar de unos labios contra los suyos en una tarde de verano. Pero el café le dejaba mal aliento, el diario era intrascendente y lo único que podía recordar de toda aquella ráfaga de repentino deseo era un nombre que alguna presencia atrapada en la calamidad de su propia perfección, residente de sus días, ya le estaba susurrando al oído… “Puerto de La Cruz”.

Movido por alguna clase de ansiedad que se presenta tras una secuencia de emociones reprimidas, casi tan absurdas como el acto de guardar lágrimas en frascos de gotas para ojos, se levantó de su asiento, arrojó el periódico en la silla y tomando su cartera, abandonó el café sobre la mesa; la puerta cerrándose tras de sí representó el inicio de toda aquella revolución.

Y está de más decir que tomó el primer tren a Cádiz y luego el transbordador… pero ahí estaba, hospedado en un pequeño hotel de la zona cuyos paquetes de fósforos llevaban impreso el nombre “Casa del Sol”. Y bien, lo había dejado todo atrás… el estrés de la ciudad, el periódico de la mañana, el café… el mal aliento… y sin embargo sus labios seguían tan ausentes de un beso como frente a la mesa de su cocina en el desayuno.

Salió a caminar por el pueblo. En la habitación su teléfono celular yacía apagado, por primera vez desde su adquisición hacía algunos años, y al otro lado de la línea entre tanta llamada perdida para cuestionar el motivo de su ausencia en el trabajo o uno que otro sujeto de traje con alguna importante posición, una llamada nunca entró… No registrados en su agenda, los ojos verdes que la efectuaron esperaban contactar al desconocido que había olvidado su billetera en el transbordador. Sosteniendo en una mano el auricular y en la otra la tarjeta de presentación que había hallado con una decena más al interior de la cartera del extraño, la joven terminaba la llamada y se decidía a seguir caminando por el puerto.

Y algún tiempo después, le hubiera gustado a cualquiera de los dos, contar la historia de cómo fue que el destino los llevó a encontrarse el uno al otro en ese pequeño rincón español, pero la realidad es que… aún estando tan cerca, aún habiendo cruzado sus pasos en la fonda “El Faro” en donde almorzaron, él al interior en una esquina del lugar y ella en el balcón con vista al mar, a la misma precisa hora del condenado día de julio, la propia búsqueda de lo inesperado no culminó en un romántico encuentro al estilo comedia “Holliwoodense” en donde los personajes son guiados por un macabro guionista que se basó en algún modelo extraído de los libros, para contentar al público con un final feliz.

Cuatro días fueron suficientes para que él comenzara a sentir el aburrimiento producido por la ausencia de la acción que su trabajo le otorgaba cada día, pues el diario y el café no lo eran todo, y la relación con los medios y nuevas personas era algo que en verdad gozaba. Sumido en tales reflexiones, comprendió que la mayor ansiedad había sido la de permanecer encerrado en sí mismo y, agradeciéndose el respiro, decidió volver a casa, alimentar a su pez y seguir con la vida tal cual la recordaba. En Madrid nada había cambiado sin su presencia, la fuente de Apolo seguía en su lugar y el Goya de bronce aún miraba inquisitivamente por el paseo del Prado, pero en la puerta de su apartamento, justo bajo el trece que enmarcaba el gris de su color, una nota escrita en tinta azul esperaba su llegada: “ Habéis olvidado vuestra billetera en el transbordador a “La Cuz” , para recuperarla : 91 394 208 Alina.

Extrayendo de su bolsillo el teléfono celular, marcó los números escritos en el papel y tras un par de tonos y una hermosa voz al otro lado de la línea, exclamó: ¿Alina?

DESPUÉS DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)

Nunca pensé que estuviera frente a ti de nuevo, después de tanto tiempo y menos que estuvieras esperando de esta forma tan cálida, tan silenciosa… liberadora.
Vuelvo a ese tiempo de ayer cuando quería que todo fuese diferente, pero tu siempre estabas como ahora: sin apoyarme o rebatirme; es desesperante créeme.
Tu nombre lo dejé de pronunciar en una inútil rebeldía que solo trajo mas vacío, mas impotencia y ahora frente a ti ni si quiera sé por dónde empezar.
Odio el silencio, mi vida fue de fritos, de amenazas, me enfrenté al mundo como los caballeros de la edad media: la espada por delante y una armadura de indiferencia. Sigo sin entender cómo pudiste sacrificar tu vida por una causa tan vaga y difusa…
Cielos, no recordaba cuánto me gustan las iglesias y ahora tengo que admitir que te necesito, te necesito más de lo que tus brazos están abiertos en esa cruz, mis sentidos no lo pueden expresar, el pensamiento no lo puede digerir. Dime a dónde vamos, ¿a dónde tu mano santa guiará a mis pecados?...
Mis ideales de fuerza, valor y libertad es lo que te puedo ofrecer, tú me enseñarás la paz de tu silencio: apuesto a que los dos aprenderemos algo de esto.

Y SE ABRIÓ LA CATAPICSIA O CATAPIXIA POR EL PROPAGANDA BOY PARTE 2 (MINERVA P. BAÑUELOS CÁRDENAS)

Sus ojos se vieron hipnotizados por un inmenso letrero de una tienda monopolista. Sí, creyó haber encontrado una pista en ese gran almacén. Pronto entró, y su piel se enchinó como el de una gallina. Se escuchaba música new age dentro del almacén provocando comprar sin remordimientos. De repente, esa armonía creada para el consumidor se vio interrumpida por otro mensaje subliminal:---- En el departamento de salchichónería tenemos la promoción de jamón de pavo El Modesto al 2 x1. En los oídos de Cristina se distorsionó el mensaje, y prácticamente ese mensaje emitido, para ella fue: En el departamento de salchichonería tenemos la promoción de un mamón del nabo, Modesto ven y bésalo. ---¡!!!!!Que!!!!!!!!!! – ¡Qué clase de tienda es esta! ¡Como permiten a un hombre auto venderse! Y sobre todo en el departamento de salchichonería. ¡Esto es una aberración! Y aparte, ¿¡Modesto!?
Empezó desesperada a buscar a ese propaganda boy, quería ver sus ojos, quería ver su rostro. Empezó a formular varias preguntas en su mente para él: ¿Por cuánto dinero aceptaste vender tu boca, tu espíritu, tu dignidad, tu orgullo, Modesto? ¿Por cuánto?
¡Por favor! Dime que esta fue tu última opción, por que la siguiente sería robar o secuestrar, y te parecía menos grave.
De repente, Cristina se encontraba en el mostrador de las salchichas selectas, de los jamones gigantescos envueltos de conservadores calculadoramente ordenados de mayor precio a menor.
No vio a ningún hombre con labios provocadores, ni a las mujeres haciendo fila para ello. Al contario, ella se situaba sola, en esa helada sección pero, en unos segundos se levantó una masa de carne viviente, envuelta de un monocromático y aburrido uniforme. Una cara llena de granos y ventanas oscuras, por las prolongadas horas de cubrir 24 x 24 horas, una nariz pequeña y unos labios morados acompañados de unos increíblemente separados dientes. Era él, el repartidor de besos, él de las promociones, el propaganda boy, Modesto.
Ella parecía más confundida que cuando lo estaba, en su desesperación de plasmar sus ideas. Quedó estupefacta, y él, intentó mirarla con dulzura. Ella agachó la mirada, y la fijó en la etiqueta de Súper salchichas.----¿ Qué va llevar? ¿Viene por la promoción 2 x 1 de salchichas El Modesto?
Cristina era como tú, como yo. No era extraordinaria, ni diferente, ni única. Y si alguna vez creyó sentirse de una raza superior con intelecto elevado comparada con sus contemporáneos, ella solo se engañaba. Sus ideas eran manipuladas, por el cuarto, tercero, segundo, primer poder. Era esclava de su propia mente, nunca podría impartir justicia. Ella también creía en los paradigmas impuestos por la belleza hollywoodense, creyó que Modesto era bello, alto, blanco, se envolvió en el morbo de encontrar a esa persona perfecta haciendo publicidad gracias a sus dotes. Y el hecho, no es que le pareciera sorprendente, sino más bien, Cristina estaba agotada de ver tanta publicidad en todas partes que le parecía repugnante, que hasta para vender salchichas y jamones, está, utilizará el repartimiento de besos. Pero ,nunca imaginó encontrarse a una albóndiga abrupta repartiéndolos, eso sí era una arbitrariedad. Según ella, según tú, según yo. !Noooooo!Seguimos sin grandes ideas, somos lo mismo, esclavos de ellos.

La doble vida (Jonathan Mata)

Mi vida es como la de todo el mundo, por la mañana trabajo en el departamento de carne y salchichonería de un gran almacén y por la noche soy asesino. Es fácil para mi trabajar en ambas cosas, en los dos sitios trabajo con carne fría y muerta, pero la diferencia es el salario, gano poco en el almacén, pero necesito sentirme normal de repente, sentir que tengo una vida como la de todo el mundo. Soy asesino por placer, no por dinero y aunque a veces la moral juega sucio, se que nací para hacer esto. Mi tienda tiene la mejor carne de la ciudad, ¿Qué por que lo se? Porque en las noches la “consigo” y por las mañana la vendo.

02 octubre 2009

EL AUTOBÚS. ( POR: Marcela Dávila)


Engaño… engaño creer que mirar al pasado no es cerrar los ojos al presente y dejar que los segundos se vayan en vano… engaño el de creer que se puede mirar lo que existe más allá de la niebla espesa y oscura… engaño no confiar… engaño no olvidar… engaño de la vida, engaño de uno mismo, engaño que engaña al subconsciente, que penetra y aprisiona…

Engañarse es dejar de soñar para recordar con el propósito de vivir en el recuerdo, abrir los ojos es dejar de ocultarse bajo las sábanas ya frías y salir a respirar el aire que yace afuera… y de facto vivir, así que de esta forma arrojo mi temor y estoy lista para dar el paso, sea cual fuere…

Y ella terminó de redactar estas palabras en una carta dirigida a su amiga, cerró el sobre y tras sentir el añejo sabor de una estampilla filatélica que llevaba años conservando en un cajón, tras haber sido regalo de un viejo amor, arrojó sus letras ahora inmortales, a un destino en concreto. El sobre blanco con letras negras que viajaría primero en manos de un responsable del Servicio Postal Canadiense, después en un avión con destino a México para terminar el recorrido en una oficina de correos en algún lugar de la República, en el bolso de cuero de algún cartero en bicicleta para que su amiga pudiere abrir el buzón un par de semanas después y leer su contenido.

Pensó todo esto brevemente, mientras se alejaba del buzón, era una noche agradable recién entrado el Otoño; habría unos dos grados Celsius en el ambiente y un viento que le arrebataba la bufanda de rayas azules del cuello… corrió a la parada del autobús con la esperanza de que a esa hora aún alcanzaría un transporte para volver a casa. Se había demorado escribiendo en la biblioteca de la escuela aquellas letras de libertad y ahora esperaba paciente de pie en la caseta de la parada, pegando su espalda al cristal para tratar de mantenerse a temperatura.

Engaño no soltar el tiempo ya vivido… eso es vivir en todo tiempo en el engaño… Repetía en su mente las líneas de las cuales su mano derecha aún podía sentir el calor tras haberlas plasmado en el papel… De pronto un viento fuerte le arrancó los pensamientos y trajo consigo una lluvia de hojas que la hizo salir de la caseta y cerrar los ojos para sentir una vez más la caricia dorada que había traído el otoño, una caricia nueva alejada de todo recuerdo.

De pronto una voz interrumpió el suspiro con el cual recibía la brisa helada cubierta de hojas y al levantar la mirada para conocer su origen, unos ojos verdes se interpusieron en su camino, sin conocer bien el origen del extraño o la razón que en ese instante lo traía a su camino, supo que cualquiera que esta fuera, representaba una nueva etapa de su existencia y el viento se había llevado sus recuerdos con el verano que se acababa de marchar. Tras estrechar manos, abordaron el autobús número 8 con destino a Abotsfield. Ya no eran dos extraños...

01 octubre 2009

LA CATAPICSIA BUENO PS, CATAFIXIA PARTE 1 ! ( Minerva P. Bañuelos Càrdenas)


Ella estaba allí, caminando sobre una calle cerrada., Poco después, se dio cuenta de eso, fijó su mirada en el reloj de su muñeca, y pensó – Es tiempo de volver, hace calor y aún no encuentro la inspiración.-- Es decir, ya tengo las ideas, unas en la pared de mi cuarto, otras volando entre el aire cargado de polución, es más, en este preciso momento ¡Ya tengo brillantes ideas! Pero, al parecer me he tardado en plasmarlas., ¿O será acaso que todavía no es el tiempo?
Minutos después, se dirigió a la avenida principal y tomó la ruta 676, rumbo al Norte de la ciudad.
Raramente es difícil no encontrarse con el disturbio urbano., Y es que, uno se va acostumbrando a los vendedores ambulantes: chicles por peso, lapiceras mágicas, tres canciones y una paleta y lo que guste cooperar. Al igual que, caridad precoz: mi madre me abandonó y ahora busco una monedita para comer, y que decir de los enfermos de enfermedad juro por Dios que sí: Mi abuelo esta enfermo tiene cáncer, necesitamos recuperar fondos para su tratamiento. En fin, un tornado de existencialismo.
Y bien, ya hasta flojera me dio de no más escribirlo pero, no podía olvidar esos rostros demacrados, ojeras tipo oso Towi en los estudiantes, en los trabajadores, en los ciudadanos. Que se ven indirectamente invitados al festín de los olores: olor a salón de clase, el olor al ensamble de un automóvil, olor a maquilas y colorantes, olor al alcohol y a la sangre, olor a la cebolla y al cilantro del desayuno de tres tacos por quince pesos. Sí, en realidad es una percha sensacional, y sobre todo o lo disfrutas o te acostumbras, por solo dos cincuenta en transvales o cinco pesos en efectivo.
Totalmente, Cristina se situaba en esa atmosfera pero, parecía que el Universo conspiraba a su favor por que dicho ruido visual y auditivo, no la inmutaba. Al contrario, parecía que su mente la seguía martirizando con sus grandiosas ideas, y su mirada estaba solo enfocada en la abultada cabellera de carrizos, que estaba enfrente de ella. ¿Sería posible que ese peinado, por decirlo así, le ocasionaría alguna inspiración? Puedo asegurar que sí.
Conforme la ruta avanzaba, el trafico empezó a congestionarse, y las llantas parecían moverse al ritmo de la canción de las tablas: 2 por 1 , 2, 2 por 2, 4 , 2 por 3, 6……del casete de Cri Cri.
De repente, una mano pálida timbró a la mitad del parque Unido. Cristina escuchó el estridente timbre, e inconscientemente se bajó en la siguiente parada. Sus pies tocaron el cemento quebrado de la banqueta. No obstante, esta vez parecía que entraba en la realidad con su alrededor, y cómo en los premios de Chabelo, se abrió una inmensa catapicsia o catafixia, para los que bien mejor hablan eda.
Continuará…….

HUYENDO DE LA MUERTE - (Por: Blanca Dayanne Castro)


No, no estoy muerto… solo dejé de respirar como 10 minutos a lo sumo así que no puedo estarlo. Tengo muchas actividades que realizar porque ni creas que les voy a dejar el fruto de mi trabajo, mis desvelos y falta de vida social me han costado llegar hasta donde estoy.
No puedo estar muerto si sigo pensando, así que yo haré como que mi corazón sigue funcionando. Están tocando la puerta y mis pasos retumban hacia ella, no puedo abrir; ¡maldita chapa oxidada! De cualquier forma ha de haber sido un vendedor el que tocaba o niñas queriendo vender sus galletas de exploradora así que no me preocupo. Yo sigo pensando y mi risa se escucha en las noches cuando regreso de mi trabajo.
La muerte no es mi color preferido, nunca me ha gustado así que yo solamente sigo existiendo aquí entre estas paredes cubiertas de moho, con los muebles cubiertos de sábanas para que no se llenen de tierra y los cubiertos de plata dispuestos en la mesa para admirarlos cada mañana. La muerte no es para mí, mis monedas de oro las enterré junto con mis sueños de la infancia.
¡No estoy muerto te digo! Toda a la puerta… y aunque nadie te abra escucharás unos pasos y por fin saldrás corriendo después de escuchar mi risa, burlándome de tus miedos, crucifijos y agua bendita. Esta casa es mía y de nadie mas.

AVANZANDO - (Por: Magnolia Flores Tapia)


Cinco años era lo que Elisa llevaba a lado de su novio Roberto, ella siempre creyó que él era el hombre de su vida y la prueba era el hermoso anillo con un enorme diamante que portaba en el anular de la mano izquierda. Ya no sabía muy bien qué significaba la palabra “compromiso” o más bien porque era algo tan difícil de sobrellevar al menos para los demás. Claro que había tenido fallas, como humana era natural que fuera un ser imperfecto, aunque siempre trato de ser lo más apegado a las necesidades de él. Y ahora un extraño frío envolvía a su corazón, ese corazón que al inicio del día se sentía tan dichosamente enamorado y que antes de que muriera el día había sido brutalmente destrozado.
Solo estaba esperando que llegara, ya casi eran las 8 de la noche y no debía tardar mucho. Se escuchó el sonido del cerrojo al ser abierto, se escucharon sus pasos, su voz, la puerta de la habitación al abrirse y el olor de su perfume fue de nuevo percibido por ella, quien respiró hondo, se paró frente a él y sin decir nada lo besó en la mejilla… Roberto se estremeció sabía que ese beso era diferente a todos los besos que siempre recibía al llegar, y efectivamente, tras ese arrumaco sintió que la mano de ella ponía entre la suya algo… el anillo de compromiso.
Él miró a Elisa con gesto interrogatorio, ella solamente dijo – gracias por todo, sobre la cama está la explicación al por qué de mi partida. Por favor, no me busques jamás. Roberto la miró helado, no supo qué decir o qué hacer, no comprendía nada, solo la observó en su trayecto al salir de la habitación, minutos después descubrió una nota de una de sus tantas aventuras, tarde o temprano sabía que lo descubrirían. No hay crimen perfecto. No lo hay.
Sería difícil saber que era todo lo que pasaba por la mente de aquella mujer, solo me contó alguna vez que se sentía en un laberinto confuso, inexistente y algo aterrador, pero al mismo tiempo se sentía la fuerza para no dejar de avanzar.

30 septiembre 2009

Grito de guerra Por Carlos Castro

He escuchado la verdad pero solo yo la entiendo, los demás la creen locura. Mañana se arderá el cuerpo. Mañana habrá limpieza moral.

Rostros conspicuos que forman una montaña frente a este narrador dotándolo de razón por la cual latir- porqués de muecas y reacomodos viscerales- de los que repta, apoyándose de la comisura de los labios, un viento que canta como el de la caverna del extinto dragón en donde solo reposan muebles de huesos y revolotea el olor a muerto.

¡Ya no dicen nada!

Esta es la era en donde extinguimos la novedad por aporrearla como golfa de carnaval que arrebata amor de las pepitas de oro que le hinchan el vientre.

Este es mi semen en forma de sonidos y grabados, lo único decente que este humilde ladrador puede excretar inspirado por esta realidad que percibe como El Engaño de los predecesores.


El rebelde improvisa: ¡que arda el mapa!, ¡el mapa no es el territorio! ¡El rumbo no existe!

Y le escupo por el megáfono: Eres el elefante desembocado en el delirio tras la descodificación causada por la esclavitud, ¡no dejas de ser el excremento viscoso que se escapa entre la flatulencia que se desea esconder! ¡Ya ninguna de tus andadas es nueva! Ven a mi boca que te quiero suspirar al oído: pronto… pronto habremos sido. Amen.

Solo en las sincronías del sueño y la vigilia se nos suspira la sangría de la verdad.


P.D. (…) la Trinidad resistió el golpe. Solo cambiaron las palabras. El Padre se convirtió en la Evolución, el Hijo en el Progreso, el Espíritu Santo en la Historia.
(…) poned en duda la Evolución. Entonces, la noción de Progreso fallará por su base; perderá su valor de absoluto; se despojará de su naturaleza casi religiosa. Y, en consecuencia, la Historia dejará de ser necesariamente ascendente. Hela aquí desprovista de mesianismo, reducida a pura crónica. (…) Un paisaje para adultos libres, salidos de la tibieza de la matriz.

LA REBELIÓN DE LOS
BRUJOS.
Louis Pauwels
Jacques Bergier

20 septiembre 2009

LOS AÑOS PASAN... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Dicen que a veces tenemos que perdernos para encontrarnos de verdad… Pues bien, por donde empezar mi historia… bueno, pues como dicen, hay que empezar por el principio, y ese está exactamente hace unos años atrás, varios, cuando era a penas un adolescente, unos 16 años tendría, pues bien, mi familia era un caos total, mis padres en proceso de divorcio y siempre de pleito, trataba de ignorar eso, aunque más bien lo interiorizaba, ahora lo comprendo, pero en ese momento no comprendía nada, la adolescencia me pegó duro, era un rebelde sin causa y lo único que quería era huir de todo ese mundo que me rodeaba, buscar “mi felicidad”, bueno no sé si mi felicidad, creo que simplemente quería huir de ahí, de todo eso, aún así, no todo era malo, yo pasaba casi todo el día todos los días con mis abuelos, los padres de mi madre, porque claro, ella estaba ocupada con sus asuntos y con el pleito con mi padre, ninguno de los dos tenía tiempo mas que para comer alguna tarde esporádica conmigo y claro, durante esa comida se quejaba uno del otro, pero en fin, estar con mis abuelos era muy agradable, gran parte de lo que soy se lo debo a ellos, creo que mi abuela en gran medida me motivó a ir tras lo que yo buscaba. Además otra de las ventajas de vivir con ellos pues fue… ella, Marina, mi primer amor, vivía justo en la esquina de la misma calle por la que vivían mis abuelos, recuerdo la primera vez que la vi, me quedé pasmado y mudo, a penas pude sonreírle y prometí que la siguiente vez que la viera no dejaría que se fuera sin platicar con ella un poco al menos. Así lo hice, platicamos un momento aquella tarde y muchas más, después de unas cuantas semanas y de notar que no le era indiferente nos hicimos novios, un año duró nuestro idilio hasta que yo no aguante más y me fui de la casa “a buscar mi sueño” como me dijo mi abuela, fue realmente decirle adiós, entre lagrimas de despedí de ella, no le pedí nada pero le prometí volver a su lado, sin importar cual fuera la situación la vería de nuevo.
Los años pasan, la gente cambia y yo tuve que irme para volver, para encontrarme a mi mismo, para no dejar de soñar, para darme cuenta de que este siempre ha sido mi lugar, que bueno que me fui, pues ansiaba regresar y así lo hice… volví, con las ansias de reencontrarme con todo, de mostrar que ahora era más “yo” que nunca, y de nuevo con esa maleta llena de sueños. Conforme me acercaba a aquella colonia, a aquella casa mi corazón latía como loco, y realmente también siempre había tenido la ilusión callada de reencontrarme con María, de saber cómo estaba, cómo era ahora. Había tenido amores, pero, aún sentía esa loca ilusión extraña… sí, mi corazón casi se salía de mi pecho.
No quise llegar en taxi, quería recorrer esas calles caminando, y fue cuando me di cuenta una vez más de que los años pasan, la gente cambia… realmente todo cambia, su casa ya no estaba… el barrio seguía siendo tranquilo, más bohemio, había casas remodeladas, personas extrañas y un magnifico edificio en el lugar donde di mi primer beso, donde tuve mi primer amor, mi primera ilusión, mi primera taquicardia… los años pasan, la gente cambia… ¿qué habrá sido de Marina?.

¿Cómo empezar? (Minerva P. Bañuelos Cárdenas)


Otra vez, otra vez, otra vez…………
Cuatro paredes llenas de papeles, pósters, recortes, rayones, dibujos, y tu fotografía. Sí, y tú, en ésa fotografía. A veces ignoras que estas en ella. Todo el tiempo estas haciendo múltiples actividades queriendo conquistar el mundo. Y nunca haces nada. Te has olvidado de ti, crees que viendo la televisión y durmiendo más de diez horas, tu cuerpo y mente están bien. ¡Tonta! ¡Tonto!
¿Cuánto tiempo esperarás para dejar esa maldita pereza? ¡Por favor! ¡Ya calla al señor conciencia! Te estas enfermando, te sigue enfermando, ¡Perdónate!, ¡Hazlo ya!, ¡Hazlo ya! Quieres llorar y llenar cinco mil vasos con saladas lágrimas, quieres subirte al edificio más alto y gritar fuertemente que te duele , que te sigue doliendo pero ,que esta vez , todo será diferente y que ya comenzarás a quererte.
Como es posible que no lo puedas hacer. Continúas en el mismo capítulo, mientras que ves a otras personas logrando sus objetivos. Y que te importa verdad, eso dices cuando ves que estás en ése inmenso hoyo. Si te importa, porque, tú, sufres al verte en la misma mierda, y cuando corres te das cuenta que por mucho que lo hagas no llegarás de esa manera a la meta. ! Deja de llorar!, ¡Estúpida!, ¡Estúpido!, ¡Infante de leche amarga!
¿Querías saber como es vivir? Pues ya lo estas sabiendo. Y te sigues quejando como un civil mexicano en tus tiempos, y ya los estás escuchando: el gobierno no hace nada. ¿Pero los viste? Parecían borregos con sus banderitas tricolores en sus mejillas gritando: ¡Viva México! Así eres tú, te quejas, te quejas y ahora mismo te estas quejando. ¡Levántate! Tú siempre demuestras ser fuerte, porque no dejas de fingir y en verdad actúas, quiero ver hechos, yo quiero verte feliz. Haz te feliz, te lo mereces, aunque, esa felicidad sea efímera pero hazla constante, estarás mejor, tu rostro se verá menos arrugado.
Prométeme que desde el día de hoy, y no el de mañana, te vas a amar como a nadie en este mundo, que vas a empezar con los pequeños detalles, y que tu cara, en esa nueva fotografía que pondrás en la pared de tu cuarto, será de una persona feliz. Que dices, ¿Verdad que vas a sonreír en el siguiente shoot fotográfico? Te amo, como te amo, te amo, como te amo.
ATTE.
Yo, la persona que más te ama en este mundo. Yo, la que hoy y siempre es feliz.

P.D. En los siguientes años no quiero verte de esta manera, prométetelo.

MARIA - (Por: Blanca Dayanne Castro)

Un sobre amarillento contenía un gran secreto, guardado en un rincón del ropero aguardando que se leyera en el tiempo propicio, pero eso nunca pasó.
María era una maestra normalista, empujada a esa profesión por una caída que sufriera su madre la cual fracturó su cadera y parte del coxis. En esos tiempos de 1930, en un pueblo alejado de la capital era imposible pensar en una operación y con 6 hermanos más chicos y sin padre legítimo ella se encaminó a mantener a la familia.
Los años pasaron y nunca se casó; con tanto hermano y primo que cuidar en su mente no anidó la idea de tener hijos, ella vivía a través de sus alumnos y ahijados mientras el tiempo hizo mella en su belleza. No obstante a las 7 de la noche se presentaba un caballero de porte elegante a cenar en su casa, curiosamente desde que su prima abandonara a su marido y se fuera con sus hijas a otra ciudad.
En el sobre estaba detallada la relación de María con aquél caballero, pero a través de los años su lector indicado aún no ha llegado. Si lo quieres buscar está en el cuarto con la ventana al jardín, en el ropero de la esquina guardado bajo llave, debajo de sus mantillas y chales; lo reconocerás por un sobre amarillo desgastado por el tiempo, tamaño francés y con olor a lavanda.

Del penúltimo juicio (Carlos Castro)

He utilizado mi lógica al máximo y hoy digo: la libertad individual nos ha hundido en la más onda depresión que hayamos visitado. Me exprese mal: lo que creemos libertad nos ha separado. Quiero decir: Entre tú, yo y la voz se expande blanda y pesada una dimensión llamada libertad individual. Dijeron y seguimos, molestos, cansados, sumergidos hasta el cuello en la garganta de un coloso ideológico que comienza a sufrir una combustión espontánea, aunque volviendo a mirarle pido se me permita cambiar mi veredicto y se me entienda que opino que: se encuentra ya en su última imponente flama, furia que al final perece, ¿pero todo perece, y florece no, padre? No estas observando la big Picture, esto se llama tiempo, míranos con el criterio de un niño que ve por primera vez una colonia de hormigas, tu entender es el néctar de la que tu crees es una monotonía.
La flor se desdobla y su tela al caer imita un caballo galopando. Desplaza la telaraña, cual penetración de la aguja en la piel, un cilindro de luz que lo abduce. Relincha al ser montado por un alienígena que irradia fluorescencia y que mastica una pregunta, ¿Qué soy? ¡Peces de un mar negro que actúan como palometas atraídos por luciérnagas! guiados por luciérnagas, hipnotizado por otros insectos, así es, si ocurre es porque esta permitido, esta es, dicen por ahí, la única ley del universo.

Tan rápido como se va la luz volvemos a las cavernas.

11 septiembre 2009

LANCELOT - (Por: Blanca Dayanne Castro)


Lancelot, caballero armado de los templarios, cuyos ojos han visto tierras lejanas. Lancelot, has puesto tu mirada en una princesa, dejaste tu armadura delante de ella, dispusiste espada y voluntad a sus servicios. Es tan extraño el sentimiento que se vuelve adicción, obsesión por su perfume y tu aliento tocando sus labios color carmín.
El tiempo deja de correr en su presencia; Lancelot, sus órdenes se convierten en tus deseos. Es incuestionable la decisión de ofrecer tu vida por un roce de su piel y que el pensamiento evoque tu nombre en suspiros y sueños.
Es muy extraño: mientras más te adentras en la sensación de servirle, en el sentimiento de complacerla menos quieres salir, aunque sabes perfectamente que entras en un laberinto y que en cualquier esquina puede estar el minotauro dispuesto a devorarte.
Lancelot, te pones tu armadura de gala sabiendo que a ella le gusta verte así, se acercan y ella toma tu mano… te arrodillas frente a ella.
- Princesa ¿puedo besarte?
- No lo se.
Lancelot la besa lentamente recorriendo su piel con las manos. De lo lento el beso se torna apasionado, ansioso y el mundo simplemente deja de existir por unos instantes.

PARA VOS (Por: Marcela Dávila)

Ya no oigo nada entre los pálidos muros de este espacio que encontré frente a mí, tras abrir los ojos después de un largo sueño; sólo mis pasos y, al afinar el oído en la blancura de esta nueva ruta, puedo escuchar el latido del corazón que llevo dentro.

Citando el eco de tus propias palabras, puedo decir que reservaría una vida en el tiempo que nos resta, que es eterno, para vivirla entera a tu lado y usar los tantos pasos que le queden a mi presente, para aprender a amarte mejor… para no buscarte en este laberinto, sino simplemente encontrarte en el punto exacto de lo imperfecto; y a la fecha que titula el episodio que representa el día de hoy, darle espacio para soltar tu corazón… por ahora…

Y hay rutas, hay calles, miradas inalcanzables que pueblan el maravilloso mundo en el que nos tocó vivir y puedo decir que he conocido sus montañas, he mirado atardeceres tras la ventanilla de trenes, he andado pasos en estaciones repletas de gente, he probado el sabor de la nieve al mirar al cielo mientras extiendo los brazos, cierro los ojos y como una niña busco su textura… y también puedo afirmar entre tanta situación, que conozco el amor…

Es la hoja que cede al viento al caer del árbol en otoño, dorada y mágica… es el susurro de la montaña cuando no hay nada más que el viento del norte, eres la huella que recuerdo en la arena al sentir su calor bajo mis pies; la moneda que cae al agua de una fuente tras pedir un deseo… y hoy, eres también libre de mí…me voy lejos, te llevo en el corazón y te espero, en alguna vida, en algún rincón, para perderme en ti, abrazarte y hacerte escuchar las palabras que debes conocer…

Mientras tanto, doy tregua al universo para vivir la vida… Hasta entonces…

10 septiembre 2009

De hoja en hoja se acaba el libro. Por Samsa

Una cueva. En su interior un hombre. En el hombre una idea, una espera, un motivo por el que rascarse la barba se libra de pretensión intelectual.

Provocando la perdida de pelo en su espalda una mochila manifiesta visiblemente un movimiento peristáltico de sus vísceras. Con un piquete pretende ofuscar lo inevitable, lo que tendrá que pasar.

Entre sus pies, secuestradas por la gravedad, un par de hormigas patrullan siguiendo un circuito laberíntico, van, regresan, caminan por donde mismo, más nunca en reversa, siempre al frente.

No tiene sentido, le dice el sentido común. Algo esta por ocurrir, le dice la superstición. Y en verdad algo esta por ocurrir. Algo esta por aterrizar. Algo que oscurecerá el interior de esta caverna e iluminará la bóveda debajo del cuero cabelludo, debajo del hueso.

En siete minutos atravesará la atmósfera y contagiará todo. En siete minutos se escurrirá entre el espacio que existe entre las células, zona que se dilatará haciéndolas rotar. Después del giro parpadeará en mil novecientos ochenta y cinco, en el momento preciso en que ella le sonríe y a él se le congela la planta del pie izquierdo, siete minutos antes de leer: Fin.

UN BESO - (Por: Magnolia Flores Tapia)



El laberinto, así se llamaba aquel lugar la cafetería donde tantas tardes pasábamos juntos; Román era el dueño , de hecho fue así como lo conocí… acababa de mudarme cerca de ese lugar y solía pasar muchas tardes ahí, a veces escribía, a veces leía, a veces solo miraba a la gente pasar mientras sostenía mi taza con moka helado o chocolate caliente. Realmente no recuerdo como nos hicimos amigos, creo que hasta donde recuerdo ya platicábamos bien, ya lo saludaba, de repente intercambiábamos más palabras y después pasábamos tardes sentados uno junto al otro o a veces frente a frente divagando, contándonos la vida, hablando sobre la inmortalidad… quizás él sí lo recuerde, tiene mejor memoria que yo… creo que todo fue gradual, tampoco se cómo es que comenzamos a tener más confianza, simplemente de repente ya había más confianza creo, pues recuerdo esas tardes frías acurrucada en sus brazos, como si nada y me sentía tranquila, a salvo, como en casa… eran increíbles esas tardes, acurrucada entre sus brazos, con mi taza entre las manos y hablando hasta que alguien o el mismo tiempo nos interrumpía. Es mayor que yo, algunos años pero eso jamás impidió que lo supiéramos todo uno del otro, o al menos lo importante. Hay muchos detalles que realmente no recuerdo, o no estoy consciente de ellos pues nunca fue mi intención fijarlos en la mente… pero a la vez, hay muchos otros que tengo tan frescos en la memoria que se que hasta él se sorprende… “¿crees en el amor?” fue lo primero que me dijo tras leer un cuento, yo que siempre he sido una soñadora le respondí que “sí”…, “¿crees en las almas gemelas?” fue su segunda pregunta, se me hizo raro escuchar esa frase salir de sus labios, pensé en mil respuestas pero cuando lo voltee a ver tuve la respuesta inmediata, no la dije… la respuesta se me quedó incrustada en la garganta y más bien lo que surgió fue un beso entre nosotros… así, como en las películas, así tal cual, sin planearlo… y la tierra giró, se detuvo, brillo, se pintó de mil colores… decimos que explotó.
“¿Crees en las almas gemelas?” – me pregunta constantemente y jamás he podido responderle con palabras… siempre suelo responderle solo con un beso.

02 septiembre 2009

AHOGO - (Por: Blanca Dayanne Castro)

No puedo respirar… de nuevo eres tú la que me ahoga, trato de alcanzar mi medicina, luces fluorescentes aparecen ante mi vista y literalmente me duele el corazón. ¿Y si solo dejara de respirar?... estiro la mano, estoy a punto de llevar el bote a mi boca cuando decido seguir una de las luces fluorescentes… me intriga su origen.

RENACER - (Por: Marcela Dávila)


La tenue luz se filtraba por las ventanas del sótano en el que vivía y la mañana le devolvía el aliento.

Hojas que caen en el río… y la luz fluorescente de su cause le recordaba otros tiempos lejanos. Dispuesta a dejarlos atrás, había caminado hasta la orilla, cruzando el sendero que le llevaba al otro lado de la colina y en el bolsillo guardaba las últimas letras de esos días y de los pasos.

Temores, rencores, tristezas y lágrimas sin llorar se habían traducido en el asma que asechaba al final del día y que estaba cansada de encontrar noche tras noche, a lo largo de los últimos años.

La última cosa que podía recordar a cerca del mundo era que tenía miedo y la última cosa que podía recordar a cerca del miedo, era un rincón oscuro de su habitación de la infancia, en donde su mente imaginaba figuras que se tornaban en monstruos y fantasmas listos para atacar y que desaparecían en cuanto la luz del día llegaba. Consciente de ello y cansada de enfrentar a la vida con temor, despertó ese día con la determinación suficiente para juntar los pedazos de ese pasado en una caja de la que tenía la certeza de deshacerse.

Y ahí estaba ahora, decidida a creer en las emociones del presente sin reparar en los recuerdos y desafiar la realidad tal cual era, instante tras instante, introdujo una mano en su bolsillo y con la correcta determinación, extrajo la caja en la que portaba todo aquello que la había atemorizado en los últimos años…

Se inclinó un poco y la depositó en el agua, pronto, una sensación de ligereza y alivio volvió hacia sí. Vio alejarse en la corriente su pasado y, aunque con un poco de nostalgia, dio media vuelta y tras echar el último vistazo, partió andando por la colina hacia un prometedor encuentro consigo misma

20 agosto 2009

UNA SONRISA, UNA LAGRIMA... (Por: Magnolia Flores Tapia)


El cielo era azul, de ese azul cielo intenso que hace brillar las cosas; las plantas, los carros y edificios. Parecía domingo. Sí, había algunas nubes de esas como de cuento; grandes, esponjosas, de esas de las que se antojan para comerse o dormirse sobre ellas.
Tenía días sin dormir bien, ya se le notaban la sojeras… nada que un poco de maquillaje no pudiera ocultar… o un par de gafas, y como odiaba el maquillaje optó por las gafas negras. Tomó su bolsa, sus llaves y salió del departamento. Vestía cómoda; jeans, blusa ligera y sin manga, botas… las de siempre para andar cómoda.
Frunció el ceño al estar en contacto con el sol, caminó sin rumbo deteniéndose para captar alguna imagen con su cámara, pero sin expresión alguna en su rostro. A saber qué tantas cosas pasarían por su cabeza… ¿alguna pelea? ¿desesperación? ¿mal de amores?... No, no era de esas mujeres que sufren por los hombres, es de esas de la que los espantan, tal vez porque piensa demasiado, más de lo que ellos soportan… ya está acostumbrada, aunque de vez en cuando le llega la ausencia, sí, ha de ser normal.
¿La ultima vez que lloró?... ¡quién sabe!, parecía que no había sido reciente, quizás ya ni se acordaba como hacerlo, quizás esa era la duda que le pasaba por la cabeza, el pensamiento que la atormentaba… a veces no es tan difícil saber qué traen las personas en la cabeza pero tampoco es tan fácil, no, no lo es. Alguna vez la escuché decir “si todos viniéramos con una bola de cristal o un instructivo todo marcharía mejor… aunque podría ser aburrido”.
Llegó con su andar a una plaza pública, había un grupo de teatreros callejeros, eran buenos y apasionados, les tomó algunas fotos y optó por seguir su camino sin rumbo… justo cuando iba a avanzar uno de esos actores vestido de mimo se paró frente a ella y con sus silenciosos ademanes tan característicos de los mimos le sonrió, hizo una reverencia, beso su mano y le dio una rosa, justo la última que tenía que repartir… enseguida desapareció.
Ella se detuvo un poco… ¿la última vez que lloró?... esa misma tarde.

ESPERA - (por: Blanca Dayanne Castro)


Ella no se despega ni un momento de la ventana, así esté llena de rocío matutino o de la lluvia que cae en otoño.
Nunca sabremos su nombre, siempre de espalda a la humanidad sólo le complace contemplarnos desde el segundo piso de la casa, a través del frío marco de metal.
Su cabello rojizo se ha ido decolorando con los rayos del sol, con la nieve que se pega en el vidrio, con el tiempo que ha transcurrido sobre su cara marcada por arrugas.
Desde el jardín se aparecía su silueta, que sólo se mueve a la hora de la comida y del té; inclusive en las noches de luna llena se ve esa sombra que espera ansiosa una razón para abandonar su poltrona y reincorporarse a la sociedad.
En el atardecer ella puede ver su reflejo en la ventana: cansada y con una gran herida en el alma… recuerda un nombre y una lágrima sobreviene a su rostro, la intenta secar pero sobrevienen muchas más: todas las que ha guardado en este tiempo, todas las que el dolor de ese nombre le provocan.
El vidrio se empaña, pues ella se ha recargado en él. Hastiada, desesperada, quiere hablar y un sollozo sale de su garganta. Por primera vez en tanto tiempo se vuelve hacia la puerta buscando una presencia humana, la misma que viera entrar a la hacienda e caballo, la misma que le hiciera recordar el nombre guardado en su corazón por tanto tiempo.
Agudiza el oído, unos pasos suben lentamente… ella se aleja de la ventana, ni si quiera se ve al espejo. Lo ve parado en el pasillo que conduce a su puerta, viene con su uniforme de gala con el que tantas veces soñó. Las muletas le han impedido correr hacia ella, los dos se han quedado mudos, ella voltea por última vez a su ventana, a la costura de punto que dejó en su quicio; corre hacia él y se envuelven en un abrazo.

NO FUN (Minerva P. Bañuelos Cárdenas)


Sigo puesta con la pijama desde hace más de una semana, no tengo ganas de abrir la ventana y respirar el viento necio y contaminante de la ciudad. Escucho pasar los cansados cascarones de los camiones y sus estridentes sonidos del claxon. Acabo de comer dos pedazos gigantes de pizza de la semana pasada, sí, del cumpleaños de mi hermano. No paran de llorar las nubes amargadas y heridas., Por su culpa tuve que levantarme por el trapeador para secar su melancolía. Para muchos podría parecer una total influencia de películas depresivas el que me encuentre así. Pero me vale. Yo sólo sé, que aún tu sombra me persigue y no me consuela el chocolate. Esperen, ¿He mencionado que no he besado por más de trecientos sesenta días? ¿Que no he estado acobijada entre los brazos cálidos de un buen hombre, o en su defecto de una mujer? ¿Que mi sonrisa que muestro en mi baile estelar, es la más falsa que puedo caracterizar? ¿Femme fatal? ¿Alcohol? ¿Marihuana? ¿Tabaco? Y que decir del resentimiento en mi corazón por los buenos momentos que pasan las demás personas, mientras que yo, sí, yo, me siento sola. Ja, ¿Qué me he perdido de salir a las mejores fiestas con los desenfrenados jóvenes de la ciudad? ¿Qué el dolor en mis ojos hace imposible que lea literatura universal? ¿Qué rara vez sólo me dan ganas de masturbarme cuando veo una erótica escena de una película de bajo presupuesto? ¡Basta! Tengo que dejar de engañarlos con estas mentiritas victimarias. Esta bien, créanme la mitad, sí, lo que ustedes quieran creerme, o bien lo que se escuche más dramático y destructivo a mi persona, ¡Créanlo¡ Al final no importa si te digo como he estado o como me siento, porque sólo te lo he dicho cibernéticamente, gracias al mono verde que esta en mi escritorio puedo cuando se me antoja ,mantener una red social y así cuando me siento desesperada decirte lo infeliz que estoy. ¿Que estoy? ¿Estoy así por ti? Jaja, ni loca. ¿Por no besarte? ¿Por no abrazarte? ¿Por no sentirte? ¿Por no amarte? Jaja. Sí, así estoy por tu ausencia. Y ahora prende el fogón y cocíname entre las millones y millones de desdichadas que se dedican a escribir y hundirse en la necesaria dependencia del amor.

Ausencia: De la otra revolución. Carlos Castro

Antonio dio un paso al frente provocando un escalofrío en el rostro de su padre. El lacio bigote se le enchino drásticamente. Una espesa nube ocultó el sol y se hizo un silencio.
Vistos por Rafael que surcaba las nubes en su avioneta, la multitud detrás de Antonio y la multitud detrás de su padre remembraban una partitura de Mozart. En este mismo patrón posicionaba sus soldados de juguete en su niñez. La música de la guerra, le llamaba a esa clase de formación. Con su mano de madera sostenía una fotografía de Raquel. Su mano de carne y hueso se le había perdido entre los cadáveres de su última batalla en el conflicto México- Caracas. Le dio vuelta a la fotografía y liberó un hilo de saliva que formó un pegajoso charco en la dedicatoria que se leía T E A M O. De un golpe se la adhirió a la frente. Penetraba el quinto piso de su objetivo cuando el excedente de saliva se escurría entre su barba. El cráneo de una de las secretarias que trabajaba en esa sección del complejo de oficinas, le reventó el rostro, tal fue el impacto que su cerebro aterrizó en la fuente que decoraba la fachada de ese importante recinto gubernamental. Jaime, quien se le había perdido a su madre entre la muchedumbre enferma de pánico, tomó el cerebro y lo vertió en su lonchera, que al anochecer enterrará en el patio trasero de su casa, que en dos días será destruida por el tornado que se recordará por 3 generaciones.
Ahora bien, volviendo a la mujer cuyo cráneo asesina al aparente antagonista de la vida libre y democrática de esta realidad, si rebobinamos veinte minutos antes del cataclismo terrorista, la veremos dilatando sus fauces entre los muslos del objetivo primordial del ahora inevitable operativo anarquista. Ella, Lorena, quien durante las noches previas a su muerte había besado una y otra vez el rostro que su cráneo destruirá, estaba ahí para retener el blanco y liberar el cerebro del amor de su vida, que servirá de abono para el manzano que brotará de la única semilla fértil de la manzana que devora el blanco cinco minutos antes de su muerte, cinco minutos después de su encuentro con Lorena. Aquella semilla esperará entre los escombros a que el cuervo albino la prense entre su pico para volar con ella y enterrarla sobre la lonchera.
La semilla explotará y pasarán siete años para que una salvaje troglodita trague la pulpa de uno de sus frutos y se cure del hambre que estará por arrancarle la vida, sin saber que su vientre albergará al próximo gran emperador de aquellas tierras, quien erigirá el próximo gran imperio, en donde los cuatro caminos formaran uno solo y se andará sobre una tierra nueva.

10 agosto 2009

Mr. Ritz Por:( Minerva P. Bañuelos Cárdenas)


Árbol de lima, tierra mojada, empedrado disparejo, perros sarnosos, grillos melancólicos, Doña Eulalia y sus nietos.
El barrio, ¡Que viva el barrio! Y empezaba un día tranquilo en el pueblo. Construyendo sueños, escribiendo en el diario, disfrutando del viento fresco, Antonio sabía lo afortunado que era pero, en poco tiempo todo cambiaría como nunca lo imagino.
……………
Sí, más o menos así quiero que tenga la estructura de mi biografía, creo que te hace falta pulir más la redacción y crear un estilo más innovador. ¡Estas green lady! pero, indudablemente deseo que seas tú, la que sepa mi verdadero recorrido en la vida, y por supuesto, lo difícil que fue reprimir mi gusto por los hombres, ¿No se me notaba verdad? Yo fui unos de tus mejores amigos y juro que nunca me gustaste.
Recuerdo cuando vivías en California, estabas loca mujer, mira que vivir en el Este de Los Ángeles, y esa pregunta tan ingenua que me hiciste en tu pocilga de 700 dls, ja. ¿Pero no te gustan ni tantito las mujeres?¿Y si conocieras a una y te enamorarás? ¡Hay niña! Siempre lo serás, no cambias, eras la misma, ¿Como le haces? Tan romántica e idealista ¿Sigues coleccionando postales? Nunca se me olvida cuando íbamos regreso de la secundaria y todos los demás ¡Bien nice en el camioncito¡ Y nosotros de pata de perro. Pero tú decías que nosotros estábamos abordo del aeroplano de los sueños, te encantaba desde puberta hablar como una perfecta marihuana, siempre te tacharán de loca. Disculpa si mi ortografía no es buena, ya sabes, el ingles es más indispensable que mi primer idioma, es lamentable pero no me quedó de otra.
Por cierto, ¿Como está Candy? Salúdamela, dile que la recuerdo aún, tan ordinaria que era ¿Lo sigue siendo? No tengo tiempo para seguir escribiendo tengo una sección de fotos en el Luxor, espero pronto ver avances de mi biografía, debes de apurarte por que ya pronto seré famoso y parece que todavía sufres con la escritura. Te dije que te casaras con un gringo y te dejaras de chingaderas pero, como siempre necia. Cuéntame como está Hot Dog, ya tuvo sus primeros puppies, bueno eso me lo cuentas cuando recibas este mail. Nos vemos enseguida.
Tu amigo Anton Dann Ritz
So much love.

Pd. Gracias por ponerle Hot Dog al puppie que hace mucho tiempo de regalé.
Pd. Procuré no mezclar palabras anglo con el español porque sé que lo odias, pero es inevitable dear. Take Care.

AVIONES FUTUROS DE TIEMPOS PASADOS (Por: Marcela Davila)


¿Te acuerdas cuando éramos un par de adolescentes y nos recostábamos en el pasto de “las Islas” en Ciudad Universitaria a mirar el cielo? No fue hace mucho que nos preguntábamos qué destino llevaría cada avión que atravesaba las nubes en ese preciso instante, y deseábamos por momentos estar en su interior no importando el rumbo que tomaría tras cruzar ese pedazo de horizonte que nos correspondía mirar, desde el lindo campus en donde se sitúa la majestuosa biblioteca central que fue escenario de alguna de nuestras tardes solitarias cerca del Estadio Olímpico.

Quizás no hay mucho más que mi mente pueda recordar sobre esos días, quizás sí lo hay, pero lo guardo en el silencio para que las palabras no me arrebaten sus sonidos y sabores que bien conocerás…

Aquella reflexión pasó fugaz por mi mente, mientras con mi avioneta sobrevolaba Ciudad Universitaria, casi al atardecer de un viernes 28… Ese sitio mágico me traía recuerdos, de entre los cuales, cierto verano era uno de los más vivos. Siento como si me estuviera mirando volar en la lejanía, en este preciso instante, recostada ahí abajo a tu lado, hace algunos años… Quizás todo lo que divisamos entonces fueron aviones futuros que pasarían algún día con nosotros en su interior, y pacientes con el césped bajo la cabeza esperábamos el día de volar.

Hoy es mi día … sólo que en este viernes que lleva mi número favorito, conozco la ruta bajo la cual las estrellas que mas tarde saldrán, me verán surcar la inmensidad del cielo.

Y en mi día sobrevuelo incidentalmente los verdes campos de un grandioso pasado que ha construido mi presente, que es hermoso, y alzar los cimientos para un futuro maravilloso y digno de ser vivido…

Poco a poco, con el ruido de una hélice en movimiento, las islas se tornaron en un punto verde que se perdió en la distancia y horas más tarde, en compañía de la luna, se asomó ya el Mount Rainier que indicaba el primer punto de referencia para alcanzar mi destino de vuelo, rodeado por grandes nubes y coronado por la blanca cima de magnánimas proporciones cuya blancura sonreía más y más conforme me aproximaba.

MARINA: (Por: Magnolia Flores Tapia)



Desde que te fuiste de esta ciudad todo se quedó más triste y aunque siempre te extraño, desde tu última carta te he extrañado más, creo que te necesito más que nunca, mi mamá no entiende que esté tan triste por tu ausencia, dice que volverás a visitarme y que me dejará a mi también visitarte cuando tú no puedas venir, pero aún así te extraño… a veces creo que los grandes no entienden nada. Realmente la colonia es aburrida con tu ausencia. Que suerte que tu casa la ocupan un matrimonio de viejitos, hubiera reventado de coraje al imaginar que alguien más pudiera ocupar tu habitación, te imaginas que llegara ahí a vivir una chica engreída, de esas de las que les gusta mucho el color rosita y cambiara el color de tu cuarto, pegara sus posters de principitos insípidos y lo dejara todo totalmente acomodadito… sí, que llegara una de esas tantas niñas que detestamos. Como me acuerdo de ti cada que paso por tu casa, ¿recuerdas que diario por las tardes iba a visitarte?, cuando estábamos más niñas nunca salíamos sin nuestras muñecas favoritas, yo siempre andaba con mi Bartola y tú con Lola, comíamos helado, jugábamos a la comidita, lanzábamos globos con agua en verano, asábamos bombones algunos fines de semana, ¿lo recuerdas?... es como si lo viera de nuevo dibujando en esta hoja en que te escribo a ti y a mi acampando en tu patio trasero. Y también esas carnes asadas que organizaban nuestros padres, juntas desde en la mañana, ayudando a preparar la ensalada, jugando y corriendo por todos lados, a veces hasta te venías a mi casa a dormir.
No sé cuándo dejamos de ser esas niñas, no sientes a veces como que te desconoces, yo sí, es como sí por más que me viera en el espejo no logro adivinar a quién estoy viendo, veo todo diferente… me repiten una y otra vez que ya no soy una niña… sí por lo que te conté la carta anterior, por esa mancha alarmante que apareció en mi cama, pero yo aún me siento como una niña y a la vez no, ¿tú entiendes eso?... últimamente estoy llena de preguntas que no puedo responderme. De verdad me has hecho mucha falta, sí, en la escuela me sigo juntando con las mismas de siempre y con los mismos niños también, pero ¿te cuento algo… juras no decírselo a nadie Marina Liliana Villalobos Cortés?... ok, estoy segura de que en este momento levantaste tu mano según lo hacíamos en cada juramento de mejores amigas… también sigo juntándome con Damián, pero el otro día no sé por qué lo vi de manera diferente, como que se veía muy bien… se puso perfume y olía rico, dice que se lo regaló una de sus tías y además sentí maripositas en el estomago y mi corazón latió muy fuerte, así como me contaste tú que sentiste al ver a tu nuevo vecino. Pero es que desde niñas conocemos a Damián, ¡te acuerdas que hasta se nos hacía un niño muy aburrido?... por qué no habré sentido esto antes… ¡¿será que nos estamos haciendo adultos?!.. ¡no, que miedo, ellos nunca entienden nada!, te imaginas a nosotros creciendo así de rápido como en la película de Alicia en el país de las maravillas, y de pronto tener que preocuparnos todo el día, tener mala cara y… ¡tener hijitos!. Marina, cada vez hay más cosas que no comprendo y extraño tanto tenerte cerca, extraño tanto nuestras tardes, ahora casi siempre me la paso sola o a veces me visita Damián, sí, es con quien más he platicado… pero no es lo mismo, jamás será lo mismo, cada día me reconozco más, cada día entiendo menos cosas. Sabes el otro día así sin más empecé a llorar, sí, así como lo lees, yo llorando, pero es que escuché una canción tan linda… ves, te digo, creo que soy cada vez menos yo o ¿tú que crees?... ¿tú también te has sentido así?... no sé por qué nos separaron… extraño esa niña que solía ser, sin lagrimas, con helados, con bombones… con mi mejor amiga. Te extraño Marina, solo quiero que se llegue pronto el verano para ir a visitarte… quisiera ser pájaro, tener alas y volar… mira te mando una foto del avioncito que me hizo Damián un día que estaba muy triste en clases… dice que es el “Aeroplano Flor”, como yo, ya ves que desde siempre le han gustado los aviones y dice que cuando tenga su avión o pueda ponerle el nombre a uno le pondrá mi nombre, no creo que eso suceda pronto pero mientras tanto me hizo uno de papel.
Bueno, creo que por hoy ya debo dejarte, llegó mi papá y me va a llevar por los audífonos que me prometió, esos enormes de diadema como los del recorte que te mande. Te escribo mañana. Te extraño y te quiero mucho amiguita… no te olvides de escribirme… espero tu carta y cuéntame más de ese tu vecino…

Tu amiga eterna…
Flor…
¿quién más?

REMEMBRANZA (Por: Blanca Dayane Castro)

No quería ir a esa reunión, no quería recordar que mi ropa y mi pensamiento nunca encajaron con ese desfile diario haciendo honor a la moda reinante de la época. Sin embargo, todo había sido tan rápido que se tornaban borrosos los recuerdos y no hay mejor manera de avivarlos que yendo al lugar donde se originaron y quedaron como pasajes que de alguna forma fueron escondidos por el subconsciente como protección.
La preparatoria aun tiene el portón metálico que fuera testigo de los primeros besos de un sin fin de parejas, los pasillos donde la personalidad podría ser cambiada como la dirección del viento y ajustarse como veleta a veces, a merced de la opinión y consejos de tus compañeros de clase.
Ver al maestro Vaca fue un golpe al “deja vu”… sigue vivo con el mismo aspecto que tenía la última vez que tomé clases con él hace 16 años; caminé por el pasillo tratando de reconocer a alguien o de encontrarme con alguno de los galanes de calendario que había en el equipo de futbol, estaba a punto de salir corriendo cuando me encontré a una compañera y pensé que valdría la pena despertar a algunos dragones dormidos a raíz del paso de la adolescencia.
Y qué decir, mi amiga y yo nos vamos enterando que tuvimos nuestro primer beso con el mismo hombre, claro, en tiempos y circunstancias diferentes y que conservamos un poema de despedida del dichoso caballero que no se presentó a la convocatoria que reunía a 30 generaciones. Tomamos rumbos diferentes, la adolescencia donde casi se define la personalidad se hizo presente, con las mismas personas formando grupos, hablando del último chisme de la farándula, algunas mujeres presumiendo ser “orgullosamente” amas de casa, ex novios adictos a la cocaína, compañeros que iban en camino a transformase en sacerdotes y ahora tienen familia y yo sin terminar de encajar: ni con pensamientos ni opiniones, mucho menos con la ropa pero con la certeza de estar orgullosa de ser lo que soy mientras sentados en la cancha de futbol observamos un aeroplano sobrevolar el lugar que ha cambiado demasiado en 16 años.

01 agosto 2009

DE AMARTE




MINERVA P. BAÑUELOS CÁRDENAS


Pasteles gigantes, serpentinas lombricientas, payasos disfrazados de microbios, patinadoras vestidas de vaqueras texanas, enanos con sombreros de figura de cacahuates, mimos pintados de rojo con una sola mancha blanca en un ojo, trapecistas con rubíes incrustados en sus pies, magos con maquinas dentro de sus sombreros repartían diferente sabores y colores de helado, y cosas raras aparecían en el primer acto. Había dos asientos en la primera fila, estaban vacíos, y eso era algo extraño, ya que todo el pueblo fue invitado al espectáculo del circo Galaxio. ___Dime Marina, ¿En que fila estabas que no te vi?
___No fui, me quede aquí, tirada en la arena viendo la estrellas, platicando mis penas con la luna, y llorando por la partida de Jesús. Ya nada me hace reír, ya nada me hace feliz. Él se fue, él se ha ido, y mientras tú reías junto con los demás, yo estaba aquí, bajo el cielo nocturno. Esperando ver su rostro con sus ojos celestiales, estrechando su mano para llevarme al circo, al circo que llegó de Marte.

Ernesto llegó tarde al circo (Jonathan Mata)

Heme aquí, parado en la entrada del circo viendo mi infancia acabar en medio de la noche solitaria, los payasos son hombres con solo pintura en el rostro y cabello castaño, los magos no tienen magia y las trapecistas inhalan cocaína mientras un hombre gordo azota sin piedad a un pobre animal indefenso, ¿Qué de divertido tiene el circo? Nada cuando llegas tarde.

Función del Circo Cielo Nocturno (1era parte) Por Carlos castro

Anda, ve y tráeme aquella jaula, comanda la mujer barbuda a su criatura hermafrodita.

El público en silencio devora algodón dulce, la serpiente sin ser percibida deambula entre sus pies.

Cuélgala de aquel estambre de bronce. Ahora ve por pan y mójalo con leche de Dolores.

En la cúpula de la carpa silban unos cuervos albinos. Las crías ya pueden volar, pero los padres aun les traen comida a voluntad.

Mételo a la jaula y deja la puerta abierta. Sin cuestionar obedece.

Ven y siéntate en mi regazo. De entre los senos saca un peine y desenreda la roja cabellera del obediente, mientras le canta una melodía que improvisa su inconciente.

Los padres desdoblan las alas y en orbita espiral bajan hasta la jaula. Sostiene el peine entre los colmillos y emite una fuerte palmada. La jaula se cierra.

Murmura a su oído, se desata el listón blanco que sostiene su barba, se lo entrega y este lo usa para atrancar la puerta de la jaula.

Ahora durmamos. Junto con ellos poco a poco el público se queda dormido. Los payasos comparten sábanas con ellos.

Pero Sebastián no puede dormir. Cautelosamente se zafa de entre los regordetes brazos de su padre, quien lo ha llevado a esta función pues hoy cumple 5 años.

Es tan liviano y la gente esta tan agotada que camina sobre ellos sin alterar sus ronquidos. Recoge pedazos de algodón y les arrebata cacahuates a unas ratas que ríen echadas en las delicadas nalgas de una quinceañera.

Tras empanzarse me tira boca arriba bajo la jaula, convirtiéndose así en el único espectador de lo que esta por suceder. Lo que lo condenara a una tortura proporcionada por los enanos por desobedecer las reglas del circo.

¡Yo no hice nada malo! Bramará, pero nadie le creerá y quedará mudo hasta los 17.

31 julio 2009

AMAESTRANDO TIGRES Y MIEDOS PASADOS (Por: Blanca Dayanne Castro)

¡Señoras y señores, niños de todas las edades, con ustedes, Armando, el magnífico!
Y luego salían mis tigres, se acomodaban en unos taburetes, salía con mi traje naranja con rayas azules, hacía una reverencia al público… pero esa tarde me quedé helado 5 segundos cuando vi una criatura casi perfecta sentada entre el público observándome con unos fantásticos ojos color miel.
El rugido de un tigre me devolvió a la tierra y lucí mis mejores movimientos volteando de vez en cuando a observar a esa magnífica mujer que había conquistado mi atención. Al final de la función se acercó a mi para decirme que admiraba mi valentía y preguntarme si usaba el mismo traje todas las funciones.
El cielo nocturno fue presencia de mis fantasías, recordaba su piel blanca y so voz que me incitaron a buscar otro traje en mi armario, cuando salí a la carpa la busqué entre el público, ahí estaba en primera fila, con una sonrisa encantadora. Tuvo que esperar a que se fueran las chicas que coleccionan autógrafos, a que terminaran de tomarse fotos conmigo teniendo una de las jaulas de tigres de fondo y entonces se me acercó primero muy tímida preguntándome si me gustaba el queso.
Me perdía en su mirada, la tomé de la mano para que pudiera acariciar a uno de los tigres (que buen pretexto)… yo no sabía qué hacer, solo sabía de mis poses y de amaestrar tigres, ella era diferente, no quería autógrafo ni fotos y eso me daba un poco de miedo. Todas las noches que estuvimos en su pueblo, ella se sentaba en primera fila a verme para después ir a darles de comer a los tigres, pasear y soñar despiertos al compás de los rayos de luna. Pero solo teníamos eso, un espacio del tiempo para coincidir, el espectáculo debe continuar
¡Señores y señoras, niñas y niños, recibamos con un aplauso a Armando, el magnífico!
La fuerza de la costumbre me hace seguirla buscando entre el público

Volver... (Por: Magnolia Flores Tapia)


Desde hace poco regresé al circo y no pude contenerme de escribir. Tenía años sin volver y mi reencuentro con este mundo fue de una manera muy extraña, poco convencional… en realidad mi vida siempre ha sido poco convencional.
Crecí en un circo. Mi abuelo, el padre de mi madre era el dueño del circo y por ende mi madre al ser hija única lo heredó. Mi padre es un payaso y es extraño tener un papá payaso, fue como tener a un amigo, una diversión y un padre en uno solo, realmente era divertido y ni un momento dejó de ser estricto. Tengo varios hermanos y a la fecha todos trabajan en el circo; uno de mis hermanos es payaso junto a mi padre, un hermano y hermana gemelos se encargan de la magia, y otros dos hermanos junto a otros chicos son los trapecistas, yo soy la única que hasta hace poco estaba alejada del circo.
Soy enfermera, desde pequeña recuerdo que me llamó la atención. Sí claro, siempre estuve al pendiente de todo lo que tuviera que hacerse en el circo… mi casa, era muy divertida la vida del circo y no lo voy a negar pero a veces yo no lucía del todo feliz. No re en realidad cuándo me di cuenta, ni de qué manera me empezó a gustar la medicina, el caso es que cuando llegó el momento de decidir siempre preferí la escuela y finalmente la universidad para estudiar enfermería.
Fue difícil, tuve que luchar contra mi misma incluso, después con la confusión y sentimientos de mi familia. Al final tuve que quedarme sola a seguir mi sueño, la vida del circo no es estática y yo tuve que quedarme en una ciudad, despedirme de esa vida y ver partir al circo. Por primera ves yo me quedaba a decirle adiós a esos colores y sabores, a los animales, a las sonrisas… a mi familia. Siempre era yo la que decía adiós a esas nuevas ciudades y nuevos amigos, pero en esa ocasión me quedé y casi estaba segura que le decía adiós a esa vida para siempre.
Pasaron los años, solo veía a mi familia cada que el circo volvía, y a veces… varias veces intentaron hacerme volver con ellos. Terminé la carrera, y con todo y esfuerzo, soledad, lagrimas… conseguí una mención honorifica y trabajo en un hospital. Fue gracias a ese trabajo que mi vida empezó a tomar un rumbo bastante cálido, mi vida empezó a arreglarse.
Por lo general soy lo más amable que puedo con los pacientes, a fin de cuentas ellos van al hospital a recuperarse, a mejorar su salud y tienen que estar tranquilos y contentos, no incómodos y recordando siempre su pesar más allá de sus dolencias, pero hasta ahí, el involucrarse de más con un paciente nos causa un desgaste emocional bastante agotador.
Sin embargo, cuando ella llegó al hospital no pude más que encariñarme, sus ojos eran preciosos, su carita era angelical, era una niña divina y por desgracia estaba enferma… no sé por qué me encariñé tanto con ella sobre todo a primera vista, por suerte estaba dentro de los pacientes que yo atendía y me desvivía por hacerla feliz, su sonrisa era hermosa, simplemente solía quitarme el cansancio y casi hubiera cambiado de lugar porque ella no pasara por tantos padecimientos.
Cada día trataba de hacerla lo más feliz que podía, y realmente no comprendía cómo sus padres podían dejarla sola por tanto tiempo. Me sentía increíblemente unida a ella, tal vez malamente me encariñé tan pronto a ella, la adoraba, se convirtió en uno de mis motivos. A veces venía a mi mente la idea de la reencarnación y descabelladamente trataba de explicarme a mi misma que quizás en otra vida ella fue hija mía. Y sabía que ella también estaba muy tranquila conmigo. Solía quedarme horas extras solo por cuidarla cuando sus padres no estaban, muchas noches pasé en vela y unas tantas veces más ella se durmió en mis brazos.
Fue una noche de esas en que los dolores no la visitaron y las medicinas no la durmieron que por la noche mientras veíamos un increíble cielo estrellado me pidió que le cumpliera un deseo, su deseo era sencillo, bastante, ella quería ir al circo, nunca había ido a uno, sus padres se negaban a llevarla y ella estaba muy entusiasmada por ir a un circo, ver los payasos, magos trapecistas, comer algodón de azúcar, en fin soñaba con conocer ese mundo.
Yo me quedé sin palabras pero prometí llevarla. Sus padres ni hablar, jamás accedieron, no iba con sus propios principios, pero ella era su hija y estaba irremediablemente enferma…. Yo no iba a quedarme con los brazos cruzados y decidí jugarme el todo. Me enteré que el circo de mi familia estaría en la ciudad y aunque la última vez que los había visto no había quedado de lo mejor nuestra relación, por ella decidí intentarlo. Pedí permiso para llevarla de paseo, un paseo falso, pero accedieron y me fui decidida a cumplir el sueño de mi niña.
Mientras íbamos de camino en un momento de silencio me puse a pensar en lo increíble que era que yo quisiera tanto a esa niña, sin ser mi hija.
Al llegar al circo, saludé a mamá y después fue un silencio incomodo el que me dio por saludo mi padre, le presenté a mi “amiguita” y se transformó, le dio un globo y le dio un paseo por el circo, ponys, elefantes, conejos…. Lugares preferentes para ver la función y una función inigualable. Fue increíble para la niña ver todo ese espectáculo dedicado a ella y fue emocionante para mí recordar mi niñez y reencontrarme con mi familia, después de la función fue una velada llena de risas y magia, literalmente magia.
Se que ella jamás olvido esa velada e incluso hasta en su último aliento me agradeció aquella noche. Tras su partida física no pude más permanecer en ese lugar, así que sentí que debía volver a mis raíces y poner todo en orden. Dejé mi brillante carrera, mi gran departamento, mi especialidad que estaba por empezar y volví al circo, después de todo aquí también necesitan enfermeras y yo… volver a mis raíces a mi manera.

30 julio 2009

POR UNA ESTRELLA (Por: Marcela Dávila 10.)


Nunca supe jugar el juego, nunca quise jugar el juego, ganar o perder en ese tablero, qué más da… mi mente es un rompecabezas que llevo años tratando de armar, cuyos pedazos se van uniendo por temporadas, por efecto de la sincronicidad de Jung y que no concibe a veces otra razón que la del Cuore.

El Cuore es prisión de sentimientos que en mi caso, fluyen con libertad por los caminos de cada arteria o vaso que les da la gana. Cuando eso ocurre, olvido el juego y me dispongo a existir, con el poco tacto o entendimiento que la vida me dio de éste.

Una vez cada tanto, en periodos eternos de tiempo, un cometa aparece entre las miles de estrellas que pueblan el cielo nocturno que avistan mis ojos sobre la carpa del circo en el que coexisto con más seres curiosos, y hace latir mi corazón, recordándome cuán bella es la vida… Una vez en cada tanto, se activa la chispa de lo especial y entonces respira mi pecho un aire nuevo y beben mis labios de un manantial cuyas aguas siempre están en movimiento, y la magia del cometa se desprende del manto celeste para iluminar la temporada con una sonrisa y felicidad.

Y no sé jugar el juego, porque nunca pregunté a la sociedad cómo se juega; me conformo con las rayuelas; elijo visitar a una anciana en el centro de la ciudad, para que me dé esperanza como mi abuelo me enseñó en algún tiempo: Pagando cinco pesos para que un ave enjaulada me lea la suerte a cambio de un poco de alpiste. Elijo al ave, porque nunca deseé aprender el juego de subir al cielo a hurtadillas y aprisionar cometas en frascos para coleccionarlos en un desván polvoso y oscuro, como he visto que pretenden hacer muchas personas.

Con hilo de plata y aguja de marfil, atrapan al astro que yo no sé atrapar, porque creo en la libertad de sus colores y en el brillo de la luz que comparte con tantos… ¿Sabes? En el circo uno aprende muchas cosas nuevas, entre ellas, el valor de la libertad y el poder conservar los minutos en baúles por periodos largos de tiempo. También se adquieren elementales herramientas de supervivencia, como la técnica para alimentar a un elefante y leer viaje al centro de la tierra de Verne al mismo tiempo, mientras se pintan estrellas en el techo de la carpa circense para no tener que tomarlas prestadas del universo durante la función.

He visto un cometa, y si esto es así, entonces mi Cuore ya no distingue más la diferencia entre milenio e instante y permite que fluyan las emociones en libertad, sin jugar el juego, con la única condición de ser y simplemente ser, independientemente del resultado… ¿Qué más da ser humano? Sentir…Vivir…para eso estamos aquí…

Éste cuento se desvanece junto con las notas suaves de una vieja melodía que se escapa de una lejanía perdida desde un momento en el tiempo, hasta el instante presente y da un salto a la eternidad…

FIN

21 julio 2009

SUEÑOS (Por: Marcela Dávila 10.)


SUEÑOS…

El viento acariciaba su rostro, cargado un poco de arena y rocío, porque había caminado sobre sus pasos a la orilla de la playa desde hacía horas. Llevaba en la mano tan sólo un cuaderno, un bolígrafo en el bolsillo y la sensación de que sus sueños ya no podrían ser arrancados por la marea de ese azul infinito que se levantaba frente a sus ojos.

Vagos recuerdos de rostros extraviados en la lejanía, iban y venían junto con las visiones de la mar, porque cada vez que empuñaba la pluma para plasmar algo nuevo en el papel, algo mágico ocurría.

“El viento sopla sobre el rostro suyo…” Ella vuelve a mirar lo escrito y lo tacha con tinta, remarcando las líneas negras una sobre otra y luego continúa la ruta de éstas: “ La calle oscura impacta sobre la acera, la sombra del hombre que se detiene frente a la casa gris…” Ella escribe de pie y se aproxima a una roca para seguir su redacción sentada sobre esta, el sol comienza a descender y a perderse bajo la delicada línea de lo que alguien llamó horizonte algún día por primera vez, quizás en una tarde como esta :“ …Un hombre que hace tiempo ha perdido todo horizonte y que conoce la casa en cuyo interior yace…” Se detiene un segundo y baja el bolígrafo, para mirar el horizonte, tras la pausa, puede continuar: “ …quien en sus sueños lleva su claro recuerdo en este preciso momento…” Sin detenerse más, ella deja que corran las palabras y conforme lo hace, el cielo se tiñe de colores cobrizos y rojos que ilustran la atmósfera de su cuento: “…Aquel extraño que aparece periódicamente y a hurtadillas mira tras la ventana de su habitación, buscando el momento oportuno en que su mente se decida a irrumpir al fin en el dormitorio, ingresar por esa ventana que permanece abierta por las noches…” Suspira mientras clava su mirada en la tinta que se impregna en el papel, se absorbe poco a poco y retoma su forma de sus letras: “ …dar un par de pasos silenciosos y aproximarse con la soga, que guarda desde hace meses, entre sus manos ávidas de sentir el calor de su cuello apagándose lentamente” Una sensación de malestar la obliga a llevarse la mano izquierda al cuello, pero sin dejar de escribir: “mientras la pesadilla de aquella que yace en el lecho, se convierte en realidad y el hombre presiona firmemente el pedazo de cuerda que corta la piel y quema su superficie tersa y suave” Una sensación de asfixia invade a la joven que escribe sentada sobre la roca frente al mar, el aire pasa con dificultad y ella inhala más y más profundo, buscando detenerlo todo, sin ser capaz de frenar el curso de la escritura: “ La mujer abre los ojos y ahoga un grito al ver la mirada del asesino que trata de contener la sonrisa que se le escapa inevitablemente de los labios” Ella mira frente a sus ojos la mirada terrorífica de quien ha poseído su escrito y ahora se posa junto a la roca en cuclillas, dispuesto a verla escribir el final sin piedad: “ Conforme los segundos transcurren, la mujer va debilitando la fuerza de las manos que ha puesto sobre las de su perpetrador para evitar el fatal desenlace y aquella resignación propia de una muerte segura ya invade sus pensamientos” La joven lucha contra su propio puño para cesar la escritura, el sujeto del cuento no deja de verla y reírse mientras asesina brutalmente a la mujer de la historia que ha surgido de un lugar desconocido de su mente, o de otro lugar inexplicable, ella se debate entre la asfixia y los trazos que cada vez garabatea con más dificultad.

De pronto, un rayo parte el cielo sobre el océano y el asesino vuelve la mirada asustado para conocer el origen de tal ruido, la presión en el cuello de la joven cesa un segundo mientras el extraño se distrae y ella aprovecha para dirigir el bolígrafo de un lado a otro de la hoja, tachando e inundando de tinta todo el texto. El hombre vuelve a ver a la joven y lo que antes era una sonrisa, ya transmuta en una mirada de horror, mientras ella sigue rayando el texto sin parar: “Las manos de la mujer retoman su fuerza, las coloca sobre las del hombre que sostiene la soga y poco a poco comienza a retirarlas de su cuello, mientras este segundo retrocede en la penumbra de la habitación” La joven siente el alivio del aire entrando por cada vía sin ninguna obstrucción y el sujeto comienza a desaparecer conforme las letras de lo narrado se pierden bajo un mar de trazos negros que lo borran en el papel y también de la realidad.

Segundos más tarde, lo único que queda es el océano, las manos de la joven llenas de tinta y la quietud de la noche entrando por sus pupilas, ella cierra el cuaderno y al hacer esto, aquel mar desaparece junto con su brisa, entonces se acomoda en su cama, se pasa la mano por el cuello un poco herido y se dispone a dormir, no sin antes ocultar bajo la cama, el cuaderno y la pluma de alguna otra realidad.

20 julio 2009

El gran bastón de caramelo (Jonathan Mata)


Hay decisiones en este mundo que te aseguran una muerte lenta, pero aun así se toman día a día, comenzar a fumar, no hacer ejercicio, ir a vivir a una gran ciudad o simplemente buscar a tu padre biológico. Decidí investigar quien era mi padre después de 25 años, mi madre me dijo un día que si quiera averiguar sobre eso no contara con ella, pero cuando supo de mi decisión, me dio un papel con una dirección escrita, me sentí de maravilla.

Me tomo un par de días decidirme a ir, pero un buen jueves me puse guapa, tome mi titulo universitario, las fotos de mi vida y fui para apersonármele a un hombre que me dio la vida, pero que al mismo tiempo era un completo desconocido.

La dirección pertenecía a una casa pequeña de un barrio marginal, estaba muy nerviosa por ir sola, pero no me importó, toque la puerta pero nadie abrió, la gente alrededor me miraba mientras murmuraba burlona, comencé a sentir miedo. De inmediato un hombre viejo se acerco a mí.

-¿A quien esta buscando señorita?
-Al hombre que vive aquí, respondí.
-¿Sabe usted a quien esta buscando?
-Si señor, a mi padre.

El hombre comenzó a alejarse poco a poco hasta que entro a su casa, me sentí humillada en ese momento. Me dirigía a mi auto cuando el hombre salio de la casa con una llave, se dirigió a la casa de mi padre y abrió la puerta, me miro esperándome para entrar, no sabia si era una buena idea, pero de cualquier modo iba para conocer a mi padre y no me iría de ahí sin verlo.

Al entrar me topé con un pasillo lleno de mascaras de niños con expresiones de pánico, sentí ganas de llorar, había un olor nauseabundo de humedad, había juguetes por todas partes, el hombre delante mío caminaba cauteloso, tratando de no tocar nada. Al fondo de la casa se podía ver una silueta inerte, tenia el pelo alborotado, como un payaso.

Mientras avanzábamos se podía escuchar cada vez mas próxima una melodía circense que me parecía familiar, subimos unas escaleras y llegamos a otro pasillo, estaba lleno de retratos de niños maquillados de payaso, todos con los ojitos cerrados, de inmediato quede paralizada, le dije al hombre que quería salir de ahí, y aunque me miró, pareció no importarle y siguió caminando, llego hasta una puerta roja y toco dos veces, después de unos segundos apareció un hombre de unos 60 años, con la barba larga y el cabello alborotado, usaba un bastón rojo y blanco, como un caramelo gigante.

El hombre que me llevo hasta ahí agacho la mirada y se retiro, dejándonos solos al hombre del bastón y a mi.

-¿Qué quieres?

No pude responder ni una sola palabra, nos miramos por varios segundos, pero no sucedió nada.

-¿Terminaste de juzgarme?, Preguntó.
-No vine a juzgarte, solo quería conocerte.
-Ya me conocías ¿recuerdas?
-¿Cómo dices?

De repente recordé algo de mi infancia que no hubiera querido, aquella música, aquella silueta de payaso, nunca fue una pesadilla, fuiste tu papá.